CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 03 de septiembre de 2018
@CarlosRaulHer
Una
declaración del llamado tsj-exilio, “conminó” a la Asamblea Nacional a dar los
pasos derivados de haber declarado en enero de 2017 abandono del cargo por
Maduro (¿hacerlo preso, nombrar un nuevo Presidente de la República?). Para
sorpresa mayúscula poco después el secretario general Almagro da las mismas
“instrucciones”, que la AN debía cumplir a menos que quisiera ser cómplice del
reo. Se sabe que la AN está capitis diminutio precisamente por esa infantil
decisión, entre otras parecidas, más que simbólica, inoperante; “más que un
crimen, una estupidez” diría Talleyrand.
Lo
sabe Almagro cuya actividad transcurre en esguinces y muñequeos de gabinete.
Era una operación que buscaba quebrar a la AN: o se estrellaba contra el
gobierno o contra los cazadores de brujas del almagrismo local. Es muy grave
que la autoridad de la OEA, sistemáticamente fallida en lograr algo concreto
para la democracia venezolana, se luzca pechereando su último reducto de
constitucionalidad, y queda en evidencia que anda en tejemanejes más propios de
un edil de aldea. Pero ayuda a entender porqué su gestión ha fracasado y cómo
sus ligerezas, el llamado a no votar, por ejemplo, fortalecieron lo que quiere
combatir.
Es
difícil dudar que si no se leyera como un triunfo de Maduro, varios países
despacharían al desmañado secretario. El plan fue urdido en conjunción con esa
alma que pena cuya obsesión es ocupar el tonto cargo de presidente en el
exilio, después de despilfarrar el poder que le dimos los ciudadanos. Pero al
día siguiente ocurrió algo increíble que aciduló por minutos el café: el
objetivo de la bomba cazabobos, la Asamblea Nacional, cae en la burda trampa, y
como es habitual, rueda.
El dictador que no dictaba
Ratifican
su propia e inútil declaración de enero 2017 y la “sentencia” de cárcel para
Maduro del tsj-exilio. No era imaginable que pudieran morder el anzuelo sin
carnada. Pero lo escandaloso es que 24 horas después de la decisión de la AN,
magistrados de Miami publican un acta en la que misteriosamente alguien
interpoló el nombre de Henrique Capriles para solicitar su investigación penal.
La exdirectora de la Escuela de Derecho de la UCV, doctora Eglée González
Lobato, posteó un documento, Comentarios al acuerdo de la AN del 21/A/2018 en
el que evidencia los retorcimientos de este lamentable episodio.
Por
ejemplo, después de publicada, uno de los magistrados del exilio, Rafael Ortega
Matos, aclara a propósito de la mención a Capriles, que en la supuesta acta
“aun cuando aparece mi firma, el contenido no se corresponde con la audiencia
del 15/A/2018” (ver González Lobato p.2). En otras palabras, el magistrado deja
ver o no puede ocultar falsificación del documento original y uso no autorizado
de su firma (¿también falsificación?), dos delitos en uno. La secuencia
completa integra una auténtica sentina en la que se mezclan maniobras de parte
de la oposición de afuera para aprovecharse de la nobleza de la AN.
Se ven
uñas de los que, sin apoyo ni prestigio, solo agallas, conspiran con fines
turbios, acciones opacas del secretario de la OEA, de los magistrados, y las
dos falsificaciones declaradas por uno de ellos. Es necesario recordar que los
de Miami no son un TSJ sino un grupo de jueces que la AN nombró para cubrir
vacantes de los express designados por el gobierno contra la Constitución, sin
cumplir los requisitos, arbitrariamente, y no pudieron asumir el cargo porque
la represión lo impidió. Empiezan a actuar en el exilio con una investidura
simbólica, los intocables en lucha romántica por la justicia, aunque me cueste
la vida, en la Chicago de los años 20.
Romeo y Julieta barrigones
Dependía
de ellos mantener su prestancia para encarnar ante el mundo el Estado de
Derecho que no existe en Venezuela. Pero el romanticismo se nutre de sí mismo,
de la abnegación, la pureza, la incontaminación y de ahí su razón de ser.
Lancelot se desmayaba de amor solo de ver el peine con los cabellos dorados de
Ginebra, y los amantes de Verona mueren jóvenes porque no puede uno imaginarse
a Romeo un domingo ante el televisor, sin afeitarse, barrigón y bebiendo
cerveza, mientras Julieta en estado pelea con él y con sus dos diablitos que no
quieren comer. El llamado tribunal-exilio perdió el glamour en estas
operaciones más mafiosas que jurídicas.
Dice
González Lobato… “Las relaciones no solamente están rotas entre gobierno y
oposición sino entre los distintos factores que componen esta última.
Permanecen los discursos excluyentes y destructivos, y esta vez, peligrosamente
abarcan una temática tan sensible como la justicia y la legalidad… aun cuando
Venezuela se encuentra en uno de los últimos puestos en el ranking de World
Justice Project Privacy Policy…”. En esta comedia de las equivocaciones, hemos
visto las costuras de los moralistas.
Hacen
gárgaras con la palabra dignidad, pero pueden bailar lo que les pongan en
cualquier tugurio, desde Almagro hasta el pichón de presidente en el exilio,
pasando por varios aturdidos comediantes del Derecho que en Venezuela defienden
esa desvergüenza. En una página Web aparecen declaraciones anónimas de uno de
estos magistrados, en las que deja escapar: “estamos haciendo el ridículo”.
Pienso que es algo peor. Más bien nos permitieron ver una laguna de oxidación
moral que no tiene nada que envidiar a la conducta del gobierno.
Carlos
Raúl Hernández
@CarlosRaulHer
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