POR JORGE RUEDA 07 de agosto de 2015
El taxista Michel Bompart abraza con
fuerza una batería para su automóvil recién comprada luego de una noche de
incertidumbre ante la posibilidad de ver frustrada una vez más su intención de
reponer el acumulador que le robaron en un centro comercial de Caracas.
"Uno tiene que hacer cola para
todo. A mí me robaron la batería y tuve que pasar tres días aquí para poder
comprar", dijo a The Associated Press Bompart, uno de los cientos de
conductores que hacen fila durante un día o más frente a un local comercial del
este de la capital venezolana para adquirir una de las pocas baterías para
automóviles existentes. Muchos llegan en grúa y deben empujar sus vehículos
mientras avanza la larga fila de unos 400 automóviles.
No todos lo logran. El número de
baterías para la venta es limitado y a veces no alcanza para satisfacer la
demanda.
En Caracas, con más de seis millones de
habitantes, apenas hay un puñado de comercios donde se pueden conseguir
baterías.
Las privaciones diarias comienzan a
irritar a los venezolanos que se ven obligados a invertir buena parte de su
tiempo en hacer fila para adquirir desde pañales desechables a repuestos para
sus automóviles.
Este fin de semana, ni haciendo cola se
conseguirá cerveza, probablemente.
La Cervecería Polar, que distribuye el
80% de la cerveza que se consume en Venezuela, comenzó a cerrar sus fábricas
esta semana porque no tiene materia prima y dejó de hacer entregas en Caracas.
"Jamás se vio algo así",
comentó Yefferson Ramírez, quien el jueves tuvo que ofrecer explicaciones todo
el día a clientes que pedían cervezas en un barrio exclusivo del oriente de
Caracas. Su negocio se quedó sin leche y agua embotellada hace meses.
"A la gente le molesta más quedarse
sin cerveza que sin agua. Eso demuestra lo alteradas que están nuestras
prioridades", indicó Ramírez.
La escasez de baterías no hace sino
aumentar el malestar.
Antes "ibas a cualquier sitio y las
conseguías, ahora no", agregó el taxista Bompart, de 34 años, con los ojos
enrojecidos por la noche sin dormir.
Desde 2006 los venezolanos vienen
enfrentando problemas de desabastecimiento, pero en los últimos dos años la
escasez se ha agudizado debido a que el gobierno redujo la venta de divisas
oficiales, lo que le ha impedido a muchas empresas comprar en el exterior
materias primas, repuestos y equipos.
Según críticos del gobierno el control
de los precios de productos de primera necesidad, los engorrosos trámites para
transportar o almacenar los productos y las expropiaciones de empresas
desalientan las inversiones y constituyen las principales causas de la escasez.
La falta de baterías también se ha
convertido en un problema de seguridad: uno de los mayores temores de los
automovilistas es quedarse varado a cualquier hora del día en Venezuela, uno de
los países más violentos de la región con una tasa de homicidios que según
registros oficiales está en 39 por cada 100.000 habitantes y que de acuerdo con
cálculos de la organización no gubernamental Observatorio Venezolano de
Violencia es de 82 por cada 100.000.
Circular con una batería defectuosa es
riesgoso porque "existe la posibilidad de quedarse varado y... queda uno a
expensas de que pueda ser atracado ", dijo Federico Borges, un comerciante
de 65 años.
Las baterías son objeto de robo porque
pueden ser revendidas por hasta 10 veces más del precio regulado.
El salario mínimo en Venezuela es de
7.324 bolívares, unos 1.162 dólares a la tasa oficial de 6,30 bolívares por
dólar, pero menos de 25 dólares según la cotización de la divisa en el mercado
negro, ampliamente utilizado para establecer muchos de los precios de los
bienes.
Venezuela ha registrado en los últimos
nueve años una de las mayores tasas de inflación de la región a pesar de tener
control de precios y cambio desde 2003. El año pasado, la inflación fue de
68,5%.
Los analistas asocian los problemas de
inflación y desabastecimiento al agotamiento del modelo de controles y a un
crecimiento del gasto público que ha llevado el dinero circulante en la
economía a niveles nunca vistos.
El ministro de Transporte Haiman El
Troudi recientemente comentó que "hasta hace muy poco en Venezuela (se)
producía el 100% de las baterías que consumía, lamentablemente una empresa
decidió cerrar las puertas y abarcaba el 40% del mercado".
Pese a que las autoridades tienen casi
un año sin publicar el indicador de escasez, algunos analistas han estimado que
el desabastecimiento ha alcanzado niveles históricos.
Muchas personas que no logran comprar
cerveza en las tiendas se van a El Tigre, un bar al aire libre con mesas de
plástico en una plaza. El bar todavía tiene cervezas porque envía a sus meseros
a que compren todas las botellas posibles en las tiendas en momentos en que
Caracas sobrelleva una ola de calor, con temperaturas de 30 grados centígrados
(86 Fahrenheit) en un mes en el que las temperaturas promedio giran en torno a
los 23 grados (73 F). Y las vende a 200 bolívares en lugar de los 150 de
costumbre.
Angel Padra arreglaba las botellas el
jueves por la noche al tiempo que comentaba que Venezuela no es la misma sin la
versión negra de la cerveza Polar.
"Empecé a beber negra cuando tenía
13 años", relató. "Es nuestra religión. Nos sacas la cerveza y las
cosas se ponen feas".
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