Por Elías Pino Iturrieta
Para evitar la tentación de
llamar hoy a votar por una determinada orientación, porque está prohibido, hago
unas analogías entre las adoraciones del Libertador y del “Comandante Eterno”
que pueden ser de utilidad. Nada qué ver con lo que hoy resuelva la ciudadanía,
por lo tanto.
1. La presentación de
Chávez como hombre providencial se copia de la glorificación de Bolívar, quien
fue presentado, aun mientras vivía, como heraldo de la divinidad, como el
enviado de Dios para la creación de las repúblicas americanas. Aquello
era un plan perentorio, debido a la necesidad de llenar con urgencia el
vacío que significaba la falta de un rey que gobernaba por derecho divino desde
los tiempos del encuentro de América.
Convenía reemplazarlo por un hombre
portentoso, y de eso se ocupan la prensa republicana de la época, poemas de
calidad diversa y discursos sujetos a la reproducción masiva como el famoso del
peruano José Domingo Choquehuanca. En la mayoría de tales documentos se
relaciona la gesta del Libertador con un mandato celestial. Se ha pretendido
hacer lo mismo de Chávez, cuando se le vincula con un destino metafísico que
debía encarnar en su persona fatalmente, como resultado de los trompicones (o
pecados) de la sociedad.
2. Cuando no se plantea
así directamente el asunto, se exhibe a Chávez como el “segundo Bolívar”, es
decir, como la criatura heredera de sus portentos y también de su predestinación.
La profusa publicidad del oficialismo lo relaciona directamente con las proezas
del héroe y con las hazañas de la Independencia, tratando de hacer ver que se
está ante un mismo proceso histórico que se ha desarrollado sin solución de
continuidad. Aquí no estamos frente a una novedad, debido a que el
artilugio fue puesto en práctica por los adoradores del presuntuoso y fatuo
Guzmán Blanco, a partir de 1870 y hasta el fin del siglo XIX, más o menos. Los
publicistas del Liberalismo Amarillo no tuvieron recato a la hora de presentar
al Ilustre Americano como héroe continuador. Hoy nos reímos de la manipulación,
pero no fue así mientras gobernaron él y sus aduladores.
3. El culto de Chávez hace una
innovación, cuando establece relaciones evidentes y ostentosas con los altares
populares de María Lionza y propone la existencia de un vengador que se
esperaba por los adoradores de la Reina de Sorte, generalmente personas
ineducadas y desesperadas a quienes había defraudado la república burguesa. Hay
algo de eso en la liturgia bolivariana, pero de forma solapada, sin la
publicidad que los arciprestes del chavismo se han empeñado en divulgar. En el
caso de Chávez se trata de un vínculo clamoroso, en el que no ha dejado de
filtrarse, debidamente retocado, el prócer mantuano disfrazado de otra cosa.
4. Hay algo
diametralmente opuesto, en todo caso: Bolívar y los bolivarianos viejos o
clásicos establecen alianza con la Iglesia católica para la proclamación del
Dios Padre Republicano. La deificación de don Simón se realiza en la Catedral
de Caracas, y de allí pasa al resto de los templos católicos. Los arciprestes
del chavismo ven una competencia en las sotanas y en las sacristías, que ahora
han tratado de diferenciar lo espiritual de lo temporal frente a una liturgia
que puede rivalizar con su influencia en la sociedad. De allí que solo en
contadas capillas suceda la adoración del beato Hugo, no sin la incomodidad de
la jerarquía.
5. Los dos cultos son
ricos. Los recursos del poder han levantado el templo en los dos casos sin
detenerse en ahorros. Con petróleo y sin petróleo se han llenado los cepillos,
pero no propiamente de limosnas, para elaboración de los lugares y de los
objetos propios de ritos excesivos. Excelentes recursos para multiplicar la
adoración de los crédulos y de los incautos, pero también de quienes, no pocos,
se han acostumbrado a depender de las dádivas de los gobiernos. Los gobiernos
vienen dando plata en nombre de Bolívar desde los tiempos del López Contreras,
y más recientemente gracias a las larguezas de don Hugo Rafael, quien las
distribuye ahora por mandato de su “padre” y pide a cambio que no dejen de
devolverle el gesto en jaculatorias y en apoyos a su partido. A López Contreras
no le funcionó, por cierto, pues la gente no le paró mucho a las ofrendas que
realizó desde las “Cívicas Bolivarianas” y lo dejó de lado cuando fue oportuno.
En el predicamento de Chávez, está por verse. epinoiturrieta@el-nacional.com
06-12-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico