Tulio Álvarez 12 de septiembre de 2018
Estaba
leyendo el libro Una cierta idea de Brasil: Entre pasado y futuro del ex
Ministro de Hacienda Pedro Malan y me encontré con una frase aplicable a
Venezuela: “En Brasil hasta el pasado es incierto“. A este asunto me voy a
referir hoy.
Pasado inconcluso
Siempre
le comentó a mis alumnos que la memoria histórica de nuestra patria es
sumamente corta y que, por tal desgracia, estamos condenados, cada cierto
tiempo, a repetir los mismo errores. Ya sea por algo de incredulidad que
sospecho al leer sus rostros, la cual prefiero al desinterés, ensayo
inmediatamente una prueba de mis asertos. Les indico que, en el mismo momento
en que termine la clase, voy a preguntarles sobre el principal tema de
conversación en la hora anterior. Les remato con una certeza, ninguno acertará
el tema de discusión que estaba inquiriendo. Año tras año, hago la misma
advertencia con el mismo resultado. Al final de la clase, la inmensa mayoría no
recuerda la tesis central.
Sé que
está anécdota me deja muy mal como maestro pero qué me puede importar, en esta
fracción de vida, mi propia incapacidad de comunicar si apoya el punto que les
quiero plantear. Me refiero a la malsana y enfermiza estrategia de la izquierda
irredenta, amortajada en ese sepulcro que han llamado Socialismo del Siglo XXI,
dirigida a reescribir nuestra historia y desfigurar un perfil institucional que
fue la base de esa democracia perdida en la arboleda de la barbarie.
En un
trabajo destacado e inconcluso, Marc Bloch responde la pregunta: ¿Para qué
sirve la historia?; y la describe como “la ciencia de los hombres en el
transcurso del tiempo”. Él demuestra que hay varios caminos, algunos
interesantes y desconocidos, que nos conducen al pasado y propone el “método
regresivo” de “leer la historia de atrás para adelante”, porque considera sabio
partir de lo conocido para lo desconocido. Lo que más me interesa, a los efectos
del tema que desarrollo, es que Bloch consideraba que la variedad de
interpretaciones sobre los acontecimientos del pasado es posible porque, esos
hechos que se investigan, son fenómenos psicosociales; en consecuencia, se
analizan de acuerdo a la conciencia del historiador como de los agentes
históricos.
En un
análisis sobre la obra de Bloch, el historiador Gérard Noiriel, destaca que dos
ideas concretas marcan el punto de partida de la concepción de la historia que
allí se desarrolla: El esquema de lo que Bloch llamó “la manía del juicio” y
una cierta ética profesional que lleva al historiador a “rendir cuenta a sus
lectores”. El problema es que en Venezuela nadie rinde cuenta de nada.
Una práctica permanente
Hay
reconocer pocas competencias a los comunistas pero, indudablemente, la
capacidad de manejar los preconceptos ideológicos, el aparato propagandístico y
la suficiencia destructiva son absolutamente relevantes en su hoja de muerte y
destrucción. Ejemplos sobran, España es uno de ellos, dolorosamente. En un
artículo bajo el sospechoso título Ser Francos, publicado en el importante
portal americanuestra.com, Ignacio Camacho advertía sobre un viejo truco para
disimular la ausencia de proyecto y de relato; si no tienes nada que ofrecer
para el presente ni para el futuro, enreda todo lo que puedas con el pasado y
suelta los demonios de la Historia para que dancen su rito macabro. Muy acorde
lo dicho con este comentario, el presidente del Gobierno de España Pedro
Sánchez, mancebo de ese depredador que se identifica con el apellido Iglesias,
afirmaba hace poco: “Un país que mira al futuro no puede estar en deuda con el
pasado”.
Hasta
ahora, la principal obra del gobierno socialista de España ha sido aprobar un
decreto para exhumar el cuerpo de Francisco Franco de su mausoleo en el Valle
de Caídos, afirmando el objetivo de transformar el lugar en un monumento para
las víctimas de la guerra civil.
Y con
la originalidad típica de este tipo de gobernantes, cuyo modelo más elegante
puede ser Maduro, Carmen Calvo como vocero del gobierno confirmó que el
procedimiento implicaría la modificación de la Ley de Memoria Histórica de
2007″
Lo
tragicómico de la acción está en que Franco ideó el complejo arquitectónico
para homenajear a las víctimas “caídas de Dios y de España”, afirmando la
reconciliación nacional, sin discriminar entre nacionalistas y republicanos. No
pretendo indagar sobre la verdadera motivación del Generalísimo, lo que si
tengo es la convicción de que Sánchez y su socio Iglesias buscan exactamente lo
contrario, dividir a los españoles entre izquierda y derecha, para aplastar a
la mayoría de la población que no se ubica en los extremos. Y lo hacen para
borrar su propia historia de ignominia.
Evaporar la debacle económica
Mientras
redacto este artículo me encuentro con la Gaceta Oficial Extraordinaria No
6.405 del 7 de septiembre de 2018 en la que aparece publicado el Convenio
Cambiario No 1 con el que el Régimen de Maduro pretende deshacer la depredación
de cientos de millones de dólares que nos ha llevado a la crisis humanitaria
más brutal que haya vivido América Latina. De un solo manotazo y con el
significativo número 1, derogan las disposiciones de los Convenios 1, 4, 5, 6,
9, 10, 11, 13, 18, 20, 23, 26, 27, 28, 30, 31, 34, 36, 37 y 39, vigentes desde
el 19 de marzo de 2003 y que, sucesivamente, en las mismas marchas y
contramarchas, se modificaron entre sí.
Lo
cumbre es que algún venezolano crédulo, de esos que están dispuestos a utilizar
sus recursos para ahorrar en los certificados de oro expedidos por el régimen
expropiador, asuma y hasta indiqué que se trata de un avance en la eliminación
de los controles. No recuerdan que el saqueo agotó las reservas de Venezuela y
ahora tienen que capturar otros recursos atrayéndolos con cantos de sirena. No tienen
memoria de la macabra reconversión monetaria que ejecutaron hace pocos días y
que aún no muestra sus nefastos resultados por lo cercana. Tampoco hacen
alusión al golpe continuado institucional que se concretó el año pasado. Solo
esperan que el Banco del Tesoro y otras instituciones similares abran cuentas y
les otorguen una tarjeta en dólares. Esta maniobra económica, aunque sea
desesperada, refleja que la memoria histórica del venezolano debe medirse en
horas.
Pregunta conclusiva
Una de
las primeras reflexiones que me sedujeron para estudiar historia la encontré en
el libro de Edward Carr, What is History? Él me dijo: “Los hechos sólo tienen
significado cuando el historiador recurre a ellos. Es el historiador quien
determina a que hecho dará la palabra y en que secuencia o contexto”. Sin
embargo, hay que tener un mínimo de rigor intelectual y algo de honestidad para
comprender el compromiso narrativo que implica trabajar en la oscuridad de ese
tiempo, a veces lejano. Porque, trayendo los hechos del pasado, podemos
configurar la conciencia colectiva del presente, definir lo que somos y tratar
de descifrar un proyecto de lo que seremos.
Y para
finalizar este artículo, le pregunto a ustedes: acaso se acuerdan de la
advertencia inicial, ¿cuál es el tema central que yo pretendía desarrollar al
escribirlo?
Tulio
Álvarez
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