Ramón Flores 02 de septiembre de 2018
@liderHumano
El
carnet de la patria, esa especie de “marca de la bestia” del apocalipsis
madurista, se ha convertido en la punta de lanza del régimen rojo para intentar
humillar a la sociedad venezolana: si no tienes carnet de la patria, debes
pagar gasolina a precios internacionales, no tienes derecho a cajas de comida
de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), tampoco a
medicinas ni vacunas, ni a ninguna otra política de “protección social” del
“humanismo”.
Y es
que definitivamente, ese instrumento del mal lo que persigue es erigirse como
una moderna estrategia de control social, que también hace las veces de una
tarjeta de racionamiento como la de la dictadura cubana, buscando la sumisión y
dependencia de los venezolanos que nunca emigraremos del suelo que nos vio
nacer y por cuya libertad seguiremos luchando.
Como
ejemplo de la maldad de estos que gobiernan a Venezuela, vimos como la
“venganza” de los hermanos Rodríguez se hizo presente cuando sectores de lo que
queda de clase media fueron obligados a sacarse el carnet de la patria, en lo
que sin duda es una política que busca desmoralizar a aquellos que toda su vida
se han opuesto al chavismo.
Pero
la implementación de este mecanismo de exclusión también tiene otra lectura,
tal como ya lo hemos visto en el pasado reciente: usarlo como comodín para unas
eventuales elecciones, ofreciendo bonos para los que voten por el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), así como llevar un control en “caliente”
de los que van o no a sufragar para poder manipular resultados a su antojo.
No
obstante, en medio de esta ofensiva en contra del pueblo venezolano, un ejemplo
de dignidad cacheteó la cara de los usurpadores del poder de Miraflores:
nuestros abuelos se plantaron y se negaron a aceptar a la amenaza que les hizo
Maduro de no pagarles sus jubilaciones si no se inscribían en el sistema
patria, lo que implicaba sacarse de forma obligatoria el carnet de la
humillación roja.
“Con
mi pensión no te metas”, gritaron nuestros ancianos en pleno centro de Caracas
y exigieron a “Maduro y su combo”, retroceder en el nuevo chantaje que
orquestaba este gobierno del mal. Los abuelos alegaban que ellos cotizaron toda
su vida para ganarse sus pensiones, nadie se las regaló, como falsamente suele
decir el régimen, que vende políticamente como una dádiva las jubilaciones que
está obligado a cancelar a los abuelos.
El
resultado de esas protestas y firmeza de nuestros abuelos y abuelas constituye
un hecho que todos los venezolanos debemos emular: Maduro reculó, tuvo que
poner a su ministro Jorge Rodríguez a desmentirlo, asegurando que no hará falta
“la marca de la bestia” para cobrar sus pensiones.
Con
sus arrugas, canas y largas vivencias encima, estos ancianos y ancianas
volvieron a actuar como lo que son: los dignos venezolanos herederos de las
glorias de Simón Bolívar y de nuestros libertadores, al no calarse esa
extorsión llamada carnet de la patria… ¿Cuándo vamos a reaccionar y seguir su
ejemplo?
Ramón
Flores
Diputado
a la Asamblea Nacional
Presidente
del Parlamento Amazónico
@liderHumano
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