R.Daneel Olivaw 27 de febrero de 2019
Una
ojeada y breve análisis sobre lo ocurrido alrededor del #23Febr.
El
mayoritario y vehemente rechazo a la dictadura de Maduro durante la sesión de
emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Venezuela este #26Feb, no
solo fue palpable sino que vino acompañado con la exigencia general de la
restitución de la democracia en el país. Esto último, claro está, con
diferentes matices según el país y en el usual lenguaje diplomático.
Hay
que recordar el importante y costoso lobby político de la dictadura en el mundo, especialmente en Naciones Unidas y
sus órganos subsidiarios. Hasta hace poco ese efecto impidió que los demócratas
del país fuésemos escuchados. Pero esto cambió radicalmente y ayer se apreció
un consenso contra el régimen que hubiera sido imposible en el pasado reciente.
¿De
dónde viene este gran consenso contra la dictadura? Precisamente, de la
estrategia política de la alternativa Democrática encabezada por el Presidente
(E) Juan Guaidó y la participación activa de la Asamblea Nacional. Esa
estrategia, que desenmascara al régimen al llevarlo a cometer errores de
elevado costo político al ponerlo en situación de decidir entre malas
alternativas en el terreno internacional y/o nacional, en donde difícilmente se
aceptan medias tintas como es el caso del Derecho Internacional Humanitario.
De ahí
la importancia de los hechos del 23 de febrero. Ese día se construyó y demostró
la narrativa, para registrar noticia criminis y documentar la manifiesta
voluntad de la dictadura de impedir la asistencia humanitaria a la población,
lo cual elevó el tono del discurso en la sesión de emergencia del Consejo de
Seguridad de la ONU.
Allí
Alemania, dijo que "la violación de los DDHH no es una cuestión
interna", y que por eso "debemos intervenir"; Polonia, Reino
Unido y hasta la propia secretaria adjunta de la ONU hicieran énfasis en que el
impedimento de la entrada de la ayuda humanitaria hace reaccionar a una
comunidad internacional que no solo se desmarca de ese tipo de acciones, sino
que exige acciones de mayor fuerza para impedir el sufrimiento de la población.
La estrategia planteada en cuanto a la
ayuda humanitaria sigue siendo exitosa. Llegar a este nivel de consenso,
con esta elevación del tono contra la dictadura en sesión de emergencia luego
de los hechos del 23 de febrero es una gran victoria para las fuerzas
democráticas en Venezuela.
El
lenguaje diplomático está lleno de insinuaciones y metamensajes que iluminan o
esconden posturas de los Estados sobre determinados asuntos, según sus
respectivas políticas exteriores e incluso interiores. Por lo que hay que
"leer entre líneas".
Lo que
argumentalmente se planteaba era si la permanencia del régimen de Maduro
representa una amenaza a la paz y seguridad internacional. Es decir cómo y qué
magnitud los países se ven afectados por
la crisis venezolana.
Lo que
argumentaron EEUU, seguido de Perú, Colombia, Brasil, Alemania y Reino Unido
fue que la crisis económica y humanitaria generada por el gobierno
"opresor y antidemocrático (expresión de Pompeo)" de Maduro
constituye una amenaza a la paz y seguridad internacional.
El
resultado del #23Feb para el régimen fue sumamente costoso en el terreno
internacional como lo muestra el tono con que Pompeo llama a los Estados a
“tomar partido”, y que Francia y Reino Unido (ambos, miembros permanentes del
consejo) lancen un ultimátum a Maduro sobre elecciones.
Muchos
quieren la intervención militar. Para llegar a esa situación, sin embargo,
antes deben cumplirse procedimientos
jurídicos y llenarse pasos políticos que aún no se han completado. En lo
jurídico, debe recordarse que la Carta de Naciones Unidas establece un conjunto
de procedimientos para la resolución de conflictos que atenten contra la seguridad
y la paz internacionales. El articulado del 33 al 43 establece mecanismos para
la resolución pacífica de controversias y acciones en casos de amenazas a la
paz, quebrantamiento de esta o actos de agresión. Nadie va a pasar por encima
de la norma de la ONU.
