Gonzalo González 05 de septiembre de 2018
La
reelección fraudulenta de Maduro y las medidas económicas recién adoptadas por
el gobierno demuestran de manera contundente que el chavismo ha pisado el
acelerador en su objetivo de terminar de instaurar una dictadura de corte totalitario.
Maduro
es ya un dictador, el oficialismo ha concretado la transición de una suerte de
autoritarismo competitivo – etapa que va desde 1999 al 2015- a una dictadura de
nuevo tipo. Lo cual está en consonancia con la condición no democrática del chavismo
como movimiento político. Los herederos de Chávez no lo han traicionado en lo
absoluto, han materializado su proyecto
Con
las medidas económicas adoptadas el oficialismo ha desperdiciado la ocasión de
hacer el viraje necesario y demandado para atajar la crisis socioeconómica en
curso y revertirla.
La
instauración de la dictadura supone un retroceso colosal y perjudicial para la
república y la sociedad en su conjunto; anula todos los avances civilizatorios
conseguidos, con mucho esfuerzo y sacrificio, por la sociedad venezolana.
Los
venezolanos estamos ante una hora crucial para nuestro destino vital. Es
necesario aunar todas las voluntades (hace rato mayoritarias) favorables al cambio de gobierno y de
sistema; pero estamos ante la insólita e inexcusable situación de que esa
mayoría socio-política, esa enorme masa crítica se encuentra dispersa, aislada
y sin conducción ni orientación política para luchar por el cambio de régimen.
La
responsabilidad de esa situación recae en el liderazgo democrático, el cual
viene despilfarrando las favorables condiciones objetivas y subjetivas
presentes para derrotar al oficialismo. La principal carencia del liderazgo
democrático a su incapacidad de construir una unidad sólida, coherente y de
corte estratégico (condición indispensable para enfrentar y derrotar proyectos
totalitarios). La convergencia opositora ha pecado de cortoplacismo y ha estado
condicionada por planes grupales y personales
del liderazgo, por eso se encuentra en la situación actual. Cuando más
se necesita conducción, unidad y convergencia democrática sucede lo contrario.
La dispersión opositora y la férrea voluntad de mantenerse, a todo evento, en
el poder, son las dos principales ventajas del oficialismo.
La
reconstrucción de la unidad democrática es un desafío ineludible para las
fuerzas opositoras. Pero hay que ser realistas, plantearse la unidad de todas
en este momento no es posible ni viable. Y no lo es porque hay sectores que,
contra toda evidencia, creen que lo pertinente es cohabitar con el régimen y
otros porque profesan la idea de que solos pueden.
El
proceso de reconstrucción de la unidad debe comenzar por las fuerzas de mayor presencia en la Asamblea
Nacional y otros, vale decir: PJ, AD, VP, UNT y La Causa R sin excluir a
terceros interesados en echar andar ese objetivo, el llamado chavismo disidente
por ejemplo. El proceso unitario no debe circunscribirse a los partidos
políticos, debe ir al encuentro y articularse con el amplio y vasto
conglomerado social, gremial y regional que lucha por mejores condiciones de
vida. Confrontaciones que han adquirido un carácter político porque devienen,
necesariamente, en una protesta contra el Gobierno.
Ese
acuerdo debe basarse en algunos consensos, a saber: 1 Se está luchando contra
una dictadura (lo cual establece algunas complicaciones y demanda ser bastante
creativos al respecto). 2 Exigir la vuelta a la constitucionalidad. 3 Luchar
contra la política económica oficial y por las reivindicaciones sociales
básicas. 4 Exigir elecciones presidenciales libres, justas y transparentes.
Creo,
que si estas propuestas prosperan las fuerzas democráticas y sociales
contrarias al régimen pueden ofrecer a la nación la conducción política
necesaria para impedir la cubanización de Venezuela
Tomado
de: http://talcualdigital.com/index.php/2018/09/05/se-necesita-conduccion-politica-por-gonzalo-gonzalez/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico