FRANZ VON BERGEN 16 de agosto de 2015
El 26 de septiembre de 2010 el chavismo
obtuvo 40,79% de los votos en Lara, el porcentaje más bajo que esa opción
política ha registrado en el estado en su historia. Sin embargo, esa noche hubo
fiesta en el comando de campaña oficialista en Barquisimeto. El PSUV se llevó
seis de las nueve curules que se repartían en la entidad y terminó la jornada
triunfante. La razón: la oposición al gobierno se dividió en dos bloques. Unida
hubiese acumulado 58,51% de los sufragios, por separado terminó subrepresentada
con 33% de los escaños.
En aquella época el gobernador de Lara,
Henri Falcón, se acababa de separar del PSUV para unirse al partido Patria para
Todos y comandar junto con otros dirigentes de esa organización lo que algunos
bautizaron como “el chavismo azul”, una tercera vía para romper la
polarización. Su fracaso fue rotundo. Nacionalmente sumaron 3% de los votos y
1% de las 165 curules. En Lara concentraron 28,42% del apoyo, pero eso no les
valió parlamentario alguno por ser la tercera fuerza en votación por detrás del
PSUV y la Mesa de la Unidad Democrática, que acumuló 30,09%, suficiente para
vencer en el circuito más opositor de la entidad y ganar un diputado de la
lista.
En esos comicios la coalición opositora
perdió 4 diputados en todo el país por divisiones, permitiendo que el chavismo
acumulara 98, muy cerca de los 99 necesarios para tener la mayoría calificada y
decretar leyes habilitantes, lo que logró después gracias a algunas deserciones
opositoras.
Hoy, a 4 meses de las elecciones
legislativas del 6 de diciembre, el riesgo de derrotas por culpa de divisiones
vuelve a estar presente. 1.799 candidaturas fueron aceptadas por el CNE, un
promedio de 5,4 nombres por cargo, casi tres más que las dos opciones que han
polarizado la política venezolana en los últimos 15 años.
Muchos de los disidentes son antiguos
agentes o simpatizantes de la polarización que aspiran de manera separada,
luego de perder cuotas de poder o no ser considerados para los puestos en sus
bandos.
Forman tres grandes grupos: uno procura
robar votos del PSUV prometiendo un chavismo verdadero y tiene aspirantes en
más de la mitad del país, varios de Marea Socialista; otro está aglutinado en
el MAS y Opina y quiere morder tanto en sectores oficialistas como opositores,
por lo que postularon a figuras de ambos bloques; el tercero se enfoca
únicamente en el público opositor y postuló principalmente a través de tarjetas
como la de Electores Libres.
Algunas encuestas sugieren que estos
candidatos, si logran posicionarse, pueden resultar atractivos para un
creciente sector de la sociedad: los independientes. En el sondeo de
Venebarómetro de junio, 27,6% de los interrogados aseguró que quiere votar por
terceras opciones, por detrás de 40,5% que dijo apoyar a los dirigentes de la
MUD, pero por delante de 22,2% del PSUV.
La cifra es importante, aunque no
suficiente para tener un impacto real si tres grupos se dividen ese 27,6%. No
obstante, en circuitos particulares podrían desencajar las piezas del
rompecabezas que tienen pensado armar tanto la MUD como el Gran Polo Patriótico
(GPP) para lograr la mayoría. Por consiguiente, pueden terminar siendo clave
para el resultado final de la elección.
Para que la MUD pueda ser mayoría en la
Asamblea debe obtener 84 diputados, y eso requiere que derrote al PSUV con por
lo menos 5 puntos porcentuales. Para
aspirar a la mayoría calificada, que se logra con 100 diputados, su ventaja
tiene que incrementarse a por lo menos 10 puntos. A medida que los
independientes capitalicen más votos de electores descontentos o la abstención
sea alta, estas expectativas se irían haciendo más difusas.
