Rixio G Portillo 18 de febrero de 2019
El
académico venezolano, miembro de la Pontificia Comisión para América
Latina en la Santa Sede, afirma que la diplomacia vaticana está
trabajando en sigilo para una transición y elecciones en el
país suramericano.
Rafael
Luciani es un teólogo venezolano, profesor en el Boston
College en Estados Unidos, y participante de diferentes iniciativas
académica en el Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) y la Universidad
Católica Andrés Bello (UCAB) en Venezuela; en entrevista exclusiva
para Papagayo News conversó sobre la posición del Papa
Francisco y la Santa Sede en el conflicto venezolano y las acciones
emprendidas desde el Vaticano para resolver el conflicto más
transcendente en el continente del papa reinante.
—¿Cuál
es la posición del Papa Francisco en relación con Nicolás Maduro? Ha habido dos
encuentros y un intercambio epistolar, que en el caso del Papa se ha mantenido
como privado.
—El
gobierno no ha respondido a ninguna comunicación oficial. No lo hizo a
las cuatro condiciones de Parolín, ni a otras cartas. Una cosa es
que manden cartas y otra es que respondan a lo que dice el Vaticano, hasta
ahora eso no ha sucedido. Por otra parte, los recibimientos que ha tenido
Maduro con el Papa Francisco han sido como jefe de estado en su momento y el
Vaticano no se puede negar a ello, es decir, a recibir a un presidente. De
manera que hasta el día de hoy lo que ha habido es una relación entre Estados
por las vías oficiales y regulares. No hay nada que se pueda decir que el Papa
haya hecho como un salto. Y por otra parte, la primera vez que Maduro
fue recibido oficialmente como presidente, en la Plaza de San Pedro también
fueron recibidos miembros de la oposición y del parlamento. Allí
hay un manejo de símbolos, que como es propio de Francisco, los gestos dicen
más allá de las cartas.
—¿Pero
existe una amistad o cercanía entre Maduro y Sumo Pontífice?
—En lo
más mínimo no hay ningún tipo de amistad con Maduro. Eso está muy
claro y lo sabemos muy bien sobre los pronunciamientos en privado con obispos y
personas que han ido, de congregaciones religiosas y laicos hablar con él.
Incluso hasta Julio Borges acaba de declarar que en su encuentro privado con el
Papa, le dijo que no había una posición de favorecer al régimen,
siempre ha sido una relación de un Estado con otro Estado.
—¿Cuál
es la posición del Papa en relación con Venezuela?
—Sus
palabras, que no se le dan tanta importancia en la mayoría de las personas son
muy claras, sí las ubican en la cultura eclesiástica, cuando él dice: “Mi
voz está en la voz de los obispos”, no es cualquier expresión. Si
eso se dice en una estructura en la que no hay democracia, en el sentido en el
que todo se hace bajo la aprobación y el consentimiento del Papa. Entonces, de
manera explicita, en esa expresión se está diciendo, lo que ustedes digan y lo
que ustedes hagan tienen completamente mi apoyo y mi parecer. Y si se contrasta
con los pontificados anteriores queda mucho más claro. Cuando las Conferencias
Episcopales tomaban ciertas líneas y opciones desde el punto de vista político,
inmediatamente Roma hacía algún tipo de intervención, de reclamo o
notificación, y hasta el día de hoy, no ha habido ninguna notificación
ni injerencia de parte del Vaticano sobre las acciones y los pronunciamientos
de los obispos, sino todo lo contrario. En el fondo esa frase del Papa,
dentro de la vida de la iglesia, tiene una fortaleza muy grande y no es
simplemente una declarativa.
—¿Pero
no ha habido una posición pública? Esa frase surgió en el encuentro con los
Obispos de Venezuela en la visita ad limina en septiembre.
—La
expresión dicha a los obispos y expresada es una posición de respaldo.
El respaldo no se da en la Plaza de San Pedro durante una Urbi et Orbe,
ya está dado, inclusive de manera oficial y no como un comentario en una entrevista
o en un avión, o algo de tipo personal. El hecho que se los haya dicho
a los obispos, es ya una posición oficial. Otra cosa es que no se le vea la
fortaleza de lo que significa que un Papa diga eso a una Conferencia
Episcopal. Como lo dijo Francisco en la Evangelii Gaudium, el
Papa no sustituye a las conferencias locales, cada uno tiene un rol, y él tiene
un rol no solo como pastor sino en el plano diplomático que no puede
ser público.
—En
relación con que no se vea esa posición, hay un conflicto en la opinión
pública, la figura del Papa Francisco en el caso Venezuela es mal vista, y no
solo por un grupo pequeño, sino hasta por el grupo de expresidentes Idea, que
también han hecho algunos pronunciamientos. ¿Dónde surge esta confusión?
