Por Fernando Pereira
“Me preocupa la situación
país que vivimos, la desesperanza de muchos educadores, la falta de
recursos para dar clases en las escuelas, la migración de muchos compañeros a
otros países, los estudiantes dejados atrás”, Yajaira González, Sub-directora
del Colegio Juan Pablo II, Fe y Alegría, Ojo de Agua, carretera vieja
Caracas-Guaira.
Yajaira presentó este texto
en la Ruta del Buen Trato, proceso de formación-acción para la promoción
de la convivencia que iniciamos en Cecodap con la participación de personal
docente de 25 centros educativos públicos y subsidiados ubicados en sectores populares.
Lo convocamos a comienzos de
enero y confesamos la interrogante que nos invadió, si sería el momento para
hacerlo, si la incertidumbre reinante lo permitiría; si con las
adversidades reinantes en los centros educativos, recogidas por Yajaira en su
texto, dejarían la energía para asumir un nuevo compromiso. La respuesta fue
abrumadora: Las postulaciones superaron 6 veces la matricula esperada.
Recordé entonces la Pedagogía
de la esperanza del educador brasileño Paulo Freire texto que escribe como
una respuesta, un desarrollo de su célebre Pedagogía del oprimido. Evoca la
esperanza en su nuevo trabajo como un testimonio del esfuerzo silencioso
y generoso de muchos que, en todo el mundo, impiden que la esperanza muera.
Sin duda la esperanza
aguardaba silenciosa en los caseríos, barrios, urbanizaciones, escuelas,
colegios de nuestro país.
Gerenciar la esperanza
El sábado 16 de febrero
fuimos honrados coordinando un conversatorio con los participantes del
Diplomado de Gerencia Educativa y Comunitaria desarrollado por la UCAB. Escuchamos los retos
de directores, subdirectores, personal docente que le pusieron “piel” a lo que
significa gerenciar un centro educativo en los momentos que vive el
país.
Gerencia en crisis,
apuntaron, sorteando obstáculos. Gerencia de guerra, “porque lo que vivo en mi
escuela son los efectos del impacto que se producen en países con conflictos
bélicos”
Falta comida, agua,
transporte, útiles y sin duda su efecto es devastador; pero gerenciar la
esperanza es el reto fundamental en los tiempos que vivimos. El papel
principal del director, maestro es mantener la capacidad de inspirar, de
darle un sentido, una razón de ser, a sus estudiantes, compañeros,
representantes. No se trata de desconocer la realidad y sus dificultades; pero
no dejar que secuestre la capacidad de construir y avivar la esperanza con
nuestras acciones.
La inmensa mayoría del país
ha visto florecer la esperanza y nuestras escuelas tienen que
convertirse en sus semilleros. Los maestros en sus jardineros. La educación
emocional nos da alternativas para desarrollar ese proceso.
Daniel Goleman caracteriza a
las personas inteligentes emocionalmente pues muestran automotivación,
expresan y conocen sus emociones y reconocen y valoran las de los demás, son
perseverantes a pesar de las dificultades, poseen autocontrol ante
los conflictos, tienen empatíay comprensión ante las necesidades de los
otros y mantienen la esperanza y el positivismo.
Nuestras escuelas tienen que
ser espacios para sembrar la esperanza de que si hay “luz al final del túnel”
Honrando a los educadores de
vocación
“Cabe destacar, que me
mantengo en la escuela porque tengo fe, esperanza y amor. Porque creo en
la escuela como cambio para transformar vidas. Me motiva
llegar a la escuela en la mañana y recibir el saludo y cariño de
los estudiantes. Me motiva, porque me gusta ser ejemplo de vida de muchos niños
y niñas, y sobre todo, me apasiona el triunfo de quienes he guiado. Me motiva,
porque siento que Dios me ha dotado de este maravilloso don de enseñar y
de emplearlo de la mejor manera posible. También me motiva el deseo de ayudar
aportar en la calidad educativa, a contribuir en mi país, y
sobre todo me motiva saber que la figura del maestro es clave en el
proceso educativo y en la vida de muchos niños y niñas. Asimismo,
deseo ver un país libre de tanta desidia, docentes comprometidos, con
nuevas convicciones, con ganas de luchar y trasformar los corazones de niños y
niñas”
Como Yajaira, son muchos los
educadores que a pesar de la oscuridad, de manera silenciosa y comprometida,
mantienen viva la esperanza.
21-02-19
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