Por Emili J. Blasco
El mensaje era claro. «Llama a
Maduro y dile que me mande otra identidad, que con esta ya me han pillado». Fue
el encargo que un iraquí, posible militante de Hizbolá, hizo al servicio
consular venezolano cuando en febrero de 2015 la policía de Basora fue
informada de que el hombre contaba con varios pasaportes falsos emitidos
por las autoridades de Caracas. El diplomático venezolano que le denunció, que
es quien relata la conversación, asegura que el sujeto, conocido como El
Tamimy, le amenazó: «no sabes con quién te has metido; ya puedes ir llamando a
Maduro y decirle quién soy yo; te vas a quedar sin trabajo». Dicho y hecho: el
funcionario lleva meses fuera de su destino y sin percibir sueldo.
El paradero de El Tamimy y
otras nuevas informaciones sobre los movimientos en Oriente Medio de
extremistas árabes con pasaportes venezolanos están siendo investigados por
Estados Unidos, que lleva tiempo tras la pista de la cobertura que el
Gobierno de Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después, ha prestado a
radicales islamistas a través de sus embajadas y consulados y en la propia
Venezuela.
El mismo Maduro se reunió en
2007, cuando era ministro de Asuntos Exteriores, con el líder de Hizbolá, Hasán
Nasralá, como desveló hace unos meses el libro «Bumerán Chávez». El
encuentro secreto tuvo lugar en Damasco y en él se trató del
apoyo de Venezuela a la organización armada chií de origen libanés (entrega de
pasaportes, tráfico de armas y participación en el narcotráfico).
El mismo año se había puesto
en marcha, por decisión de Chávez y del entonces presidente de Irán, Mahmud
Ahmadineyad, la ruta aérea Caracas-Damasco-Teherán. La conexión facilitó el
movimiento de militantes de Hizbolá.
Maleta con droga
Precisamente El Timimy iba a
embarcar en ese vuelo en enero de 2008 con billete para Damasco, cuando fue
detenido al entrar en el aeropuerto caraqueño de Maiquetía con 2,2 kilos
de cocaína en su maleta. Viajaba con pasaporte iraquí a nombre de Ali
Ahmed Adhan, emitido por las autoridades iraquíes de Basora, zona de mayoría
shií en la que, según el documento, había nacido. En el doble fondo de la
maleta, la policía también encontró un pasaporte y una cédula de identidad
venezolanos a nombre de Ghuneim Ali Abrahim. Más adelante dispuso de otros
documentos oficiales venezolanos que le presentaban como Ahmed el Timimy
Villalobos, supuestamente nacido en Maracaibo.
Tras su detención en 2008 fue
sentenciado a ocho años de prisión, pero permaneció poco en la cárcel. Allí fue
visitado por personal del Ministerio de Exteriores de Irak, como atestiguan
varias fotografías. En marzo de 2010, de acuerdo con el auto judicial, se le
concedió libertad condicional con el fin de que pudiera trabajar para «Sexto
Poder» como asistente de fotolito e imprenta. Sin embargo, desde esa empresa se
asegura que nunca se contrató al iraquí para ninguna de sus publicaciones; de
hecho, según precisa Leocenis García, impulsor del grupo, este no ha contado
con imprenta propia, sino que las tareas de impresión las ha realizado con
terceros, por lo que el tribunal tuvo que manejar una oferta falsa de
trabajo.
Entonces su pista desapareció.
Al parecer estuvo detenido en Francia 2012 por narcotráfico y en
Dinamarca en 2013 por lavado de dinero. En 2015 emergió en Oriente Medio.
Es ahí donde Misael López Soto, consejero de la Embajada de Venezuela en Irak,
lo encontró.
El diplomático acudió a Basora
para intentar que la esposa de El Timimy, de nacionalidad venezolana, pudiera
abandonar el país con su hijo de dos años, a los que el hombre retenía. Ante la
policía iraquí, El Timimy hacía valer su identidad iraquí, pero López Soto
desveló a las autoridades locales las otras identidades usadas por el hombre.
