José Domingo Blanco 19 de octubre de 2018
@mingo_1
Con
mucho interés, he venido siguiendo las actuaciones y comentarios de este
“nuevo” apostolado –inmaculado- que se gestó en torno al legado de Chávez, el
difunto intergaláctico. Ese grupo que, de pronto, decidió apretarse el botón de
Reset para vaciar el archivo que contenía sus aportes a la miserable situación
actual, eliminar los cargos de conciencia y erradicar las responsabilidades
–que muchos las tienen- de que la situación de nuestro país haya llegado a los
niveles caóticos en los que estamos.
Así,
como cuando haces “borrón y cuenta nueva”, un grupo de Chavistas Originarios
que, permítanme recordarles, alguna vez ocuparon altos cargos durante los años
de tiranía del difunto, se han dado a la tarea de “limpiar” sus imágenes y
“lavar” sus –ahora- inexistentes culpas, para defender al padre de la tragedia
actual de Venezuela: ¡Hugo Chávez Frías! Y me cuesta aceptar este acto de
contrición, no porque dude de la autenticidad del arrepentimiento, sino de las
intenciones ocultas que subyacen en el acto. A ese grado de desconfianza me han
llevado los chavistas… ¡y las dirigencias opositoras, también!
En mi
caso, tanta desconfianza, está asentada en las declaraciones y actuaciones de
quienes ahora, no sólo son inocentes, sino que se atreven a decir que ellos
nunca, nunca, hicieron algo que fuese en contra de la libertad, la democracia,
la probidad, la transparencia y las leyes. Desde hace años vengo insistiendo, y
más aún cuando Chávez comenzó a dejar ver sus intenciones comunistas, que la
politiquería es oscura y engañosa. Incluso, me atrevía a calificarla de
retorcida. Truculenta. Porque, los intereses que la mueven, definitivamente, no
son a favor de las mayorías. El poder enceguece a quienes lo ostentan, y
despierta las ambiciones de quienes quieren alcanzarlo.
Y este
axioma, cobra más fuerza en mis convicciones cuando, por ejemplo, oigo a Rafael
“Niño Jesús” Ramírez, el zar petrolero en los años chavistas de más ingresos y
más despilfarro, hablar como si jamás, durante su gestión, se hubiese perdido
ni una grapa de la engrapadora de su oficina. O cuando, veo a Luisa Ortega
Díaz, que cambió las abyectas mentiras que decía durante su gestión como Fiscal
en los años de Chávez, por una imagen de paladina de la justicia, contra los
desmadres que comete el régimen de Nicolás. Les juro que les creería, si no
recordase cuánto daño, en su momento, le hicieron al país. Me convencerían si,
después de recibir la iluminación divina y descubrir los horrores que ocurren
en la Venezuela actual por culpa del modelo que aplica un otrora camarada de
tolda, no descubriésemos las intenciones presidencialistas de cada uno de los
execrados por el régimen dictatorial de Maduro.
Porque
esos Chavistas Originarios de hoy, son los mismos que burdamente copiaron la
estrategia comunicacional, dentro de la maquinaria criminal nazi, del nefasto
Goebbels sazonándola con palabras como escuálido, golpista, guarimbero,
apátrida, revolucionario, hegemonía, Patria, Socialismo o Muerte. Los que
ponían “la rodilla en tierra” por ese comandante que está sembrado en el
Cuartel de la Montaña y que abrió el camino de esta desgracia por la que
transita el país.
Los
Chavistas Originarios, los que no se cansaron nunca de “jalarle bolas” a
Chávez, quieren sacar a Maduro para ponerse ellos y continuar con el legado,
que es el mismo Plan de la Patria que diseñó el “tiranodifunto” y que, sin
interrupciones, desde que el “tiranodifunto” lo asignó como su sucesor, viene
aplicando Nicolás y su dictadura. Entonces, ¿en dónde estaría el cambio? Por
eso, inevitablemente, dudo de la intención de los Chavistas Originarios. No
quieren cambiar el Plan sino, simplemente, a quien lo aplica. Y eso me suena,
al mejor estilo de Cantinflas, a deseos de recobrar el poder que algún día
tuvieron y del que hoy han sido desplazados por otros, que no son ellos; pero
que son los que están mandando… ¡sin ellos! aun cuando son salidos de la misma
corriente ideológica. Esas cosas adictivas del poder.
Tal
vez, a los Chavistas Originarios podría, quizá, concederles el beneficio de la
duda si, antes de querer aparecer como inocentes sin mácula, devolvieran lo que
indebidamente sustrajeron y nos ofrecieran disculpas a todos los venezolanos
que sufrimos los horrores que, con su aval, cometió Chávez. Porque, durante los
años en los que ocuparon los Ministerios más importantes de la gestión del
intergaláctico, acumularon créditos suficientes como para que mi incredulidad
ante la autenticidad de sus intenciones, sea proporcional a los recuerdos que
tengo de ellos ejerciendo sus cargos.
La
politiquería se vale de sus artimañas y sus estrategias. Por eso, aún no digiero
la santidad de Ramírez, Rodríguez Torres, Giordani, Ortega Díaz, Rodrigo
Cabezas y todos los demás que me faltan por nombrar. Porque, detrás de ellos,
hay alianzas y estrategias que los hacen creer que son la respuesta a esta gran
incógnita que es hoy Venezuela. A todas estas, la dirigencia opositora que
tenemos quiere que los Chavistas Originarios tumben a Nicolás, en vista de que
ellos no han podido; supongo que con el propósito de dejarles la tarea sucia y
después, esa dirigencia opositora –tan desprestigiada como los chavistas caídos
en desgracia- encargarse de sacar del poder a los Chavistas Originarios cuando
se monten. ¡Válgame Dios!
José
Domingo Blanco
@mingo_1
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