—Por
una parte, se entiende la realidad venezolana en el desespero ante una situación
humanitaria de violencia y de muerte cotidiana, y eso lleva a que muchas
personas manifiesten esa preocupación, pidiendo al Papa que se manifieste sobre
eso de manera explicita, pero eso no significa que el Papa no esté
haciendo nada, o se tenga derecho a insultarlo, como se ve que está
sucediendo por personas que están en los medios muy influyentes y por católicos
intelectuales y políticos.
Allí
hay una diferenciación que en su doble rol de jefe de estado y de obispo de
Roma no se entiende en el común denominador. Pero es una diferencia real. No
todo lo que se está haciendo se puede decir, eso en cualquier diplomacia.
Y por
otra parte, la diplomacia del Vaticano no funciona de manera declarativa como
funcionan otras diplomacias del mundo. Por ejemplo, cuando se habla de la
neutralidad, eso no es una posición nueva, es una línea de acción de la
diplomacia vaticana que desde 1929 viene funcionando así. Y eso lo que quiere
decir es que se reserva el Vaticano la capacidad ante el conflicto
último que se pueda dar de mediar entre las partes para buscar una solución.
La
neutralidad no es no hacer, sino precisamente, salvar que su instancia pueda
hacer una mediación en el momento último de un conflicto. Y por otra
parte, dice Parolín ‘positiva’, porque no espera a que llegue el momento del
desenlace sino que durante el proceso se va haciendo un trabajo para
producir el cambio. Y lo hemos visto, aunque no se quiera reconocer, cuando
es el mismo pontífice quien inicia un proceso de relacionamiento entre los
gobiernos de América Latina que luego lleva a lo que se llama el Grupo
de Lima. Eso no se ha querido reconocer y eso fue un movimiento
inspirado en esa acción que hizo el Papa Francisco.
—¿La
razón de la confusión puede ser ideológica?
—Hay
dos razones: una es que quieren mostrar a este Papa como de izquierda,
por el apoyo a movimientos sociales y en línea de trabajo social; pero por otra
parte, también entiendo una frustración en estos pequeños grupos que tienen
gran influencia, en cuanto que el Papa tenga que pronunciarse directa y
expresamente sobre la persona de Maduro, cosa que ningún Papa lo ha
hecho, ni siquiera Juan Pablo II como lo han querido hacer ver.
—Sobre
la participación de la Santa Sede en un nuevo diálogo entre oposición y Maduro,
hay dos declaraciones, el Papa está verificando la voluntad de las partes (si
ambas lo piden) y para el cardenal Porras es inviable ¿son dos posturas?,
¿habrá diálogo?
—No
hay dos posturas, el Papa como jefe de Estado, su rol siempre es
ofrecer el diálogo, que no significa el consentimiento a una de las partes;
es una instancia en la que se pueden encontrar las partes a la hora de un
conflicto, eso es algo que todos los Papas, incluso Juan Pablo II fue su
política frente a los regímenes totalitarios; esa es la oferta pública de la
línea diplomática del Vaticano. Y otra cosa es que, vaya a verlo: el cardenal
Porras está diciendo lo que es en realidad, en el contexto local venezolano, eso
no quiere decir que vaya a ver diálogo y no como una mediación como la que
sucedió anteriormente.
La
palabra diálogo también hay que ver cómo se entiende, quizás negociación,
porque el Vaticano a la hora de un conflicto siempre ha negociado
salidas, que significa evitar mayores riesgos, como por ejemplo
entre Argentina y Chile. Frente alternativas que puedan significar guerras,
conflictos armados, donde la población que va a ir a morir, no necesariamente
es la que da la orden de ir a pelear. Allí el cardenal Porras está en perfecta
sintonía con el Papa desde su rol en la Iglesia local.
—El
Papa Francisco ha dicho públicamente “evitar el derramamiento de sangre” pero
las cifras de violencia en Venezuela, por inseguridad y represión son
altísimas, ya se está derramando sangre ¿qué interpretación se le pueden dar a
estas palabras?, ¿están vinculadas a una posible intervención militar en
Venezuela?
—Hay
que entender el contexto en el que Papa vivió, esa frase tiene esa dimensión
personal, expresada a un grupo de periodistas, en la que él personalmente vivió
bajo un régimen dictatorial que no solo asesinó a miles de personas, sino que
él a su vez tuvo que intervenir, como se sabe, salvando mucho de esas vidas. Yo
creo que a partir de su historia, ese temor es real y lo quiso
expresar. Que vaya a ver un conflicto militar, y él lo sepa, ya esos son
especulaciones que no podemos hacer. Pero que él haya expresado en el avión de
regreso de Panamá un miedo real y que tenga que ver con una experiencia real e
histórica que vivió es perfectamente válido.
