Miguel Méndez Rodulfo 26 de octubre de 2018
Todos
recordamos a un diputado del mal llamado Polo Patriótico, que había sido
designado, en 2003, jefe del Comando Ayacucho para un proceso de reparos de
firmas que buscaba activar un referendo de revocatoria de mandato en contra de
los parlamentarios de la oposición, proceso que el oficialismo perdió.
Posteriormente se negó a disolver su tolda política “Podemos”, cuando el de
Sabaneta pretendía que todos los partidos que apoyaban al régimen se
disolvieran para fundar un solo partido hegemónico: el PSUV. Este diputado no
argumentaba que él quería mantener su partido (que era lo que realmente le
importaba), sino que aprovechando que el difunto también pretendía cambiar la
carta magna, se rasgaba las vestiduras en un supuesto “Proyecto País”
establecido en la Constitución de 1999. La verdad es que ninguna Constitución
del mundo encarna una visión país; ellas son una declaración de principios que
asegura la convivencia social, que busca proteger los derechos ciudadanos y que
ordena al Estado; pero ni siquiera la carta magna del 99, presidencialista y
con un sesgo ideológico hacia el socialismo, se puede decir que encierra un
modelo de desarrollo.
Otro
caso que me viene a la memoria es un amigo, connotado especialista en su área,
que había sido en 1998 corredactor de una ley para su sector; él me decía que
dicha ley encerraba una política pública. Por supuesto que no era sí, ninguna
ley contiene propuestas de políticas públicas; las leyes regulan, pero también
estimulan, aspectos de los países que deben ser ordenados, codificados y
establecidos. De manera que no encontraremos en las normas legales nada que
tenga que ver con políticas públicas. Lo que hay que tener claro, y no me canso
de decirlo, es que la política pública es el marco referencial bajo el cual se
deben elaborar las leyes y los planes del país, como una manera de evitar la
ambigüedad, dispersión, excesos y contradicciones que caracterizan a estos
instrumentos de la gobernabilidad.
Durante
la transición, ese período que se inicia con una nueva gobernabilidad, que
definitivamente implica un cambio drástico del modelo de desarrollo que para
nuestra desgracia se implantó en el país desde el año 1999, hay que tener muy
claro cuál es el rumbo hacia el cual debemos dirigir al país y cuáles son las
políticas públicas sectoriales que vamos a implementar una vez que la fase de
reconstrucción de dos años, que implica la transición, se haya cumplido. En
efecto, durante este período de corto plazo, que se caracterizará por la
reconstrucción de la infraestructura, los procesos, los equipos, los sistemas,
el capital humano, etc., hay que considerar en todo momento hacia dónde vamos
en el largo plazo y qué vamos a hacer en el mediano plazo. Así, reconstruir las
bases de la institucionalidad debe ser una obra que se realice pensando que la
edificación que se levante debe ser de envergadura, vigorosa, moderna,
futurista y compleja en su funcionamiento, de manera que las ejecutorias de
gobierno que se afronten sean certeras, eficientes, económicas y resuelvan
eficazmente los problemas de la gente.
Venezuela
en un plazo de 20 años debe dar un salto cuántico y resolver de una vez por todas
(ya basta de pañitos calientes y fracasos que nos llevaron a este desastre) los
problemas fundamentales de la pobreza, del rentismo populista, del
presidencialismo y del incumplimiento constitucional del equilibrio de los
poderes públicos. En la Visión País nacional, escenario de 30 años, no puede
visualizarse una nación agobiada por la marginalidad, dependiente del petróleo
y sumisa frente al Poder Ejecutivo. Al contrario, en ella estos problemas están
resueltos o por lo menos muy controlados y el escenario que se plantea alcanzar
corresponde a uno en que los venezolanos, comportándose como ciudadanos del
primer mundo esperan recibir de su Estado servicios públicos de alto nivel y
condiciones de progreso y prosperidad.
Miguel
Méndez Rodulfo
Caracas
26 de Octubre de 201
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico