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sábado, 1 de diciembre de 2018

The venezuelan corruption, por @laureanomar ‏




Laureano Márquez 30 de noviembre de 2018

Venezuela será estudiada. En las escuelas de ciencias políticas del mundo, así como se estudia El Príncipe de Nicolás Maquiavelo o el Leviatán de Hobbes. Algún día como en esa imagen del buen y mal gobierno que Lorenzetti pintó en Siena, nosotros seremos estudiados como el caso perfecto de mal gobierno, se estudiará a conciencia y en detalle cómo se consiguió que un país que, teniéndolo todo para ser un modelo de avance y progreso y buen gobierno, fue conducido al fracaso por la oligarquía gobernante y las cúpulas podridas corruptas.

La corrupción en Venezuela no es un fenómeno nuevo: el símbolo de la contraloría son tres llaves porque en las arcas de la colonia, donde se guardaba el dinero del rey, había tres cerraduras con llaves diferentes, cada una en manos de funcionarios distintos. Es decir, que para robar los fondos públicos era menester que tres funcionarios se pusieran de acuerdo… y lo lograban con frecuencia. El choreo genera un consenso que las cosas que tienen que ver con el destino nacional no logran. Esa frase de que “mi corazón es escuálido y mi bolsillo chavista”, es expresión de una cruda realidad. Los chavistas -como se dijo alguna vez de algunos gobiernos adecos-, “roban y dejan robar”. Ese es parte de su método: reprimir al honesto para desmoralizarlo, mientras se estimula la corrupción. Al final del día la motivación de esta revolución no era la transformación social, sino el enriquecimiento, fácil, ilimitado y corrupto. La movía solo la envidia de riqueza, qué triste.

En el régimen chavista ha robado todo el que a podido. Seguramente hay gente de ideas que no ha querido. Los que llevan el timón de plata se reirán de ellos. Causa gracia escuchar a los llamados “originarios” decir que este modelo se desvió, se alejó de los postulados del Eternamente Supremo. Por supuesto que se desvió, se desvió desde el primer día, cuando ustedes cómplices del líder avalaron sus desmanes. ¿O es que el Supremo, tan acucioso a la hora de condenar las cúpulas podridas del pasado, no notaba que a su alrededor se compraban caballos costosísimos y de paso construían mansiones en Miami? No conozco las estadísticas de choreo intergaláctico, pero se atreve uno a afirmar que pocas veces en la historia universal se ha visto una corrupción de tanto nivel como la que ha conocido venezuela en los últimos 20 años. Con este régimen todo lo que estaba bien fue destruido y todo lo que estaba mal se pervirtió exponencialmente.

Lo peor de todo es que esta revolución, anti imperialista y anti yanqui, ha terminando financiando al imperio con la corrupción. Los dineros del pueblo venezolano, esos que en vez de estar en caballos, mansiones e inversiones de capitales mal habidos tendrían que estar financiando la alimentación, salud y educación del pueblo, terminan -al ser confiscados por el gobierno de Estados Unidos- engrosando las arcas de ese país, financiando la educación, salud y bienestar de allá. No creo que devuelvan esos fondos como el poeta pide, porque si los devuelven, se los vuelven a robar, los vuelven a llevar para allá y los vuelven a confiscar. Sería una círculo vicioso infinito de la corrupción venezolana. Supongo que los gringos, muy prácticos ellos, dicen: “si al final igual esos reales van a terminar aquí, mejor dejarlos de una vez”.

Deberían usar esos fondos al menos, para crear una educativa cátedra en las escuelas de ciencias políticas del país del norte que lleve por nombre “the venezuelan corruption”.

Laureano Márquez

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