Ronald Uribe 15 de septiembre de 2018
La crisis migratoria venezolana ha hecho
que muchos de nuestros nacionales decidan tomar la vía arriesgada de cruzar el
páramo colombiano “con una mano delante y otra atrás” con el fin de conseguir
una mejor calidad de vida. Sin embargo, la travesía no es nada sencilla
En las
últimas semanas se han escuchado casos de personas que cruzan a pie el páramo Berlín,
en Colombia, para poder llegar a Bogotá desde Cúcuta, y desde allí buscar el
inicio de una nueva vida. Y más cuando medios colombianos refieren que hasta el
2 de septiembre de 2018 han muerto 17
venezolanos por hipotermia al intentar llevar a cabo esta travesía sin
preparación alguna, solo con la motivación de un nuevo amanecer.
La
hipotermia parece ser el primer escollo a superar por parte de los que intentan
hacer semejante travesía, como lo hiciera Simón Bolívar en el Paso de los Andes
para libertar a la Nueva Granada del dominio de la corona española. Esta
urgencia médica consiste en que el cuerpo pierde más calor del que puede
generar, causando que la temperatura corporal disminuya drástica y
peligrosamente.
Según
el portal Mayoclinic, al ocurrir el descenso de la temperatura del cuerpo, los
órganos internos no funcionan correctamente. Los más afectados son el corazón y
el sistema nervioso, provocando incluso parálisis del corazón y que la persona
deje de respirar.
Pero
la travesía no parece ser imposible del todo, pues existen testimonios de
venezolanos que lograron llegar a un refugio llamado Espíritu Santo, en la
ciudad de Tunja, en donde después de haber cruzado y soportado las bajas
temperaturas encuentran abrigo. En la nota que refiere el diario Primicia hay
un testimonio de uno de los migrantes venezolanos sobre “La Nevera”, hora en la
que descienden drásticamente las temperaturas.
Los
señores que nos estaban asistiendo ahí nos dijeron que después de las 2 de la
tarde no podíamos pasar porque nos podíamos caer en ‘La Nevera’ (…) Nosotros
nos percatamos y seguimos pero había una señora que iba con su hijo de seis
meses. Cuando nos dimos cuenta a la señora se le había muerto el niño, ya venía
muerto cuando pasamos el páramo”
El
periodista Christian Fuentes, radicado en Colombia, dice que aquellos que se
vean obligados a asumir esta travesía es importante que se preparen caminando,
es decir, un entrenamiento previo para aguantar las grandes distancias y tratar
de comer lo mejor posible.
La mayoría
-por no decir todas las personas- que deciden hacer la peligrosa travesía a pie
llegan a Cúcuta. De ahí comienza el ascenso por las localidades de Pamplona y
Pamplonita, ubicadas a 1.886 y 2.331 metros sobre el nivel del mar,
respectivamente. La otra urbe que está es Bucaramanga, a la que puede llegar el
migrante a pie después de pasar el páramo, lo que deja un tramo bastante largo
sin el contacto o ayuda de otras personas. Una caminata de al menos cinco días.
“Estas
personas que hacen estos viajes no tienen mucha idea ni preparación para
hacerlo”, refiere el director de excursiones del Centro Excursionista Caracas,
Manuel Fraga, quien agrega que este tipo de prácticas es difícil compararla con
la ejecución de un ejercicio normal.
“Lo
primero que debe hacer es tener una idea de cómo es el trayecto que va a
recorrer. Cuál es la altitud a la que estará expuesto porque como sabemos, a
mayor altura hay menor oxígeno y menor temperatura, lo que requiere de una
mayor preparación”, señala.
Además
-refiere- es importante que las personas que se aventuren a cruzar cuenten con
ropa que le resguarde del frío. “La gente se lleva cobijas, chaquetas y
suéteres, que medianamente le ayuda cuando tiene frío”, pero que para
subsanarlo, muchas visten varias capas de ropa. “Cuanto más normal -más suave-
es la ropa, más capas tienes que tener porque entre capa y capa se hacen
cortinas de aire y eso impide que entre el frío. A más gruesa la tela, menor
cantidad de capas”.