—Usted
es de los pocos que insiste en afirmar que el Papa Francisco estuvo en los
orígenes del Grupo de Lima, ¿cuál fue la participación real del Vaticano?
—Cuando
el Papa se reúne con la canciller argentina Susana Malcorra, precisamente fue
para lograr a través del gobierno argentino se movilizara un
sentimiento común en los países latinoamericanos ante la crisis venezolana. Esa
movilización política llevó a lo que después se formó como el Grupo de Lima,
eso no quiere decir que el Papa lo haya fundado porque el Vaticano no funda
grupos ni trabaja con países, porque la diplomacia del Vaticano es siempre
hecha directamente desde sus propias instancias en relación a un país que está
en conflicto. Nunca trabaja junto a otros países, uniéndose, desde el punto de
vista político. De manera que él haya impulsado a través de reuniones, es lo
realmente importante y fundamental para entender la movilización de lo que
sucede en América Latina.
—¿El
Papa Francisco tuvo la idea?
—No,
la idea en cuanto ya a decisión tomada, como un grupo que hoy en día conocemos,
con una finalidad especifica, fue iniciativa de los gobiernos, pero quien
impulsó y facilitó toda esa unidad de los países latinoamericanos y gobiernos,
en atención a la situación venezolana fue el Papa Francisco. Al inicio se
reconoció, pero luego se olvidó y después se ha querido crear una especie de
confrontación, porque el problema es no comprender que la diplomacia vaticana
no trabaja en conjunción o con grupos de países sino que trabaja con el país en
conflicto y promoviendo o inspirando acciones en otros países.
—Públicamente,
el Vaticano confirmó la reunión con el monseñor Édgar Peña, sustituto para los
Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, ¿qué salió de ese encuentro?
—Primero
como sabemos hubo una carta de Maduro, luego una visita del canciller Arreaza,
y que la Secretaría de Estado no lo recibió y ahora este encuentro, esta
reunión que sí fue realizada en la oficina de la Secretaría de Estado.
Ese contexto ya dice mucho, porque hasta el día de hoy la Secretaría de Estado
no se ha reunido con representantes de Maduro sino que ha recibido
comunicaciones. Mientras que sí se ha reunido, como efectivamente
sucedió con representantes de Guaidó, y yo creo que eso ya dice mucho
desde el punto de vista de la diplomacia. En la reunión, sabemos lo que se ha
dicho públicamente, el Papa insiste a través de las Secretaría de Estado
en los cuatro puntos oficiales de la carta de Parolín, y el
Vaticano no cambia de política de un día para otro, ni de una semana para otra,
de manera que el apoyo no es a una parte sino a que las condiciones que en su
momento se pusieron, sigan vigentes. Condiciones que, he sido muy claro en
esto, Guaidó ha asumido dentro de su hoja de ruta: elecciones generales,
liberación de los presos políticos, reconocimiento del parlamento y lo que
estamos viendo en toda estas semanas, la apertura del canal humanitario. Es
decir, que hay una coincidencia que no puede ser saltada, pues la
memoria histórica nos falla.
—¿Pero
puede el Papa Francisco influir en Maduro o tener algún tipo de incidencia para
resolver la crisis?
—Sí, y
yo creo que eso es lo que está haciendo, y ya lo ha hecho con el caso
de Obama en Cuba, y también hubo caso en el pontificado de Juan Pablo, eso
es parte del trabajo de la diplomacia vaticana buscando soluciones a
los conflictos. De manera que no es algo nuevo ni que no se pueda decir, la
diplomacia vaticana es eso lo que está haciendo y en ciertas frases lo han
dejado saber: —estamos actuando, estamos haciendo, estamos buscando
soluciones—, en un lenguaje diplomático en dos o tres palabras que son claves.
—Elisabetta
Piqué afirma que una fuente en el Vaticano le informó que se estaba buscando
una salida elegante a Maduro ¿está haciendo el Papa Francisco algo para
resolver la crisis en Venezuela?
—El
Papa está buscando una salida a la crisis, y una salida significa
transición y elecciones, como lo ha pedido el Vaticano, es decir, un nuevo
gobierno, porque las elecciones son un paso hacia el gobierno, y en eso está
trabajando el Vaticano.
—¿Cómo
cree que la historia va a contar el rol del Papa en la crisis en Venezuela?
—Cuando
pase todo sabremos lo que está haciendo Francisco y el Vaticano.
—¿Pero
tendremos que esperar 50 años que abran los Archivos Secretos?
—No, todo
lo que ha hecho Francisco se sabe inmediatamente, aquí no hay cuestiones
escondidas, son movimientos diplomáticos normales en función de una solución.
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