Victoria Hugueney 22 de febrero de 2019
Sociedad civil, organizaciones religiosas,
universidades, ONG y ACNUR componen la red Acolhe Minas, que estrenó sus
acciones dando la bienvenida a 37 personas venezolanas este fin de semana.
El
proceso de reubicación interna llegó este fin de semana a Minas Gerais cuando,
el viernes pasado, desembarcaron 37 de las 226 personas venezolanas que
llegarán en el marco de la estrategia del Gobierno Federal que cuenta con el
apoyo de las agencias de Naciones Unidas en Brasil y de la sociedad civil. El
trabajo de acogida fue coordinado por la red Acolhe Minas, liderada por el
Servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados (SJMR) y por la Agencia de la ONU
para los Refugiados (ACNUR), con el apoyo de la Archidiócesis de Belo
Horizonte, la parroquia de la Iglesia del Buen Viaje y el Ejército de Brasil,
entre otros actores.
El
proceso inicial de acogida duró todo el fin de semana. El viernes 15 por la
noche, las personas venezolanas fueron trasladadas para pernoctar en la sede
del 12º Batallón de Infantería del Ejército; al día siguiente se instalaron en
las que serán sus casas durante los próximos tres meses.
Antes
de que saliera el sol las familias ya estaban en pie para tomar un abundante
desayuno y dirigirse a sus destinos finales. El cansancio del viaje no afectó
al buen ánimo de las 11 personas que tenían por delante 7 horas más de
carretera hasta la Casa Padre Pedro Arrupe, en Montes Claros (Minas Gerais).
Las familias estuvieron acompañadas por el Padre Agnaldo Junior, del Servicio
Jesuita; el Ejército las transportó de manera segura hasta el norte del estado.
26
venezolanos y venezolanas se quedaron en Belo Horizonte, en dos puntos distintos
de la ciudad: las familias se quedaron en la Casa Alberto Hurtado, en el barrio
de Campo Alegre, mientras que los hombres solos se instalaron en la Casa del
Migrante, inaugurada en las cercanías de la histórica Iglesia del Buen Viaje,
en el centro de la ciudad.
La
creación y la organización de la Casa del Migrante y del Refugiado, la primera
del estado, contó con el apoyo de ACNUR a través de la compra de
electrodomésticos, camas, colchones y otros productos básicos para garantizar
la comodidad de sus nuevos habitantes. A pesar de la lluvia, el equipo del
Servicio Jesuita que gestiona los albergues les dio una calurosa bienvenida. Al
llegar, los estaban esperando carteles de bienvenida y un café.
Durante
la primera ronda de conversaciones, que tuvo lugar a la entrada de la casa, las
declaraciones sacaron a la luz los complejos y enfrentados sentimientos de las
personas venezolanas que se habían visto obligadas a dejarlo todo atrás:
angustia, gratitud, dolor y esperanza. “La verdad es que muchos de nuestros
amigos y familiares se están muriendo en Venezuela, bien por hambre o por falta
de alimentos. Este gesto del Gobierno de Brasil de movilizarse para acogernos
aquí será bien recompensado, porque estos 14 hombres que están aquí, y yo
mismo, tuvimos que dejar atrás a nuestras familias, hijos, amigos, autos,
casas… ¡todo lo que teníamos! Y lo único que queremos es vivir en paz.
Trabajar, poder traer a nuestra familia y poder salir adelante”, nos dijo
Roger, que en Venezuela trabajaba en el sector de la metalurgia.
El
domingo, parte de la red de apoyo y algunos paisanos que ya vivían en la ciudad
siguieron movilizados para ayudar a los recién llegados. Durante la misa de
domingo en la Catedral del Buen Viaje, el Obispo Auxiliar de Belo Horizonte,
Don Otacílio Ferreira Lacerda, acompañado del Padre Agnaldo Junior, el Padre
Marcelo Carlos Silva, el Padre Jorge Alves Filho y el Teniente Coronel Capellán
del Ejército Ivan Xavier, ente otros, oficiaron una ceremonia conjunta de
bienvenida a venezolanos y venezolanas. También estuvo presente el Padre George
Rateb Massis, párroco del Sagrado Corazón de Jesús (sirios católicos).
Fuera,
un grupo de 20 personas procedentes de Venezuela que ya viven en Belo Horizonte
acudió a conocer a los recién llegados. Algunos se encargaron de preparar,
junto con voluntarios brasileños, arepas, empanadas y otras delicias para
compartirlas con la comunidad local. La materia prima llegó desde Boa Vista
junto con un grupo de personas reubicadas: 30 kg de harina de maíz
tradicional. Al final, se vendió toda la comida y el dinero recaudado se donó a
los recién llegados.
