CAROLINA JAIMES BRANGER 25 de junio de 2018
@cjaimesb
Continúa
el cierre de instituciones que en su momento fueron iconos de excelencia. ¡Qué
dolor siento cuando veo al país caer pedazo a pedazo! Pensar en todo el
esfuerzo, el trabajo y la dedicación que quedan tras esas puertas cerradas. Lo
que pierden quienes las fundaron y las hicieron crecer y quienes fueron
beneficiados por ellas.
Ahora
le toca el turno a Dugarbín, un colegio para niños con retraso en el
desarrollo, un auténtico diamante que fue pulido día a día por sus dueñas y
quienes las acompañaron en su empresa.
Hace
más de 30 años, las psicopedagogas Lillian Ducharne de Vera, Thamar García de
Manrique, Rebeca García de Cottin y Maritza Rubín de Franchi -sus apellidos
forman el nombre, Dugarbín- con muchos sueños y muchas ganas de trabajar
fundaron el colegio especializado en niños de un sector desatendido, hoy más
que nunca.
Conozco
muy bien la institución: mi hija Tuti estudió allí dos años. Tuve la dicha de
conseguir cupo y Mariela Guzmán de Pulido la acogió bajo su ala. Pude ver de
primera mano la mística, el entusiasmo y el amor con que trataban a los niños.
También cómo les exigían, los guiaban, los aupaban. En Dugarbín los pequeños
logros se celebraban como grandes. Los niños no eran felicitados, eran
“felicitadísimos”. Eran corregidos con firmeza y cariño a la vez. Eso les
permitió a muchos consolidar su autoestima y poder seguir a cursar el
bachillerato una vez terminado el sexto grado. Y quienes no podían, eran
orientados sobre dónde y cómo ir. Como madre de una niña especial sé cuán valiosos
son esos aportes, pues uno va aprendiendo sobre la marcha y Dugarbín era esa
especie de hogar donde uno se sentía seguro y podía volver cada vez que
necesitaba sentirse apoyado.
En
julio, ese tesoro se convertirá en un buen recuerdo en las mentes y en los
corazones de quienes lo conocimos. El éxodo de maestras y niños, aunados a las
enormes dificultades que significa tener una unidad educativa privada en estos
tiempos de revolución hace que sea imposible seguir con la obra. Un destrozo
más que añadir a la cuenta del chavismo.
Mis
queridas Lillian, Thamar, Rebe y Maricita, Mariela, Adri, Alicia, María Elena,
Mary Carmen, Claribel, Waldon y todos las demás, desde el fondo de mi corazón,
gracias.
Carolina
Jaimes Branger
@cjaimesb
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