Américo Martin 14 de diciembre de 2015
A pesar de que la Constitución de
1999, impulsada por Hugo Chávez, garantizaba la representación proporcional en
la Asamblea Nacional, diez años después los chavistas establecieron el sistema
mayoritario para la elección de más de dos tercios de sus miembros. Eso hizo
que en las legislativas de 2010, con un casi empate en número de votos (el 48
por ciento fue para el oficialismo y el 47 por ciento para la oposición), el
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) lograra el 59 por ciento de los
puestos, mientras que la Mesa de la Unidad (MUD) se quedaba con el 39 por
ciento.
Pero ese diseño electoral para
castigar a los opositores se ha vuelto esta vez en contra del Gobierno. En las
elecciones del domingo, el PSUV logró 40,8 por ciento de los votos, sin embargo
le correspondió el 33 por ciento de los puestos; la MUD, con el 56,2 por ciento
de votos, cosechó el 67 por ciento de los diputados.
La diferencia se debe a que del total
de 167 asientos de la Asamblea Nacional, solo 51 se eligen de manera
proporcional. El resto se escogen en distritos donde el partido ganador se
lleva los escaños en juego, bien sea uno (en distritos uninominales) o bien
sean dos o tres (en distritos plurinominales). Fue especialmente en estos
últimos donde se abrió la brecha entre los dos grupos políticos: de 48
diputados, la MUD logró 42 y el PSUV solo 6.
Es probable que la diferencia incluso
pudiera haber sido mayor si se restaran los votos logrados por el chavismo con
sus prácticas ventajistas o mediante el voto de personas con identificación
falsa, extremos ya constatados en otras elecciones, pero que son complicados de
estimar.
Un estudio de Inter-American Trends
(I-AT) también apunta al trasvase de parte del voto chavista como razón del
incremento del apoyo recibido por la oposición. Si bien antes de las elecciones
del pasado domingo la asunción era que el electorado oficialista, enormemente
descontento por la situación económica y las enormes privaciones que está
suponiendo para la población, expresaría su castigo no yendo a votar, lo que se
constató el domingo es que en los núcleos urbanos ese voto de descontento sí
cruzó las líneas ideológicas, aunque lo hizo en número moderado. El PSUV perdió
en total casi dos millones de votos en relación a las presidenciales de abril
de 2013, cuando arrancaba el liderazgo de Nicolás Maduro, mientras que la
oposición ganó 345.000 votos respecto a esos mismos comicios. El trasvase
ocurrió especialmente en Caracas, Valencia y Maracay.
«Es la primera vez que esa migración
ocurre. Pero hay que tener en cuenta que de momento es algo puntual, que sucede
por la crisis, y que esos electores pueden volver al chavismo», advierte
Antonio de la Cruz, director ejecutivo de Inter-American Trends. En su opinión,
«lo que ha pasado es que ha habido un cambio de paradigma. Hoy muchos chavistas
ya no tienen conexión emocional con sus líderes, como sí ocurría con Hugo
Chávez, y su conexión es con la situación que viven día a día».
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