Pedro Pablo Peñaloza 02 Augusto 2015
La crisis también son momentos que
inspiran a las mentes más brillantes. En ese sentido, la venezolana no podía
ser la excepción. Ahora que la escasez repunta, el alcalde de Puerto Cabello ha
demostrado que no tiene ni un pelo de tonto. Cosas del destino: la tierra que
alcanzó notoriedad por el hallazgo de los contenedores con comida descompuesta
de Pdval, tiene en este momento la respuesta al principal quebradero de cabeza
del Gobierno.
Rafael Lacava – que así se llama el
burgomaestre en cuestión – ha dicho que tiene la fórmula para fulminar a los
bachaqueros. “Hace 10 meses habría acabado con el bachaqueo en nuestra ciudad,
pero me aboqué a resolver el problema del agua”, confesó en Venezolana de
Televisión. Lo dicho: la revolución va paso a paso de vencedores.
La solución no requiere de esas
aburridas medidas económicas que obligan a evaluar y reformar con seriedad las
bases de todo un sistema productivo. Nada de eso. Es algo mucho más práctico,
más sencillo. Más chévere, reiría Izarra. Se trata, describió el edil carabobeño,
de imponer a los bachaqueros capturados in fraganti la sanción de vestir una
braga anaranjada y obligarlos a realizar trabajos comunitarios frente a todos
sus vecinos.
“Cuando agarremos a alguien vendiendo
café, azúcar o cualquier otro producto regulado se les pondrá a elegir entre
usar la braga y hacer trabajo comunitario o someterse a la justicia mediante un
proceso llevado por el Ministerio Público”, explicó Lacava. Está claro que el
proyecto es genial, pero peca de exceso de libertad y democracia. Si se deja
abierta la opción de escoger el castigo, se corre el riesgo de que todos
prefieran comparecer ante la Fiscalía, no tanto porque tengan fe en la justicia
sino por los índices de impunidad que ha admitido la propia señora Ortega Díaz.
La iniciativa del alcalde representa una
verdadera ruptura en la historia del socialismo del siglo XXI. El cambio de una
era. De las 3R a las 3B (Bullying Bolivariano contra Bachaqueros). Este plan ejecutivo también podría convertirse
en una disposición legal, impulsando su incorporación al Código Penal. Así se
ampliaría la aplicación de este castigo a otras desviaciones que han afectado a
los venezolanos tanto o más que el pérfido bachaqueo.
Braga azul para los culpables de los
apagones, braga gris para los vinculados con el caso de Andorra, braga blanca
para los responsables de la paralización de la construcción de los hospitales y
la falta de medicinas, braga marrón para los que se hicieron ricos importando
alimentos que dejaron perder, braga caqui para los que inventaron las “zonas de
paz”, braga plateada para bolichicos y boliburgueses, braga negra para los que
hacen negocios con Pdvsa y el contrabando de gasolina, braga morada para los
que han sembrado el país de obras inconclusas, braga verde para los que se llevaron
25 mil millones de dólares… Si esta resolución no persuade a los malandros, al
menos impulsará la producción de bragas en el país. En caso de que la escasez
de colores sea obstáculo para llevar adelante este programa, todos los
uniformes pueden ser rojos.
El general Rodolfo Marco Torres debería
renunciar a su cargo de Vicepresidente de Economía y Finanzas para que en su
lugar entre el camarada alcalde. Cierto es que el último Rafael que pasó por
ese despacho salió eyectado (hacia Nueva York), pero ahora las cosas pueden ser
distintas. Con el ingenio de Lacava, la escasez se acaba.
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