Por su
parte, Raúl Ramírez, bombero profesional de la UCV y quien actualmente ejerce
en Chesterfied Fire & EMS en Estados Unidos, sugiere que es importante
evitar usar prendas como los jeans para ir a las alturas, y decantarse por
piezas de algodón que no permitan la pérdida de temperatura.
Para
caminar, un zapato de suela rígida -como unas botas- ayuda siempre y cuando se
haga sobre superficies irregulares, “esto ahorra energía y disminuye el riesgo
de las ampollas. Las chaquetas pueden sustituirse por un sistema de capas
(franela sintética primero, chaqueta de fibra polar encima y una chaqueta
ligera como rompe viento en caso de que sea necesario. Sobre todo cuando no
están en marcha”.
Otra
de las recomendaciones que brinda Fraga es intentar viajar lo más ligero
posible, es decir, con equipaje que le permita movilidad en las manos y brazos.
Como un morral, por ejemplo.
“Generalmente
las personas llevan una maleta que arrastran, que obviamente no es lo ideal. Si
vas a caminar por asfalto está bien. Pero si vas por camino de tierra, la maleta
puede incomodar. Además se debería llevar algo de comida, recipientes para
agua, las medicinas personales que necesites y un pequeño kit de primeros
auxilios con cosas sencillas como agua oxigenada, pastillas para el dolor de
cabeza, curitas”, dice.
La
preparación de bolso es importante, según los consejos de Ramírez, porque “un
mal morral podría traerte más problemas que beneficios”. En ese sentido,
resalta que para subir la cuesta es bueno colocar los objetos “pesados” en la
parte superior, mientras que los más livianos debajo. Cuando se vaya a
descender, debe hacerse al revés: los de mayor peso deben colocarse al fondo e
intentar de que sea la cadera el lugar en donde se repose, si son bolsos con
más de 40 litros de capacidad.
Opina
que para proteger las cosas dentro del bolso todo aquello que al mojarse o
humedecerse, debe colocarse dentro del morral como lo que es ropa, toallas o
papel higiénico. “Si lo puede poner en doble bolsa mejor y por supuesto,
cerrarlas bien, nada de nudos de zapatos en la bolsas. Si al apretar la bolsa
el aire se escapa facilmente, la bolsa está mal cerrada”, agrega.
Sugiere
además que si no tienen suficientes bolsos, es bueno redistribuir los equipos.
Lo que es comida y equipos pesados podrían ir en algún lugar adecuado, mientras
que el resto de los equipos podrían ir en bolsas de basura, doble y bien
cerradas y engancharlas en una vara que pueda ser transportada por 2 personas y
llevarlas por turnos para el traslado.
El mal
de páramo es otro de los escollos que deben superar aquellos que se ven en la
necesidad de llevar a cabo esta empresa, por lo que las personas deben estar
pendiente a estos síntomas:
De
acuerdo con el director de excursiones del Centro Excursionista Caracas, cuando
aparece la sintomatología, “la gente no la entiende porque lo que el cuerpo
quiere decir que se está a una altura tal en la que hay menos oxígeno y tu
cuerpo no está acostumbrado a eso. Si se llega a padecer, hay que descansar
para aclimatarse o descender”. Además, destaca que la subida debe hacerse lo
más lento posible para que exista una relativa adecuación del cuerpo a las
condiciones del ambiente.
Estar
hidratado es otro de los retos que deben superar aquellos que se ven en la
necesidad de superar un páramo, porque así se evita la fatiga muscular. Para
ello, recomienda Ramírez que se ingieran frutas como cambur y mandarina, así
como galletas de soda.
El
periodista Christian Fuentes alerta que los gorros tejidos con muchos huecos
“no cubre mucho” para poder pasar el páramo, que según explica, es largo, frío,
húmedo y vientos cruzados, hace que la travesía se haga mucho más larga.
Además, caminan por la orilla de la carretera por la mayoría del tiempo y hay
mucho tránsito.
Sugiere
que las personas usen ropas claras para que los conductores puedan verlos y
dice que en al menos dos días puede cruzarse si se mantienen constantes en el
paso, pero si no, pueden tardar hasta cinco días.
También
dice que en la zona puede llover y es propensa a derrumbes. No hay refugios, y
por ello sugiere que lleven dulces, caramelos, papelón, queso y frutos secos,
además de los carbohidratos.
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