Américo Martín 21 de octubre de 2018
La ONU
pide a Arabia Saudita y sus aliados el cese del bombardeo sobre Yemen a riesgo
de llevar al victimado a su peor hambruna en 100 años. Los raids aéreos
causando muertos y heridos de todas las edades y la guerra civil
militar-religiosa que le cayó como una maldición, podrían azuzar ocultos deseos
de repartirse escombros del jaqueado país árabe.
No
sería fácil, claro, y no obstante, con el agotamiento de sus energías seguirá
perdiendo control sobre sus fronteras, seguridad interna y gobernanza. Yemen
podría desaparecer o perder grandes extensiones de su territorio.
En
esta parte del mundo continúa cobrando fuerza la poli crisis de Venezuela. Se
profundiza con fría regularidad la indescriptible y explicable tragedia que
abruma a la nación. La degradación humana, moral, política, la sociedad
anarquizada y la economía en manos del azar, han inducido al embajador Emilio
Figueredo a no descartar la “balcanización” o desintegración territorial.
Por
ineptitud del Poder estamos cerca de perder el Esequibo; el ELN en Guayana
pelea por yacimientos auríferos y mata pemones, etnia más desarrollada de la
región. En la frontera occidental, guerrillas y narcos inciden en el tráfico de
gasolina y estupefacientes, mientras la diáspora vive en trance diabólico, pese
a la generosidad de gobiernos hermanos.
Estos
elementos, acumulados, pueden dar sentido a la conjetura de Figueredo.
Ante
tan sombrío horizonte la disidencia venezolana incluso en el seno del
oficialismo está moralmente obligada a deponer triviales rivalidades y, sin
dejación de principios, a unirse para lograr el cambio democrático en la forma
menos dolorosa posible.
Cambio
abierto a todos los que quieran sumar, sin exclusiones ni vetos caprichosos;
vale decir: sin confundir justicia con venganza, ni reencuentro nacional con
pases de cuenta. Se busca la unidad de la Nación en su natural diversidad.
La
solidaridad universal ha acompañado a Venezuela. Nadie nunca le había
proporcionado tanto respaldo institucional, especial pero no únicamente, las
tres Américas. Alentador es el papel más activo recién asumido por la Unión
Europea.
No
faltará quien por escepticismo profesional desconfíe, yo prefiero agradecer su
generoso deseo de intensificar su responsabilidad solidaria con nuestro
Continente. Venezuela necesita liberarse y reunificarse en democracia y
pacífica convivencia, con justicia sin impunidad -que la negaría- sin humillar
al adversario solo por serlo ni manchar de inhumana venganza el renacimiento
para todos de la libertad y la prosperidad.
La
posición europea no tolera ambigüedades. Federica Mogherini, Alta Representante
de la UE, habló de “proceso” que no abortará sanciones. Implícitamente
desarticuló la teoría de que la presión solidaria se relacione con
“imperio-tercermundismo” alguno, comodín éste dirigido a velar su real origen:
el drama que, en obsequio a la brevedad, resumo en un nombre: Fernando Albán, y
en la hambruna y muerte civil.
Cruel
desatino: reproducir la desgracia de Yemen aún sin sufrir una guerra civil ni
ser abatido por misiles foráneos.
Nada
más. Nada menos.
Américo
Martín
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