Por Pedro Palma
El gobierno ya nos tiene
acostumbrados a sus múltiples acciones orientadas a solucionar problemas
nacionales que no llevan a nada y que, después de fracasar rotundamente y de
generar cuantiosos gastos y despilfarro, pasan al olvido. Creo que los Comités
Locales de Abastecimiento y Producción, CLAP, de reciente creación, serán otro
fracaso más. Estos entes, que están formados por habitantes de pequeñas
comunidades, y que se concibieron con la finalidad de solventar el grave
problema de escasez de alimentos que sufren los venezolanos, no podrán lograr
su objetivo, y muy probablemente degenerarán en más corrupción, ineficacia,
clientelismo y discriminación, agravando aún más el problema por el que fueron
creados.
Los CLAP tienen un
incuestionable tinte político, ya que se fundamentan en cuatro instancias
estrechamente vinculadas al oficialismo, como son La Unión Nacional de Mujeres,
la Unidad Batalla Bolívar-Chávez, el Frente Francisco de Miranda y los Consejos
Comunales, debiendo contar cada CLAP con el certificado, o visto bueno, del
Ministerio para las Comunas. Altos voceros gubernamentales han informado que el
grueso de la distribución de alimentos a escala nacional se hará directamente y
sin intermediarios, para lo cual el Estado comprará el 70% de la producción de
las plantas procesadoras de alimentos, comercializando esos productos a través
de los CLAP, entes que tendrán un registro del número de familias o casas en su
comunidad, a las cuales se les deberá vender periódicamente bolsas de comida a
precios subsidiados. Con ello pretende el gobierno, por una parte, acabar con
las interminables colas de personas en las puertas de los abastos y
supermercados con el fin de comprar cualquier alimento, objetivo que muchas
veces se ve frustrado por el rápido agotamiento de las escasas mercancías y,
por la otra, eliminar a los vendedores informales, también conocidos como
“bachaqueros”, quienes acumulan mercancías con el fin de revenderlas, pero a
precios muy superiores a los regulados.
En un primer momento la idea
puede parecerle buena a muchos, pero a la larga quedará demostrado que la misma
no es funcional ni eficiente, y su implementación acabará agravando el problema
de escasez y exacerbando la frustración de la gente al no conseguir alimentos,
o tener que adquirirlos a precios muy elevados en el mercado informal.
El sesgo político de estos
comités generará la discriminación de las personas no afectas al gobierno, a
quienes se les restringirá el acceso a los alimentos distribuidos por los CLAP,
pues estos, al igual que varias veces en el pasado, se encargarán de excluir de
sus listas de beneficiarios a aquellas familias cuyos miembros sean de la
oposición, o hayan firmado en favor del referendo revocatorio contra Maduro.
Estos excluidos tendrán que acudir al mercado informal o seguir haciendo colas
interminables para comprar alimentos, pero ahora en abastos críticamente
desabastecidos debido a la venta forzosa que tendrán que hacer las plantas procesadoras
de alimentos al gobierno para proveer a los CLAP. De hecho, el jefe de control
de estos nuevos entes informó que el gobierno había acordado con las cadenas
privadas que el 50% de la mercancía recibida será comercializada a través de
esas redes, y el 50% restante por los CLAP.
Adicionalmente, varios de
los que administrarán los alimentos a ser entregados a los comités, o muchos de
sus miembros, se transformarán en “bachaqueros”, pues rápidamente verán la
posibilidad de desviar y acaparar parte de esos productos, para luego
revenderlos en el mercado informal con precios artificialmente altos.
Peligroso el juego del
gobierno con los CLAP, pues ello puede profundizar aún más el crítico problema
de desabastecimiento, con el agravante de que la discriminación que el mismo
posiblemente generará puede tener consecuencias nefastas. Este no es el momento
de improvisar. Eso es jugar con fuego.
16-06-16
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