Finalmente la esposa, Génesis Torres Sánchez, pudo viajar con el niño a
Caracas, pero no sin que el diplomático se ganara las amenazas de El
Timimy y la advertencia de este de que se quejaría a Maduro. Debido a esas
altas conexiones el embajador en Irak, Jonathan Velasco Ramírez, se había
inhibido del caso con anterioridad y había aconsejado a López Soto que no
buscara problemas. Entre los documentos sobre El Timimy reunidos por López Soto
hay una partida de nacimiento venezolana, con muchos detalles oficiales («te
construyen una vida», denuncia el diplomático).
Financiación terrorista
También en los últimos meses
ha reaparecido en Oriente Medio Diab Fattah, alguien por el que el FBI ya
mostró interés después del 11-S por haber hecho un curso en una academia de
vuelo a la que asistió uno de los pilotos suicidas que atentaron contra Estados
Unidos. Debido a que se encontraba ilegalmente en EE.UU. fue entregado a
Venezuela a finales de 2001 con el compromiso de que fuera devuelto para
futuros interrogatorios. Pero al aterrizar en Caracas desapareció. En mayo
de 2015 fue detenido en Jordania, como sospechoso de estar financiando a grupos
terroristas.
Según documentos logrados por
López Soto, la inteligencia jordana determinó que usaba dos pasaportes, uno
venezolano, a nombre de Hakim Mohamed Alí Diab Fattah (otros tres
pasaportes venezolanos están registrados con nombres muy parecidos) y otro
palestino, en el que figuraba como Hakim Mohamed Ali Semreen. Diab Fattah,
que cuenta con un familiar en la Embajada de Venezuela ante la Autoridad
Palestina, había abierto una cuenta corriente a finales de 2013 con 100.000
dólares. Fue puesto en libertad tras explicar que era una herencia, algo que
justificó la Embajada de Venezuela en Jordania. López Soto recuerda que el
consejero en Amán, Hussan el Aissami, es primo de Tareck el Aissami, exministro
y gobernador, a quien EE.UU. señala como alguien muy próximo a Hizbolá.
Emisión de documentos
El uso de los consulados y
embajadas de Venezuela en Oriente Medio para facilitar documentación oficial a
elementos radicales ya fue puesto de manifiesto en el caso
de Ghazi Nassereddine, quien fue consejero en la Embajada de Damasco
y se inmiscuyó en la de Beirut. Nassereddine, libanés-venezolano promocionado
por Maduro cuando era canciller, fue incluido en 2015 por el FBI en su
lista de personas de especial interés.
Un hombre clave es el
consejero en Amán, primo del exministro del Interior de Venezuela Tareck el
Aissami
Entre las denuncias que ahora
revela Misael López Soto, consejero en la Embajada de Irak, está la presentada
en 2014 contra una empleada de esa legación que emitía de modo irregular
documentos venezolanos a nombre de personas procedentes de Siria, Palestina,
Irak y Pakistán. Aunque podía tratarse de una red de corrupción con fines
lucrativos, el que el embajador impidiera investigar el caso (la mujer sigue
trabajando en la embajada) muestra la presunta aquiescencia de las autoridades
con el procedimiento.
Cuando estos hechos fueron recogidos en noviembre por la
periodista Andreina Flores, elembajador en Irak, Jonathan Velasco, negó que
desde la misión se emitan documentos para ciudadanos extranjeros. En cualquier
caso, un empleado de la embajada que se prestó a testificar a favor de la
denuncia de López Soto apareció poco después degollado en las
cercanías del edificio. En el momento del estrechamiento de las relaciones del
chavismo con Hizbolá, Velasco fue embajador en Teherán, De allí pasó a Ramala,
pero fue declarado persona non grata por Israel. Luego fue a Irak.
La embajadas en Oriente Medio
también han ayudado a promover los intereses económicos de empresarios
como Majed Khalil Majzoub, dueño de Hardwell Technologies, compañía bajo
sospecha de EE.UU. En 2012 el empresario venezolano de origen libanés visitó
Jordania para negociar contratos de energía eléctrica en Petra y en 2013 acudió
a Irak, también en viaje de carácter diplomático, lo que supone una
irregularidad. La embajada preparó sus entrevistas con representantes del
Gobierno de Bagdad y el del Kurdistán y a ambos les pidió que pagaran
hospedaje, escolta y otros gastos. Majed Khalil Majzoub es dueño del avión en
el que los sobrinos
de Maduro fueron detenidos en Haití cuando transportaban 800
kilos de cocaína.
03-01-16
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