Duro para polarizar. El 8 de diciembre
de 2013 la ciudad de Maturín le aguó la fiesta al chavismo en las elecciones
municipales. Una alcaldía tradicionalmente pesuvista cayó en manos de la
oposición porque Numa Rojas, antiguo ex alcalde del MVR, se postuló por
separado. Acumuló 22,53% de los votos, más de 16 veces la ventaja por la que
ganó el aspirante de la MUD: 1,37 puntos.
Ese día, en 28 municipios, 8,4% del
total del país, las divisiones influyeron en los resultados. En 14 afectaron al
chavismo y en otros 14 a la MUD.
El PSUV pareció haber aprendido la
lección. Convertido en lo que algunos académicos calificarían de partido
hegemónico activó un duro plan con ayuda del Consejo Nacional Electoral y el
Tribunal Supremo de Justicia para prevenir la pérdida de espacios por culpa de
candidatos disidentes y el aumento del descontento.
La jugada implicó la intervención de las
directivas de tres partidos políticos (Vanguardia Bicentenaria, Movimiento
Electoral del Pueblo y Organización Renovadora Auténtica), los cuales
terminaron inscribiendo candidatos junto con el Gran Polo Patriótico, en
alianza perfecta luego de que sus antiguos líderes fueron removidos de sus
cargos.
También se impidió la inscripción como
partido de Marea Socialista, corriente del PSUV que desde hace un año viene
manteniendo posiciones críticas al gobierno. Asimismo, luego de estar 19 meses
preso esperando condena, el Tribunal 3° de Juicio de Monagas le dictó sentencia
firme por un caso de corrupción a Numa Rojas, que sonaba para dividir al
chavismo otra vez en Monagas y salir de la cárcel mediante inmunidad
parlamentaria.
“Se movieron lo más duro posible y
aplicaron todas las artimañas que tuvieron a mano para alinear y disciplinar a
los partidos del Polo. Hicieron una guerra de exterminio con amenazas y
descalificaciones con el fin de limitar la participación política de los
sectores críticos”, denuncia Nicmer Evans, miembro de Marea Socialista.
Así, el GPP logró formar una alianza
electoral de 25 partidos. El lunes pasado Jorge Rodríguez, jefe del comando de
campaña chavista, la llamó “la más grande de la historia”. Su mayor logro fue
conseguir la unidad entre los 12 miembros iniciales del GPP, los cuales
estuvieron implicados en 93% de las derrotas por divisiones que tuvo el
chavismo en diciembre de 2013.
Esto no hubiese sido posible sin el
cambio en la dirección nacional del MEP, pues el antiguo secretario general,
Wilmer Nolasco, había amenazado con lanzar algunas postulaciones disidentes. En
las municipales pasadas ese partido había mostrado especial autonomía en
Bolívar y en Anzoátegui, estados que
resultarán clave en las parlamentarias debido a que todos sus circuitos
muestran una tendencia histórica reñida, lo cual los hace más vulnerables ante
cualquier división.
Sin embargo, el éxito del PSUV no fue
total y dejaron algunos cabos sueltos. Uno de estos es Marea Socialista, pues
la corriente logró pactos con organizaciones regionales y nacionales para
postular candidatos en 15 estados y 58% de los circuitos. Esto a pesar de que 5
partidos que estaban negociando con el grupo se echaron para atrás luego de ser
presionados por el PSUV y el CNE, denuncia Evans. “Teníamos candidatos para 19
estados, pero en algunos las alianzas terminaron cayéndose”, agrega.
El Partido Socialismo y Libertad
inscribió dirigentes sindicales y gremiales en 13 entidades, entre ellos
algunos muy conocidos como Marcela Máspero, coordinadora de la Unión Nacional
de Trabajadores.
A su vez, el MAS incorporó en su plancha
a aproximadamente 26 dirigentes chavistas, algunos reconocidos como el
vicealmirante Evert Camacho Liendo, que competirá en Vargas. Este partido,
otrora parte de la MUD, terminó postulando para todos los cargos que van a
elección, excepto las circunscripciones indígenas. Presentó al menos a 40 ex
miembros de la MUD.
