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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Votamos y rompimos la cerca, @hmcaminante



Por Lorenzo Figallo Calzadilla, 09/12/2015

La sociedad no puede estar reducida al dominio de una élite la cual aparentando representar al pueblo asume el derecho absoluto de imponer su criterio sobre el todo social. La cúpula del socialismo XXI centró su accionar en detentar el poder despreocupándose por completo del sentir y necesidades fundamentales de las personas.

Esta casta ha trabajado solamente para sus intereses. Se han considerado divinidades a quienes se les debe rendir reverencia por ser “vanguardia salvadora” de la patria, pues se conciben a sí mismos como predestinados para la acción épica. En su fantasía grupal creen ser los herederos por excelencia de la gesta de los libertadores y además poseedores de una superioridad ética con la cual pueden decidir el camino y vida de los demás. Eso los ha llevado a descalificar y minimizar al otro.

Con sus acciones han Impactado negativamente todos los ámbitos del quehacer nacional: familiar, biológico, psicológico, social, económico, ambiental, histórico, cultural, recreativo, espiritual.

Estimaron en medio de su megalomanía que la población no los estaba evaluando y menospreciaron la conciencia social. Violaron sistemáticamente los Derechos Humanos construyendo progresivamente su  caída. La arrogancia los encegueció.  He allí entonces el resultado. El voto alzó la voz contra la impudicia y la fuerza democrática asumió en mayoría el parlamento.

Las diputadas y diputados electos saben bien que hay un deseo ferviente de cambio. La gente les dio el corazón, la confianza.  Con cada decisión que asuman recuerden la diáspora nacional y sus consecuencias. También el desangramiento que ha producido la inseguridad. Ubíquense en la circunstancia de los desempleados quienes no pueden llevar el pan a sus hogares, en los niños sin estudio que viven en las calles, en los enfermos y la ausencia de medicinas, en la escasez de alimentos, en la circunstancia de aquellos que viven en la extrema pobreza. En fin, tengan presente a una sociedad sufriente en general.

Disciplina y honestidad en la gestión. No falten a las sesiones de la Asamblea. Tengan nivel verbal, discusión, academia. Respeten, eviten groserías, escuchen siempre. No hagan del parlamento lo que ya hemos vivido: un botiquín de insultos, ausencia de análisis y contenido.

Hemos roto la cerca. Gracias Venezuela, tierra querida.


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