Emili J. Blasco
El mensaje corre: «Cuando
te avisemos de que hoy es la fiesta, tú estate pendiente». En ciertos sectores
activistas de la oposición venezolana se ha dado el aviso de una posible
reacción militar contra Nicolás Maduro en el caso de que el Consejo Nacional Electoral
(CNE), controlado por el chavismo, robe la esperada victoria de la oposición en
las elecciones parlamentarias del próximo domingo. Lo que hay en marcha no es
un golpe, sino una operación para que el llamado «sector institucional» del
Ejército alce por primera vez públicamente la voz y gane adeptos en los
cuarteles, obligando así al Gobierno a dar un paso atrás.
«No es algo que vaya a pasar
el primer día, será algo en escalada», afirma una de las personas que se está
coordinando para ese escenario. A medida que, día tras día, crezca la presión
popular e internacional, también aumentarían los miembros de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB) que se irían decantando a favor de respetar la
voluntad de los ciudadanos que, en ese supuesto, el CNE no habría querido
escuchar. La premisa necesaria es que los votantes opositores acudan
masivamente a los centros de votación.
La base argumental de esta
posición se recoge en el documento «Elecciones y la FANB: la sociedad mide
fuerzas con los militares», elaborado por Orbis Consultores, empresa no
involucrada en esos movimientos, pero cuyas conclusiones han sido tenidas en
cuenta. El documento señala que el «más crucial» de los objetivos de la
oposición el próximo domingo es «producir un cambio radical en el ánimo» de la
FANB.
Una arrolladora votación en
favor del cambio puede servir para «estimular la aparición de grupos militares
dispuestos a presionar para un reconocimiento» del triunfo opositor. El no
reconocimiento de esa victoria debiera llevar, primero, «a la aparición y
visibilización de una fracción pro-cambio dentro de los cuarteles, y luego
a que esa eventual fracción disponga de la capacidad real de influencia que se
necesita para lograr una solución política desprovista de traumas insuperables».
«Siendo esta la primera vez
que la oposición asiste a una medición contando con un amplísimo margen de
ventaja», afirma el documento en alusión a la distancia de hasta más de treinta
puntos que las encuestas otorgan a la oposición, «la revolución podría apelar
al intento de un fraude de gran magnitud, tras el cual pudieran desencadenarse
eventos de división en el seno de la FANB».
Violencia
Existe el riesgo, de todos
modos, de que esa división derive en un enfrentamiento violento. La cúpula
militar se ha acostumbrado de tal forma a ser parte del poder, en lugar de
quedarse al margen, como servidores públicos, que parece difícil que vaya a
renunciar a su estatus. No es que ante unos resultados cuestionados el Ejército
tenga que dirimir entre oficialismo y oposición, sino que como institución
forma parte del primero, así que no es juez sino parte.
Además de las posibilidades
de autogolpe. también se contempla la posibilidad de que Maduro tenga que
designar a un militar como vicepresidente y este le suceda en 2017,
cuando tal sucesión podría hacerse de modo constitucional y sin necesidad de
acudir a nuevas elecciones hasta que se cubra el mandato de seis años, que
concluye en 2019.
Hasta ahora la contestación
dentro de las fuerzas armadas apenas ha podido manifestarse, dado el control
disciplinario ejercido de modo absoluto por el chavismo, que ha aplicado
numerosos castigos y colocado en casi todo elorganigrama de mando a personas
afines. Implicada en negocios de corrupción y narcotráfico gran parte de la
estructura jerárquica, quienes están en desacuerdo con la comunión establecida
entre el estamento militar y la revolución chavista han quedado marginados y
sin poder contabilizar el alcance del descontento interno. La posible evidencia
de un gran fraude electoral debiera ser el empujón para que el «sector
institucional» se sienta en mayoría, con el respaldo de la opinión pública.
Partidismo
A pesar de que la
Constitución, como es habitual en un sistema democrático, exige el apartidismo
a las fuerzas armadas, estableciendo una estricta separación entre Ejército y
política, Hugo Chávez impuso el compromiso de los uniformados con el
bolivarianismo. La organización Control Ciudadano acaba de distribuir un
informe en el que se recogen todas las manifestaciones públicas de miembros del
Gobierno y de altos mando militares que en los últimos años han incurrido en
esa vulneración constitucional. Una de las más recientes pertenece al
mismo ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López: «El proyecto
bolivariano, el proyecto de Hugo Chávez, es el único posible, factible, viable,
para seguir por el camino de la independencia, de la patria y por eso estamos
aquí nosotros, queridos compañeros de armas».
Ya Chávez impuso en las
comunicaciones oficiales de Defensa y en los saludos militares los mensajes
protocolarios «¡Independencia y patria socialista! ¡Viviremos y venceremos!» y
«¡Chávez vive la patria sigue!»
03-12-15
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