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lunes, 7 de diciembre de 2015

Victoria demoledora por @AmericoMartin


Por Américo Martín


Los datos preliminares hablaban de una mayoría simple, pero a estas alturas la MUD está al borde de la calificada. En efecto, la presidente del CNE, Tibisay Lucena, con una comprensible amargura gestual dio quizá como definitivo lo que no era sino preliminar, pues la propia vocera advirtió que quedaban 23 parlamentarios por asignar.


99 diputados ya es un número concluyente aunque en efecto sea parcial, pero la verdad se está dirimiendo en este mismo momento y por lo que se sabe la MUD obtuvo cuando menos 113, lo que le confiere facultades muy amplias que debería utilizar con racionalidad y sensatez. Lo primero es decirle al mundo que el gran objetivo es la reunificación y la recuperación material y moral del país. Las primeras declaraciones emanadas de la victoriosa coalición democrática pregonan que la lección está aprendida. El canibalismo, la venganza, la exclusión a la fuerza se desvanecerá como premisa para la recuperación del país y la salud moral de los venezolanos. Esas decisiones reflejan la comprensión de que estas batallas cívicas no se limitan a los votos obtenidos, hay también que ganar la opinión de terceros en el país y en el mundo, que tan noblemente interesados han estado en la suerte de Venezuela. Hoy el prestigio de la oposición democrática alcanza alturas siderables, dicho sea sin hipérboles.

No es el momento de pasar cuentas ni nada parecido, no es tiempo de mezquindades y venganzas, pero es justo reconocer el desempeño de la MUD, sometida a escarnio no solo desde la acera oficialista sino también desde el lado opositor. La MUD no fue tan “muda” como se predicó, ni concibió pactos secretos con el poder. Lo cortés no quita lo valiente ni el uso de la política como arte, como ciencia, puede ser exhibido cual forma de menoscabo moral. Dice un viejo proverbio inglés que la prueba del buñuelo se hace comiéndolo (“the proof of the pudding is in eaten”) Los resultados, en fin, miden la probidad de las decisiones. Y allí están expuestos a la vista de todos los de este histórico 6 de diciembre. Se desintegró el fatalismo que conspira contra las salidas electorales. ¿Quién va a creer que teniendo tanto que perder va a soltar el mando?

Son afirmaciones que desprecian la diferencia entre “querer” y “poder” La realidad, la vida son siempre más ricas que las más imaginativas teorías.

El triunfo de la alternativa democrática sugiere un cambio significativo. La prometida amnistía medirá la capacidad de aprendizaje del gobierno. Si de cara al mundo desconoce la aspiración democrática y libertaria del pueblo, atentará otra vez contra sí mismo. Si la palabra la siguen monopolizando los violentos, los groseros, los que desprecian la dignidad de los demás, se llevarán nuevas y sonoras decepciones. La gente quiere ver en las calles de Venezuela a Leopoldo, Antonio, Rosales, Ceballos y todos los presos y exiliados; cerrarse a semejante sentimiento nacional suena a suicidio.

Queda por examinar el efecto residual de este resultado. La oposición se fortalecerá, crecerá, le abrirá caminos a otros opositores que por razones respetables se colocaron al margen o ensayaron terceros caminos; en tanto que puede preverse que habrá realineamientos y debates en el seno del oficialismo. No obstante no hay mal que por bien no venga. Ese debate será un paso necesario para el reencuentro entre las separadas partes de la ecuación que los más lúcidos deben valorar y aprovechar.

Mientras esos procesos transcurren, saludemos con emoción la sublime victoria del pueblo bajo la conducción de la MUD. El cúmulo de adversidades no doblegó su espíritu ni menoscabó la moral de combate.

Es nuestra nación, la que no dobla la rodilla.

07-12-15




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