Por Luz Mely Reyes
Uno de los retos de la
oposición venezolana es mantenerse realmente uniida. La duda sobre si seria
posible siempre surgía en los meses previos a las elecciones del 6D, cuando
todas las encuestas mostraban que la oposición tenía la primera opción para
ganar este proceso.
Una vez en un encuentro
organizado por Espacio Público, el periodista Alonso Moleiro se preguntaba, lo
que para aquel entonces pocos asomaban: “Y si ganamos qué haremos al día
siguiente”. Lo decía Moleiro en medio de un escenario en el cual no
estaba claro si realmente habría elecciones, porque aun no había fecha fijada.
La duda se fue mitigando,
aunque no extinguiéndose del todo, a medida que se avanzaba en el proceso y la
MUD acordaba la tarjeta única, acogía un nuevo acuerdo de gobernabilidad
interna, reforzaba un modelo al estilo de La Concertación chilena, superaba los
escollos y las triquiñuelas del gobierno y el apoyo popular era firme en
las encuestas. Todo esto pese a las diferencias internas, las agendas distintas
y los clarososcuros de una alianza forjada más al calor de la realidad
política, que por el propio deseo de sus integrantes.
De esta manera llega la MUD a
su gran victoria del 6D. Un triunfo de un calibre que muy pocos avizoraban.
Obtiene la supermayoría de la Asamblea Nacional, 112 diputados, algo inédito en
esta etapa de la llamada quinta república.
Y he aquí cuando esa alianza
que se suponía había soldado muy bien, empieza a dar signos de debilidad.
Ante la imposibilidad de tomar
por consenso una relativamente simple decisión como es escoger la directiva de
la AN, se ve sometida a una votación interna. Los diputados deben escoger entre
Henry Ramos Allup ( AD) y Julio Borges ( PJ) para la presidencia del
Legislativo.
Gane quien gane, es este en mi
opinión el primer fracaso de coalición y lo que lleva a pensar en lo aún
complicado que es el tema de la unidad real.
Ante el reto que presenta este
país, no siempre las votaciones internas son la mejor forma de tomar una
decisión. En
2005 fue este método el que justificó uno de los errores más caros de la etapa
de la oposición restauradora.Luego de una fuerte
discusión, y por instancia, entre otros de AD, se acordó por mayoría, no ir a
elecciones parlamentarias. Con esto la oposición venezolana no solo dejó el
campo abierto al oficialismo en la Asamblea Nacional, sino que además descendió
sus niveles de credibilidad internacional. Ningún partido político, aun afín a
los de la oposición venezolana, podía entender un boicot de esta naturaleza.
En el seno de la MUD se había
llegado a un acuerdo según el cual la presidencia de la AN se rotaría entre los
cuatro partidos que más diputados aportaron. Ellos son en este orden: Primero
Justicia, Acción Democrática, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo. El método fue
aprobado, pero las diferencias se evidenciaron en cuanto a cual partido le
tocaría el primer año.
No me quedó muy claro si se
trata de votos porque a la hora de la verdad, los votos no son de ninguno de
estos partidos- aunque es evidente que cada cual es fuerte en algunas regiones-
sino de la Unidad. En todo caso ese fue el acuerdo.
Si bien internamente hay un
convenio de gobernabilidad, la política del corral sigue jugando. De esta
manera, los partidos empiezan a hacer alianzas entre ellos. Antes existía una
liga entre AD y PJ, ahora son los partidos de corte socialdemócrata los que se
han unido. Esto incluye a Voluntad Popular, aunque algunos dudan de su vocación
de centro izquierda.
En este momento hay un eje AD,
UNT, VP que enfrenta a PJ.
Es muy probable que siendo
así, el nuevo presidente de la AN sea Henry Ramos Allup y no Julio Borges.
Como la votación será secreta
siempre cabe que no haya unanimidad ni dentro de los factores de un mismo
partido, menos aun dentro de una alianza. UNT, el partido de Manuel Rosales, no
tiene una posición unánime sobre su apoyo a Ramos Allup- más de un
exacciondemocratista le tiene alguna factura a HRA- y es posible que más de un
VP y un diputado de AD no coincidan con HRA. Falta ver si seguirán alguna
disciplina partidista. O si las negociaciones que no cesan rinden frutos para
PJ.
¿Y por qué no se llega a un
consenso?
Ramos quiere ser presidente de
la AN argumentando su edad y experiencia. Lo primero nadie lo pone en duda, lo
segundo no es garantía de que lo hará mejor. De hecho fueron sus intempestivas
declaraciones sobre ANTv, las que prendieron un fuego innecesario en esos
momentos. Para más detalles, Ramos habló de esto en la madrugada del 7D,
al término de la lectura del comunicado de triunfo por parte de Chuo Torrealba,
cuando la MUD había convenido que luego de Torrealba nadie más hablaría.
Borges por su parte argumenta
que PJ es la bancada con mayor número de diputados. Lo cual tampoco puede
justificar una cesión de la presidencia de la AN ya que los votos, como dejé
asentado, son de la Unidad. Así lo acordaron al ir con una tarjeta única, y
porque, salvadas excepciones, realmente es imposible saber si el elector votó
movido por el candidato ganador o porque iba en las filas de la MUD.
Ambos bloques muestran el
peligroso borde de la polarización interna que persiste en la MUD y que se
evidenció en 2014 con la propuesta de #LaSalida.
Todo esto sería lo natural en
una alianza tan diversa, si al frente no estuviera un oficialismo que juega
duro, que posee recursos y que cuenta con una base sólida de apoyo. Y si no
hubiese un contexto tan complicado como el que vive Venezuela con la crisis
económica y social que tenemos.
Imaginen cuando haya que tomar
decisiones más difíciles, que ameriten más argumentos y más persuasión. Por
ejemplo ¿Someterán a votación interna llamar a un referendo revocatorio,
como lo hicieron cuando boicotearon las parlamentarias de 2005?
En el fondo, lo que demuestra
esta imposibilidad de llegar a un acuerdo es la lucha de poder interna, una
disputa que tiene más de individualismo que de colectividad. Y que yo sepa, ese
no fue el mandato que le dio el pueblo a la oposición venezolana el pasado 6 de
diciembre.
02-01-16
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