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lunes, 7 de diciembre de 2015

Sobre los cultos de Bolívar y Chávez por @eliaspino


Por Elías Pino Iturrieta


Para evitar la tentación de llamar hoy a votar por una determinada orientación, porque está prohibido, hago unas analogías entre las adoraciones del Libertador y del “Comandante Eterno” que pueden ser de utilidad. Nada qué ver con lo que hoy resuelva la ciudadanía, por lo tanto.


1. La presentación de Chávez como hombre providencial se copia de la glorificación de Bolívar, quien fue presentado, aun mientras vivía, como  heraldo de la divinidad, como el enviado de Dios para la creación de las repúblicas americanas. Aquello era  un plan perentorio, debido a la necesidad de llenar con urgencia el vacío que significaba la falta de un rey que gobernaba por derecho divino desde los tiempos del encuentro de América.

Convenía reemplazarlo por un hombre portentoso, y de eso se ocupan la prensa republicana de la época, poemas de calidad diversa y discursos sujetos a la reproducción masiva como el famoso del peruano José Domingo Choquehuanca. En la mayoría de tales documentos se relaciona la gesta del Libertador con un mandato celestial. Se ha pretendido hacer lo mismo de Chávez, cuando se le vincula con un destino metafísico que debía encarnar en su persona fatalmente, como resultado de los trompicones (o pecados) de la sociedad.

2. Cuando no se plantea así directamente el asunto, se exhibe a Chávez como el “segundo Bolívar”, es decir, como la criatura heredera de sus portentos y también de su predestinación. La profusa publicidad del oficialismo lo relaciona directamente con las proezas del héroe y con las hazañas de la Independencia, tratando de hacer ver que se está ante un mismo proceso histórico que se ha desarrollado sin solución de continuidad. Aquí no estamos frente a una novedad, debido a que el  artilugio fue puesto en práctica por los adoradores del presuntuoso y fatuo Guzmán Blanco, a partir de 1870 y hasta el fin del siglo XIX, más o menos. Los publicistas del Liberalismo Amarillo no tuvieron recato a la hora de presentar al Ilustre Americano como héroe continuador. Hoy nos reímos de la manipulación, pero no fue así mientras gobernaron él y sus aduladores.

3. El culto de Chávez hace una innovación, cuando establece relaciones evidentes y ostentosas con los altares populares de María Lionza y propone la existencia de un vengador que se esperaba por los adoradores de la Reina de Sorte, generalmente personas ineducadas y desesperadas a quienes había defraudado la república burguesa. Hay algo de eso en la liturgia bolivariana, pero de forma solapada, sin la publicidad que los arciprestes del chavismo se han empeñado en divulgar. En el caso de Chávez se trata de un vínculo clamoroso, en el que no ha dejado de filtrarse, debidamente retocado, el prócer mantuano disfrazado de otra cosa.

4. Hay algo diametralmente opuesto, en todo caso: Bolívar y los bolivarianos viejos o clásicos establecen alianza con la Iglesia católica para la proclamación del Dios Padre Republicano. La deificación de don Simón se realiza en la Catedral de Caracas, y de allí pasa al resto de los templos católicos. Los arciprestes del chavismo ven una competencia en las sotanas y en las sacristías, que ahora han tratado de diferenciar lo espiritual de lo temporal frente a una liturgia que puede rivalizar con su influencia en la sociedad. De allí que solo en contadas capillas suceda la adoración del beato Hugo, no sin la incomodidad de la jerarquía.

5. Los dos cultos son ricos. Los recursos del poder han levantado el templo en los dos casos sin detenerse en ahorros. Con petróleo y sin petróleo se han llenado los cepillos, pero no propiamente de limosnas, para elaboración de los lugares y de los objetos propios de ritos excesivos. Excelentes recursos para multiplicar la adoración de los crédulos y de los incautos, pero también de quienes, no pocos, se han acostumbrado a depender de las dádivas de los gobiernos. Los gobiernos vienen dando plata en nombre de Bolívar desde los tiempos del López Contreras, y más recientemente gracias a las larguezas de don Hugo Rafael, quien las distribuye ahora por mandato de su “padre” y pide a cambio que no dejen de devolverle el gesto en jaculatorias y en apoyos a su partido. A López Contreras no le funcionó, por cierto, pues la gente no le paró mucho a las ofrendas que realizó desde las “Cívicas Bolivarianas” y lo dejó de lado cuando fue oportuno. En el predicamento de Chávez, está por verse. epinoiturrieta@el-nacional.com

06-12-15




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