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lunes, 6 de marzo de 2017

Comiendo del enemigo por @miropopiceditor


Por Miro Popic


La cocina es hija de la geografía. Es el entorno lo que determina lo que va a la olla de los pueblos. Así nacieron las cocinas de todo el mundo, desde que un mono hambriento decidió bajarse del árbol y comenzó a masticar raíces. De recolector pasó a cazador, de ahí a cultivador y, hoy en día, a comprador. En el Siglo XXI la cocina nace de lo que se compra en el mercado o, mejor dicho, se compraba. Ni más ni menos. Bueno, eso en los países normales.

Aquí compramos lo que conseguimos y los demás se nutren con el contenido de las bolsas o cajas CLAP.

Todo lo que he leído y escrito sobre gastronomía en estos últimos treinta años y que tiene que ver con la alimentación del pueblo, se puede resumir en una frase: El sabor nace del paisaje y propicia una identidad que la memoria transforma en cultura. Ahora bien, ¿cuál es la geografía de la alimentación de los venezolanos actualmente? ¿qué ocurre cuando esa identidad culinaria traspasa fronteras y se nutre con el enemigo? El paisaje de lo que hoy nos alimenta no se encuentra en nuestras fronteras, sino más allá, lejos, especialmente hacia el norte, de donde procede lo que se conoce como cesta básica.

Basta mirar el contenido de una caja CLAP para darse cuenta de lo distante que estamos de la cacareada soberanía alimentaria. Lo esencial de la dieta constituido por arroz, caraotas, aceite, pasta, leche, azúcar, etc., procede de tres países: México, Panamá y Estados Unidos.

Si, el imperio mismo, responsable, dicen, de la guerra económica, a quien enriquecemos comprándole lo que comemos. Ya lo previó hace décadas Conny Méndez, escribiendo aquello de: "¿Qué pasó con las arepas, las carautas y el café?/ ¿Qué pasó con la comía, que toa la tienen que traé?".


De acuerdo a estudios hechos por economistas serios, el costo de esta caja a precios internacionales es 14 dólares que, adquiridos al precio oficial de 10 bolívares por unidad, nos arroja 140 bolívares. ¿A cuánto la venden los camaradas? Pues, oficialmente al precio justo de Bs. 10.450, lo que arroja una diferencia de Bs. 10.310 por caja. Si lo multiplicamos por 6 millones de CLAP que dice Bernal se están distribuyendo, alguien está haciendo un gran negocio con el hambre de todos. O sea que el enemigo no solo nos da de comer, sino que también se hace multimillonario. Con algo así, cualquiera se compra una casa de 16 millones de dólares en Miami a nombre de la revolución.

Así, no sorprenden para nada los resultados de la última encuesta Encovi de nuestras tres mejores universidades: 82% de pobreza, 9,6 millones de compatriotas que comen menos de dos veces al día, 75% de la población rebajó 8,5 kilos de peso el último año.

El Saime dice que la fortaleza de la nación radica en su identidad y nosotros decimos que esa identidad comienza a formarse en el estómago. Si somos lo que comemos y vemos gente buscando en la basura para procurarse sustento ¿en qué nos estamos convirtiendo? ¿Será por eso que se hace imposible conseguir pasaporte?

04-03-17




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