Entre
estas personas se encontraba la ingeniera Isabel Vásquez, que vive en la ciudad
hace cuatro años y que, en cuanto se enteró de la llegada, convocó enseguida a
sus conocidos para ir a ayudar. “Como ya tengo una panda de amigos venezolanos
aquí, pedimos voluntarios para la feria. Cada uno hizo algo y así pudimos
compartir un poco de nuestra cultura. Comprendemos muy bien la situación,
conocemos la desesperación que sienten y sabemos lo importante que es
ayudar”, nos contó.
Liz
Helena, estudiante de relaciones internacionales en la Pontifica Universidad
Católica de Minas Gerais, también ayudó en la preparación y venta de comida.
Según ella, se trata de “una oportunidad increíble para que estas dos culturas
se encuentren, los brasileños intentan hablar español y viceversa. Es una ocasión
para que las personas se conozcan, se integren”, afirma.
Además
de comida típica, también estuvo presente la música tradicional. Las
interpretaciones con el cuatro, el instrumento de las canciones típicas
venezolanas, provocaron la emoción y la nostalgia tanto de venezolanos como de
brasileños. Al término de la misa se invitó a la música Marcelis García a
cantar una composición propia que habla sobre Venezuela y los desafíos de
dejarlo todo atrás. Al final, recibió el aplauso en pie de una catedral atestada.
Trabajo
en red
Con
más de 4.700 personas reubicadas a diversas partes del país, resulta evidente
que la estrategia de reubicación interna es un medio eficaz para que las
personas solicitantes de asilo y refugiadas puedan volver a empezar. Según la
coordinadora de la oficina del SJMR en Belo Horizonte, Juliana Rocha,
“conociendo la realidad de Roraima, sabemos que trasladar a las personas
procedentes de Venezuela hacia otras partes del país representa la posibilidad
de que ellas mismas se responsabilicen de traer a sus familiares y estabilizar
el flujo”. “Creo que Brasil, a través del Gobierno, el Ejército, agencias de
Naciones Unidas como ACNUR y socios implementadores, realiza una elección
colectiva acertada al apostar por la reubicación interna, ya que se trata de
una solución duradera. No queremos limitarnos a resolver la emergencia: lo que
queremos es proponer soluciones que promuevan la independencia y la autonomía
de estas personas. Sabemos que Boa Vista no es capaz de absorber esta mano de
obra valiosísima, y sus servicios públicos están sobrecargados. Por eso,
pensamos que la reubicación interna es la mejor opción”, concluyó.
El
trabajo que se inicia en la frontera se consolida en cada una de las ciudades
de destino. En Belo Horizonte, por ejemplo, el Servicio Jesuita organizó
reuniones de coordinación para establecer una red de apoyo que se subdividió en
seis Grupos de Trabajo con objeto de realizar campañas de recaudación, apoyar
la gestión de las casas y la integración de las personas. En la actualidad, la
red está compuesta por ACNUR, Cáritas Minas Gerais, la Pontificia Universidad
Católica de Minas Gerais, CEFET (clases de portugués), técnicos del ámbito de
la sanidad y los servicios sociales, el Colectivo de Mujeres Migrantes Cio da
Terra, el Instituto Felix Guatarri, la Defensoría Pública, la ONG Providence
(vinculada a la Archidiócesis), Casa Chico, profesionales venezolanos y
venezolanas que ya vivían en la ciudad hace más tiempo, otras personas
refugiadas procedentes de Venezuela, estudiantes y personas interesadas.
Para
la Asistente Sénior de Protección de ACNUR Silvia Sander, esta colaboración
múltiple es un ejemplo de cómo la implicación de actores diversos resulta clave
para una acogida sostenible. En su opinión, este tipo de estrategia es la que
aparece establecida como modelo en la Declaración de Nueva York para los
Refugiados y los Migrantes. “En ese sentido, el objetivo de ACNUR es trabajar
para que otras redes dialoguen con el objetivo común de ayudar a las personas
refugiadas. Este es un ejemplo de éxito que demuestra cómo la colaboración
local, con el respaldo técnico y el apoyo de organismos internacionales,
garantiza una acogida completa a través de una responsabilidad compartida”,
afirma.
Al
término de esta etapa, 226 venezolanos acogidos en Boa Vista (Roraima) fueron
reubicados en ocho ciudades brasileñas el viernes 15 y el sábado 16. Fueron
acogidos por 11 albergues dirigidos por seis instituciones de la sociedad civil
localizados en: Porto Alegre (Río Grande del Sur), Caixas do Sul (Río Grande del
Sur), Goioerê (Paraná), Curitiba (Paraná), Río de Janeiro (Río de Janeiro), São
Paulo (São Paulo), Guarulhos (São Paulo) y Belo Horizonte (Minas Gerais).
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