En
términos sencillos: deben agotarse todos los procedimientos antes de llegar al
uso de la fuerza militar. Y esos procedimientos apenas se están construyendo
usando la ayuda humanitaria. Ese es ahora el principal punto de presión contra
la dictadura, en lo externo.
Es
necesario entender que en el ambiente diplomático internacional se procura
respetar al máximo la legislación y las acciones se busca que acarreen el menor
costo político posible.
Primero
se le debe exigir a Maduro, de todas las formas posibles, la entrada de la
ayuda humanitaria. No en vano insistieron en eso los Estados.
Veremos
cual será la respuesta de la dictadura, que hasta hasta ahora se ha visto
entrampada en este tema. Cómo reaccione la dictadura, determinará las próximas
acciones y ellos lo saben.
En lo
político, dentro de la ONU se sabe que la postura de China y Rusia, miembros
permanentes del consejo con poder de veto, es rechazar el uso de la fuerza.
Pero hay que insistir en esta institución para crear la mayor presión y
consenso posibles usando ese espacio de encuentro multinacional, para inducir
fracturas en la dictadura. Si China y Rusia permanecen es su posición, entonces
viene el juego político internacional fuera de Naciones Unidas.
Las
acciones fuera de Naciones Unidas tienen su costó político, aún para los
miembros permanentes. EEUU lo pagó luego de la invasión a Irak y Rusia recibió
sanciones por invadir Crimea.
Estados
Unidos ha sostenido que tiene todas las opciones sobre la mesa, pero esto no es
tan fácil, depende de muchas situaciones previas y no dejan de tener su costo
político.
Señalamiento
especial merece el desprecio que el régimen recibió en la persona de Jorge
Arreaza al iniciar su discurso, más de 60 países abandonaron el salón en la reunión
de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, Suiza, muestra la
magnitud del aislamiento internacional.
En
síntesis, el saldo posterior al #23Feb es una comunidad internacional con vehemente
rechazo a la dictadura, una presión que se incrementa desde todos lados y
formas, y un Arreaza bajando la cabeza. Incluso llegó a insinuar la posibilidad
de llamar a elecciones
El
régimen no solo quedó más débil y desnudo, sino que se palpó claramente el
alcance de sus aliados. Y a juzgar por lo visto, poco podrán hacer estos para
detener el cambio político en el país.
En lo
interno, en los días previos al “contra-concierto” del régimen, diferentes artistas
rechazaron participar y esa situación se puede definir como la ausencia de la
percepción de poder de parte de los convocantes, que terminó rematada por la
escasa y pobre convocatoria con que contó.
Luego
el propio @23Febr, un régimen que se conceptúa como cívico-militar, mostró su
desnudez en lo militar al utilizar cuerpos paramilitares salidos de las
cárceles, también pudimos ver unos generales sin tropa, es decir un régimen
sostenido por el sector menos apreciado de la sociedad.
La
criminal acción de esos cuerpos paramilitares, armados por el régimen, observada
en la frontera con Colombia, y la frontera con Brasil, esta vez fue a la vista
de todos y resultó acreedora del mayor rechazo. Al cual también contribuyó lo
ocurrido con la etnia pemón en el sur del país, un horror que desnudó la
verdadera catadura de los usurpadores.
El
régimen se entrampó en el dilema de dejar o no entrar la ayuda humanitaria. Si
permitía la entrada se debilitaba internamente, y si la impedía se vería
afectado internacionalmente.
Optó
por la segunda, pero también mostrando debilidad y soledad interna.
Este
es un gran momento para la Alternativa Democrática, vamos bien, no permitamos
ni abramos la puerta de la duda.
Nuestra
tarea como ciudadanos es asistir a todas las convocatorias de calle, continuar
difundiendo la Ley de Amnistía, para seguir sumando, y construir esperanza
sabiendo que tenemos un futuro promisor con el Plan País.
¡Fuerza
y fe, porque vamos bien!
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