Dividir al contrario. La estrategia del
oficialismo ante las divisiones implicó también otra tarea: azuzar las
confrontaciones en el bando opositor para acrecentar las rivalidades y la
multiplicidad de candidaturas.
En esto también le echaron una mano
otros poderes del Estado. La Sala Electoral del TSJ intervino las direcciones
nacionales de tres partidos políticos miembros de la MUD: Copei, MIN-Unidad y
Bandera Roja, razón por la cual la coalición decidió dejarlos por fuera de la
tarjeta unitaria. Además, el CNE bloqueó la inscripción como organización
política de Vente Venezuela, de María Corina Machado, y la Contraloría General
de la República inhabilitó a ocho dirigentes que serían candidatos del bloque
opositor, entre ellos presos políticos como Daniel Ceballos.
“Buscaron meterle mano a los partidos
para infiltrar a gente en la Unidad,
pero no lo lograron. No hay divisiones opositoras, lo único que hay son
particularidades que se deslindaron de la MUD”, asegura Tomás Guanipa,
secretario general de Primero Justicia.
Pero en la lista de postulados son
evidentes algunas fricciones. Electores Libres (EL) terminó postulando en 21
estados a 256 candidatos, 77% del total de puestos por repartir. Muchos de
ellos son antiguos dirigentes de la MUD, especialmente de partidos minoritarios
como Bandera Roja.
“Las divisiones que estamos promoviendo
no son nuestra culpa, son responsabilidad de la MUD porque los grandes partidos
quisieron concentrar todas las candidaturas y no dieron espacio para los
independientes y toldas pequeñas. Eso era necesario. En los circuitos chavistas
que se pueden voltear los independientes lucen como la primera opción, la gente
no busca el liderazgo opositor tradicional”, advierte Jesús Hermoso, miembro de
la dirección nacional de Bandera Roja, que fue destituida por el TSJ y que se
alió con EL para poder postular.
Si a esto se suman las postulaciones del
MAS y de organizaciones regionales, en casi todos los lugares hay divisiones
que pudieran afectar a la oposición. Algunas propuestas son más destacadas que
otras, como es el caso de tres parlamentarios actuales del bloque unitario:
Eduardo Gómez Sigala, en Lara, y Marcos Figueroa y Luis Edgardo Mata, en
Anzoátegui.
Aunque algunos independientes que son
parte de la MUD no se inscribieron como candidatos para no ser señalados como
responsables de eventuales derrotas, consideran que el bloque divisionista
tiene parte de razón en sus reclamos.
“Puede ocurrir que por el gran
descontento que existe la oposición gane la mayoría, pero no se debería contar
con que las victorias caigan del cielo. Para garantizar el triunfo se debió
construir una alianza que fuera más allá de los partidos. Paradójicamente, la
cúpula está haciendo lo imposible para no ganar”, denuncia Carlos Julio Rojas,
coordinador del Frente en Defensa del Norte de Caracas.
Guanipa defiende los acuerdos a los que
se llegaron y minimiza el efecto que tendrán los disidentes. “Hay solo dos
caminos: el continuismo de Maduro y sus candidatos y el de los postulados por
quienes quieren un cambio positivo. Quienes quieran abrir vías distintas serán
castigados por el electorado”, afirma.
Escenario cambiante. El cambio en la
directiva de Copei decidido por el TSJ fue una de las cosas que más distorsionó
la convivencia en la MUD. El partido político fue “expulsado” de la alianza y
las 27 candidaturas que tenía se repartieron entre los demás miembros,
principalmente AD y Primero Justicia.
Pedro Urrieta, presidente de la
organización designado por el TSJ, aseguró que esta semana se reunieron los
factores del partido, tanto los afectados como los beneficiados por el máximo
tribunal, para llegar a un consenso sobre los aspirantes de la organización y
pedir a la MUD que sean reinsertados en la lista de postulados.
