Por Alberto Lovera
El pueblo soberano habló, y
habló claro. Quiere cambio. Unas elecciones parlamentarias, sí, pero
convertidas en un plebiscito por el propio presidente Maduro sobre su gestión,
que haciendo caso omiso a su impopularidad, les dio el abrazo de la muerte a
los candidatos del oficialismo, convirtiéndose en su promotor, violando la
Constitución y las leyes, y así lo entendieron los electores. Ya sabemos lo que
dijeron con su voto.
La correlación de las fuerzas
políticas ha cambiado de manera clara, se ha volteado la tortilla. Ahora el
oficialismo representa el porcentaje que hasta hace unos años representaba la
oposición, no es poca cosa y no hay que menospreciarlo, pero la mayoría ha
optado por darle su apoyo a la MUD de una manera contundente.
Lo hemos dicho muchas veces en
este espacio: la arrogancia de la actual cúpula del poder los obnubila, no les
deja ver lo que sucede en las mentes, en los corazones y en la vida cotidiana
del pueblo, no supieron interpretar los reclamos y la molestia popular, el
impacto de su incompetencia en la gestión; tampoco que casi nadie les cree que
son otros los culpables, no pueden evadir su responsabilidad ante una economía
desquiciada, una vida ciudadana llena de inseguridades de todo tipo y la
reversión de la mejoría pasajera en sus condiciones de vida de los sectores
populares.
La encuesta de la UCV, USB y
UCAB sobre condiciones de vida, realizada en 2014 y 2015, que en cumplimiento
de sus funciones se vieron obligados a emprender ante el silencio informativo
oficial en ámbitos claves: económico, salud, vivienda y servicios, inseguridad,
entre otros, nos muestra el grado de deterioro a que hemos llegado, un giro de
360 grados o peor. Eso permitía entender mejor las encuestas de opinión y
electorales que pronosticaban el resultado que se produjo el 6D. En un año las
condiciones de vida se deterioraron en tal nivel que tenemos una pobreza mayor
que en 1998, aunada a otros signos igualmente preocupantes para el futuro de
nuestra gente.
Diseñaron un sistema electoral
creyendo que siempre los beneficiaría, ahora descubren que aún con todo el
ventajismo descarado del partido-Estado no pudieron doblegar la voluntad
popular que quiere un cambio de rumbo.
Acostumbrados a manejar todos
los poderes a su antojo, ahora se encuentran que al mecanismo se le atravesó un
obstáculo inesperado: la gente decidió restituir al parlamento sus funciones:
controlar, legislar y ser el foro del debate plural. Algo normal en cualquier
democracia, donde no siempre el ejecutivo cuenta con mayoría parlamentaria.
Ciertamente tanto ganadores
como perdedores deben saber leer los resultados para no equivocarse. Mientras
la MUD ha venido haciendo una lectura sin aspavientos de su triunfo, no sucede
lo mismo con el gobierno que parece no haberse enterado de una nueva mayoría
política y social por el cambio. Todas las triquiñuelas que está intentando,
además de una suicida campaña de persecución y amedrentamiento es una bofetada
a la voluntad popular. El pueblo soberano es el mismo cuando ellos ganaban como
ahora que han perdido. Es la regla de la democracia que están obligados a
respetar. No pueden desconocer el veredicto inequívoco de la mayoría de la
población, a riesgo de agravar los males que están aquejando a nuestra población.
La situación crítica que está
sufriendo nuestro país debería obligar al gobierno a buscar la colaboración de
poderes para enfrentarla. Su empeño en persistir en una estrategia económica,
social y política fracasada es una temeridad, sabiendo que ha quedado en
minoría y que el reclamo por el cambio y la rectificación es inocultable. Como
le es desconocer el veredicto del pueblo soberano, como ya algunos voceros del
oficialismo han amenazado. Ojalá entiendan que nuestro país está en la ruta del
cambio y hay que respetar lo decidido por los votantes, incluidos los que lo
hicieron por la fórmula oficialista.
Tendrán que demostrar que son verdaderos
demócratas sometidos al dictamen de la voluntad popular, cualquier otro atajo
es una violación flagrante a las libertades democráticas y a nuestra
Constitución
18-12-15
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