Por Miro Popic
¿Qué sería del mundo sin la
mesa? Luego de la comida, la mesa es el gran invento humano. Todo transcurre
alrededor de ella, todo se decide sobre ella, nada es posible sin ella. Si el
primer punto de encuentro fue la hoguera en torno a la que compartimos el
primer trozo de carne asada, sentando las bases de lo que sería luego el hogar,
no fue sino cuando se inventó la mesa que se asentó la familia, cuna de la
civilización. Porque la mesa sigue siendo el único punto de encuentro donde nos
vemos todos, en algún momento del día, a cualquier hora, para reconocernos en
nuestros sueños y nuestras angustias, en familia, entre amigos, incluso entre
adversarios. Sin la mesa, estamos condenados a comer parados, solos, y, como
todos sabemos, eso no es bueno para la digestión.
PRIMER PLATO
Es en la mesa donde se toman las grandes decisiones, desde las familiares hasta las más complejas de orden social o político. Es en la mesa donde las personas se apoyan, no sólo los codos (que es mala educación), para comer, sino para sostener ideas, para intercambiar opiniones, para suscribir acuerdos, firmar pactos o simplemente para escribir, como lo estoy haciendo yo ahora. Porque la mesa no es solo un mueble, generalmente de madera, es también símbolo.
Tal vez la mesa más famosa del
arte pictórico sea la de la Última cena de Leonardo Da Vinci para conmemorar el
último encuentro que tuvo Jesús con sus apóstoles antes de su crucifixión.
La novelística también tiene
su emblema en los caballeros de la mesa redonda del rey Arturo. La mesa más
importante del siglo XX fue sin duda la mesa de discusión que se desarrolló en
París para poner fin a la guerra de Vietnam. Lo viví porque estaba estudiando y
trabajando en un restaurante en Francia en esa época. Vietnam quería una mesa
cuadrada, simétrica, como la que se utilizó en los acuerdos de Ginebra que
pusieron fin a la guerra de Indochina.
Estados Unidos quería una mesa
redonda donde no existiera cabeza para nadie y todos fueran iguales. Finalmente
el acuerdo de paz se firmó en una mesa ovalada donde se sentaron por primera
vez el 23 de enero de 1973.
En el hogar generalmente hay
tres mesas. La más sabrosa es la mesa de la cocina donde terminan al final
todas las reuniones. La más formal la mesa del comedor donde comemos con mantel
y cubiertos cuando, por fin, logramos reunir a toda la familia cuando ésta
crece y se reparte por el país o por el mundo. La más íntima la mesa de noche
que acompaña nuestros sueños cotidianos, además de unas cuantas píldoras y la
última novela de Albert Barrera Tyszka o los poemas de Rafael Cadenas.
SEGUNDO PLATO
La invención de la mesa es consecuencia no sólo de la obligación de alimentarse del hombre, sino de la necesidad de convivencia que se inicia con la comida en común de la que se originan los comportamientos sociales y la organización de los grupos.
Como dice Catherine Perlès, en
su trabajo Las estrategias alimentarias en los tiempos prehistóricos, "la
alimentación comienza progresivamente a ser la expresión de opciones
culturales, reflejo de una ideología, incluso, más tarde, de relaciones de
poder... pasó, pues, de respuesta a necesidades individuales a convertirse
progresivamente en un elemento esencial de estructuración de los grupos, de la
expresión identitaria y de la concreción de un pensamiento simbólico".
Lo que nos diferencia de los
animales es la convivialidad, cuyo escenario natural es la mesa donde se
desarrolla no sólo una actividad nutricional, sino un acto social. Como
escribió Plutarco, "no nos sentamos a la mesa para comer, sino para comer
juntos". No hay nada más maravilloso que eso, comer juntos, cuando todos
en la familia, en el barrio, en la comunidad, se reúnen alrededor de una mesa
en común.
POSTRE
Nuestro humilde pero orgulloso reconocimiento a la Mesa de la Unidad y a todos los que la hicieron posible. Y a ustedes, el recordatorio de que la mesa venezolana es redonda, como nuestra arepa, y todos cabemos en ella.
12-12-15
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