Carmen Pérez-Lanzac
Madrid 6 ENE 2015
Los ciudadanos exigen a la política nuevos canales de participación
En España, tras la senda de Podemos, todos los partidos intentan adaptarse
Están
cambiando las reglas del juego. La ciudadanía quiere comunicarse con los
políticos y las redes sociales ya no bastan. Dar su opinión cada cuatro años ha
dejado de parecerles suficiente. El PSOE lanzó en noviembre MiPSOE,
“un lugar donde cualquier ciudadano puede apuntarse y participar”, explica María
González Veracruz, secretaria de Participación y Política en Red del PSOE. “Por
un lado los ciudadanos podrán hacer sugerencias para los programas municipal,
autonómico y nacional que filtrará la ejecutiva del partido. Pero también
supone establecer una relación directa del ciudadano con el partido con mucho
potencial”. El PP lanzará a lo largo de enero una aplicación de participación
ciudadana que se sumará a la escucha que, al igual que el resto de partidos,
viene haciendo desde las redes sociales, cuenta Pablo Casado, el diputado
responsable de participación en el partido. Izquierda Unida abrió en septiembre
un canal de encuentro
para recoger propuestas de la ciudadanía de cara a la elaboración de su
programa. “La participación siempre ha sido una de nuestras señas de
identidad”, dice un portavoz del partido. En febrero UPyD habilitó un canal
para recibir preguntas para el Gobierno. Ciudadanos
ha elaborado una herramienta interna para poder mandar propuestas de debates y
Guanyem ha puesto a disposición de sus simpatizantes aplicaciones que facilitan
su participación en las decisiones del partido.
Podemos
es quien ha puesto la participación con mayúsculas en el mapa. Ofreciendo a sus simpatizantes
el uso de aplicaciones como Reddit, Loomio
o Agora Voting
pueden saber qué opinan y desean sus simpatizantes, a pesar de que la cúpula de
Iglesias ha primado mantener el control de la organización frente a una
descentralización plena. En algunos de sus círculos territoriales los utiliza
el 50% de los integrantes, en otros no los usa nadie. Pero su uso sigue
aumentando desde marzo pasado.
Fran
Carrillo, de La Fábrica de Discursos,
una empresa que asesora a partidos políticos, dice que quedarse fuera de esta
nueva tendencia supondría para un partido “perder un 40% de penetración”. “Lo
que estamos viendo este año, se quedará corto el curso que viene”, añade. “La
orientación de los partidos ya no puede ser lo que sale en una encuesta, como
era hasta ahora”, dice Juan Quesada, director de la consultora Mosaiq.
“La gente cada vez tiene más necesidad de obtener respuesta a cuestiones que le
preocupan. ¿En qué punto estamos? Pues depende de la provincia. Hay quien por
necesidades electorales ha empezado a trabajar con propuestas concretas y en
otras zonas, donde tienen músculo de votos, piensan que no va a ser necesario
porque no van a cambiar sus resultados”.
Para
Quesada estas herramientas son más útiles para los partidos cuando están en la
oposición. “Las plataformas de escucha indiscriminada son mucho más útiles para
los partidos que no están en Gobierno”, coincide Pablo Casado, del PP. “Si lo
haces desde el Gobierno, creas unas expectativas mucho más difíciles de
cumplir. Si alguien dice que habría que poner en todas las carreteras peaje,
¿qué haces?”, pregunta.
Desde
su lanzamiento, a mediados de Noviembre, 4.000 personas se han apuntado a
MiPSOE. Para Javier Toret, de Guanyem y del grupo de 'Redes,
Movimientos y Tecnopolítica', de la
Universidad Abierta de Cataluña, la nueva ola participativa de algunos partidos
no le convence. “Muchos fomentan una participación falsa. No basta con crear
una plataforma y ya está, hay que tener en cuenta lo que se dice en ella”. “El
problema de PSOE, PP e IU es que pueden no tener tiempo suficiente para generar
una comunidad activa de cara a las municipales”, dice David Álvarez, analista y
consultor de redes sociales. “Capacidad y recursos tienen, pero tiempo no”.
Tres
de diciembre. En Medialab, el espacio
de difusión de proyectos culturales del Ayuntamiento de Madrid, Benjamin Knight
(31 años) presenta Loomio, una aplicación neozelandesa utilizada por los
círculos de Podemos. A la presentación asisten varios moderadores de círculos
del partido, una estudiante universitaria y el coordinador de una ONG. La
presentación la organizan Yago Bermejo (33 años), Miguel Arana (32) y Carlos
Barragán (30), tres físicos que estuvieron involucrados en el 15-M y hace dos
años crearon Labodemo (laboratorio democrático),
que pone en contacto a programadores y posibles interesados en su uso. Primero
presentaron a Equo los
beneficios de estas aplicaciones, pero no acabó de arraigar. Después lo
ofrecieron a Juventud Sin Futuro
y más tarde estos los pusieron en contacto con el equipo de Participación de Podemos.
A
pesar del repunte de iniciativas participativas, España va bastante atrasada
comparada con otros países, según cuenta Toret. Hay pocos casos prácticos en
marcha, aunque algunos empiezan a asomar. Sirva de ejemplo el caso de Oviedo,
donde el PP ha impulsado el proyecto Oviedo Decide.
El alcalde, Agustín Iglesias, está fomentando la escucha directa a los
ciudadanos. El torrente de propuestas es visible en su web, en la que hay desde
peticiones para habilitar más zonas donde los perros puedan hacer sus
necesidades a otras que piden ser más estrictos con el horario de cierre de las
terrazas. Este mes el proyecto entra en su segunda fase y hasta febrero se
podrá opinar y votar las más interesantes. 11.000 personas han participado en el proyecto.
Han
pasado 14 años desde que se popularizaron mundialmente los presupuestos
participativos de Porto Alegre (Brasil). Desde hace tres años ha habido un
repunte de iniciativas. En Islandia (con el proyecto Better
Iceland), Ecuador (con el proyecto Flok
Society), Brasil (en su Gabinete
Digital), Argentina (con el Partido de la Red)
o Finlandia (con la iniciativa Open Ministry)
han funcionado proyectos participativos. Pia Mancini, portavoz del grupo
argentino Democracia en Red, opina que
hay que empezar a usar las nuevas tecnologías para mejorar nuestras democracias
“o en el futuro va a haber un conflicto entre un sistema que solo nos invita a
participar cada cuatro años y una ciudadanía que se está acostumbrando a
representarse”.
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