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jueves, 28 de febrero de 2019

Presidencia de Transición – Ambiente, por Miguel Méndez Rodulfo




Miguel Méndez Rodulfo 27 de febrero de 2019

La problemática del Ambiente y el Cambio Climático en la Transición, guarda la misma o mayor importancia que el tema de los servicios públicos básicos de agua, electricidad, gas, transporte, residuos sólidos, etc. Por otra parte el ambiente, como también lo es la educación, es un aspecto trasversal a todas las políticas públicas y esto es clave que se entienda en la nueva gobernabilidad, tal como está previsto en los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la ONU. Algo que hay que tener muy claro para abordar efectivamente los aspectos ambientales es la institucionalidad; en efecto, hay que haber previsto una estructura organizativa que permita aplicar en forma nacional, estadal y municipal, los contenidos del programa de acciones, como después las propuestas de la política pública. No obstante, hay que tener claro que al inicio de la Transición, hay que manejarse con la misma estructura heredada del régimen, pero debe migrarse lo más rápidamente que se pueda a la nueva forma de organizarse, la cual por cierto estará condicionada por la territorialidad del país. En este sentido es estratégico que las regiones político administrativas de Venezuela (Los Llanos, Los Andes, Guayana, etc.) extiendan sus límites para que abarquen y tengan el control sobre los cuerpos de agua que integran las cuencas hidrográficas que conforman esa región. Esto determinará el establecimiento de Autoridades Únicas por Cuencas en cada región, al igual que la responsabilidad rotativa, en períodos anuales, de los gobernadores por preservar las cuencas. Lo anterior complementa la creación de un Consejo Nacional de Ambiente y su Secretaría Técnica, de un Centro Nacional de Formación en Ambiente y Cambio Climático, y de la conformación de las mancomunidades municipales de cuencas, estructuras clave para la futura gobernabilidad.

La prioridad número 1 en el “Programa de Acciones Específicas” para la Transición ambiental, creemos que es parar en seco el hiper ecocidio del mal llamado Arco Minero del Orinoco. Esta inmensa devastación de proporciones bíblicas hay que detenerla de ipso facto. Intervenir el Lago de Valencia, es otra gran prioridad: clausurar el trasvase hacia el rio Tucutunemo que contamina al embalse de Camatagua, al igual que el trasvase al Pao Cachinche. Reconstruir las plantas de tratamiento de La Mariposa y Los Guayos. Reconstruir las plantas potabilizadoras Alejo Zuluaga, Lucio Baldó Soules. Drenar las aguas del lago, con nivel de tratamiento primario, hacia el río Macaira, utilizando ese caudal para un sistema de riego en Guárico y Cojedes, para cultivo de plantas ornamentales o maderables. Otro problema prioritario a considerar es el control los lodos rojos de las Empresas Básicas de Guayana. Éste es un residuo tóxico fuertemente cáustico (pH 12,5); contiene peligrosas concentraciones de aluminio, hierro, plomo y cromo en sus sedimentos; se dispone en lagunas artificiales de grandes dimensiones (más de 2 km2), y se confina a máxima capacidad y a pocos metros del curso del río Orinoco en Lagunas que entran en contacto con el Padre río en cada período de lluvia. Este problema tiene un elevado potencial de trascender el territorio nacional y bien pudiera ser el detonante de una crisis geopolítica de dimensión regional (Caribe Sur). Se requiere diseñar un proyecto de alta ingeniería ambiental. Materializar las medidas de ingeniería estructural, que resulten necesarias para controlar en el corto plazo las emisiones desordenadas y eliminar en el mediano plazo toda posibilidad de manifestación del riesgo en cuestión.

Desactivar la bomba de tiempo del coque y el azufre en Jose. El coque como material inflamable presenta el grave riesgo de que las pilas en que se ha acumulado hagan ignición. Si esto se llegara a producir la montaña ardería por semanas contaminando buena parte de la región oriental. Resolver el problema del coque acumulado en Jose, mediante un mecanismo eficiente y económico de traslado y embarque del subproducto hasta vaciar las dos grandes pilas en un plazo de tres años. Estas instalaciones se pueden terminar en seis meses, para iniciar el proceso de desalojo del coque. Éste tiene un gran mercado, al igual que el azufre, pero el último se puede despachar en menor tiempo.

Miguel Méndez Rodulfo

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