“Designamos también una comisión para
desjudicializar el partido retirando los seis recursos que actualmente hay en
la Sala Electoral y uno en la Constitucional. No debe haber temores sobre la
presencia de Copei en la Unidad”, afirma Urrieta.
Aunque el período de postulaciones cerró
esta semana, esto abre una nueva disputa en el seno de la oposición. Hasta el 7
de septiembre se pueden cambiar los nombres de los candidatos postulados para
que se vea reflejado en el tarjetón electoral.
Guanipa asegura que los postulados de
este partido solo serán considerados si la organización demuestra que está
blindada ante cualquier proceso. “Se tomó la decisión de suspender a los
partidos que tengan problemas internos hasta que queden dilucidados. Nuestra
obligación es garantizar a la gente que no postulamos figuras como Ricardo
Sánchez o William Ojeda”, explica el dirigente.
Si los planteamientos de Copei no son
escuchados por la MUD, podrían hacer alianzas con otros partidos para presentar
a sus candidatos o apoyar opciones regionales, algo que decidirían más
adelante.
Los conflictos continúan a pesar de que
las postulaciones ya fueron inscritas. Existe también un recurso que introdujo
el opositor Pastor Heydra en el TSJ para que se obligue a la MUD a postularlo
en el circuito 2 de Nueva Esparta, que reparte dos diputados y es uno de los
más importantes por su tendencia histórica reñida. Esto vaticina que el máximo
tribunal pudiera seguir siendo una pieza clave en el rompecabezas electoral.
Entretanto, los disidentes del chavismo
no descartan que en el tiempo que queda para los comicios continúen las
presiones para que renuncien a sus postulaciones. Antes de las municipales de
diciembre de 2013 ocurrió algo así cuando el partido de gobierno expulsó a
cientos de dirigentes en varios estados por apoyar a terceras opciones. “Hay un
pacto de supervivencia de la polarización entre el PSUV y parte de la MUD.
Seguiremos con nuestro mensaje aunque implique un riesgo”, asegura Evans.
El
factor abstención
Durante la juramentación de los
candidatos del Polo Patriótico en Anzoátegui, Diosdado Cabello lanzó una
advertencia: “El chavista no va a votar por la oposición, pero podría quedarse
en la casa. Hay que sacarlo. Por eso los patrulleros del PSUV tienen una tarea
esencial. Si usted está bravo con Diosdado, póngase bravo con Diosdado, pero
vaya a votar”.
En las parlamentarias de 2010 el
chavismo tuvo uno de los peores resultados electorales de su historia al quedar
por debajo de 50% de apoyo. La crisis eléctrica de ese año y las dificultades
económicas debido a la caída de los precios del petróleo se conjugaron para
desanimar a buena parte de la base.
Ante esa experiencia y frente a las
presidenciales de 2012, se ideó la maquinaria electoral que funciona
actualmente, la cual ha tenido buenos resultados pero se enfrentará en
diciembre con su mayor reto. Según la última encuesta de Venebarómetro, los
segmentos sociales menos dispuestos a sufragar en diciembre son el “D” y el
“E”, en los que se ubica la base de apoyo chavista.
Para la oposición la baja participación
también puede ser un problema, como quedó de manifiesto en las elecciones
regionales de 2012, cuando perdió en estados como Táchira y Mérida, donde las
tendencias históricas le favorecen.
Su principal reto es que la desconfianza
que existe hacia el CNE no melle en la disposición de la gente de acudir a las
urnas. También tiene que animar y hacer creer en la posibilidad de ganar la
mayoría parlamentaria para desde allí conseguir cambios.
Como la maquinaria de la MUD es menos
eficiente que la del PSUV, su dependencia del voto espontáneo es mucho mayor,
por lo que requiere de una alta disposición a movilizarse.
LA
CIFRA
100 diputados son necesarios para
remover ministros o al vicepresidente de la República desde la Asamblea
Nacional. Se requerirán 111 parlamentarios para decretar leyes orgánicas y 84
diputados para llamar a referendos consultivos sobre materias especiales.
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