Por Fernando Pereira
Los recuerdos de mi niñez
inevitablemente están asociados al rito de completar la lista, recorrer
librerías, forrar los cuadernos, identificar los libros, el olor a nuevo de
cartucheras, estrenar lápices y creyones, probarse el largo del pantalón…
Existían opciones para
comprar un cuaderno sencillo o uno empastado; forrarlos con papel verde o
contac; cajas de 12 creyones hasta las que mostraban todo el espectro… Había
opciones de acuerdo al presupuesto familiar.
Por supuesto que todo esto
se hacía en un escenario ambientado con las quejas que no podían faltar de
padres, tíos, madrinas: “¿Por qué pedirán tantas cosas?” “El año pasado ni
siquiera los utilizaron todos” “Espero que valores el esfuerzo que estamos
haciendo por ti”.
Sin embargo, debo reconocer
que era un momento de ilusión y expectativa; algunas mariposas en el estómago
pensando en qué maestra me tocará, ojalá no sea la regañona…
Un año que se las trae
Se inicia un nuevo período
escolar signado por la incertidumbre. Directivos, docentes y familias se
preguntan: ¿estará la maestra en el salón o se habrá ido? ¿Seguirán los mismos
compañeritos? ¿Estará la escuela en condiciones óptimas? ¿Podrá el colegio seguir
funcionando? En el caso de los privados ¿a cuánto subirá la mensualidad? ¿La
podré pagar? ¿Dónde consigo cupo a estas alturas? ¿Podrá mi hijo estudiar a
pesar de que no tiene la lista y el uniforme completos?
Nos parece significativo lo
expresado a Efecto Cocuyo por
Noelbis Aguilar, directora nacional de escuelas de Fe y Alegría: “En septiembre
de 2017 comenzaron las clases con poco más de 113 mil estudiantes, pero al
cierre del año tenían alrededor de 90 mil 900. Al momento de retirarlos, la
mayoría de los padres explicaban que era porque se iban del país”. De los casi
91 mil que finalizaron el año solo se habían inscrito 50 mil. Casi la mitad
todavía no lo ha hecho. Unos porque migraron, otros porque ya no le ven sentido
al estudiar y prefieren trabajar, otros porque las condiciones sociales,
económicas, la falta de transporte. Aguilar advierte que están haciendo todo lo
posible para que se inscriban durante esta semana y además se preparan para
recibir muchos estudiantes que migrarán de la educación privada al no poder
pagar el incremento de los costos.
¿Qué podemos hacer?
Desde hace años desde
Cecodap hemos insistido en que el inicio del año es clave para “comenzar con
buen pie”. Es un momento de transición de un año a otro, nuevos grupos, nuevos
maestros, cambio de asignaturas… que requieren ser procesados por lo que es
conveniente generar un clima que propicie la bienvenida, el encuentro y
convivencia.
Para lograrlo se requiere
una programación especial. Por la situación que hemos descrito este año en
particular requiere un esfuerzo mayor.
¿Qué traemos en el
morral? Los primeros días de trabajo de los directivos y educadores, de
contacto con las familias es determinante escrutar el morral emocional para ver
cómo nos sentimos. Tener el espacio para expresar nuestros temores y miedos
permitirá “sacar los fantasmas” prestos a sabotear la travesía. Son tiempos
duros para muchos docentes. Solo podemos seguir adelante si hacemos consciente
cómo nos sentimos. Compartirlo nos permitirá saber que no estamos solos, nos
fortalecerá como equipo y nos impulsará a buscar alternativas y respuestas
conjuntamente.
Igualmente hay que dar
espacio para listar nuestras esperanzas y fortalezas. Estamos aquí no porque no
nos hemos ido sino dispuestos a dar lo mejor de cada uno.
Flexibilidad como
fortaleza. El bambú logra capear el temporal con su flexibilidad. La
prioridad es que los estudiantes permanezcan en las escuelas: con o sin
uniforme; con o sin los útiles. Si se tiene un cuaderno usado, un lápiz o si no
activaremos una red social para contar con útiles que podamos buscar, armar una
biblioteca de aula. La escuela funciona donde hay el deseo de aprender con la
complicidad de un maestro y sus estudiantes.
Bienvenida. Hay centros
educativos que celebran jornadas especiales para la incorporación por años,
niveles o incluso si llegan todos el mismo día puedan sentirse bien recibidos
por el personal directivo y docentes. Las palabras tienen que ir
acompañadas por el lenguaje corporal: sonrisa, ver a los ojos, un apretón de
manos, un abrazo.
En un año con
incorporaciones de estudiantes nuevos es importante prestar atención a la
presentación, que todos se conozcan. Algunas técnicas de grupo o juegos
cooperativos no vendrían mal para crear un ambiente propicio.
Círculos de encuentro. Hay
que dedicar espacios para que los estudiantes puedan mostrar su morral
emocional. Comentar sobre qué hicieron durante el período vacacional,
situaciones que vivieron con sus familias o comunidades.Será un momento
oportuno para conocer si hay estudiantes “dejados atrás” que están al cuidado
de algún familiar porque parte de su familia migró, saber con quién están. Si
hay algún estudiante con un duelo por la pérdida física de algún familiar, si
fue por causas violentas. Se debe estar atentos con estudiantes que relaten no
estarlo pasando bien, si no están comiendo, tienen dificultades para llegar a
la escuela por problemas de transporte. Todos esos estudiantes requerirán un
acompañamiento especial.
Debe dedicarse un tiempo
para compartir sus esperanzas y temores ante el año escolar que se inicia
y qué están dispuestos a hacer, cada uno para lograr el mejor año posible.
Un trato por el buen
trato. El clima social en el aula va a depender de las relaciones que se
establecen desde el primer día. Crear un espacio de buen trato implica
desarrollar relaciones de respeto y cooperación. Con el grupo se puede hacer un
listado de cómo te gustaría ser tratado y se puede analizar las implicaciones
de incumplir con esos acuerdos. Se pueden anotar en una hoja que quede en un
lugar visible del salón a fin de irlos chequeando durante el año. Se puede
leer, aprobar y todos firman en señal de conformidad.
La incorporación de nuevos
estudiantes, el que haya algunos que no tienen merienda, uniformes, útiles
se ha convertido en una causal de acoso escolar. Este año requiere
especial atención para que las escuelas no reproduzcan en su interior lo que lo
que se vive en la calle.
Las escuelas tienen que ser
en estos momentos espacios para la protección, encuentro y formación ciudadana.
13-09-18
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