Bernardino Herrera León 01 de diciembre de 2018
El
Instituto de Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas de la UCV celebró el Seminario Internacional “Crisis Política”, el
pasado 26 y 27 de este mes de noviembre que termina, en la amable sede del
Centro Cultural Chacao. Fuimos convocados investigadores dentro y fuera del
país, y pese a lo agotador de la jornada, resultó nutritiva en reencuentros y
debates.
Hacía
falta que la Facultad de Derecho irrumpiera en la escena nacional ofreciendo un
espacio de discusión política. Mis reconocimientos a todos los colegas que
hicieron posible tan importante evento, contra todas las adversidades y
carencias
Las
ponencias centrales estuvieron a cargo del doctor Asdrúbal Aguiar, vía digital,
y presencial del profesor John Magdaleno. La intervención del doctor Aguiar
bien vale comentar en escrito aparte, donde predice nuevas formas de
democracia, como respuesta al resurgimiento de los regímenes autoritarios. Vale
ahora, comentar la conferencia del profesor Magdaleno, parcialmente por razones
de espacio, porque trata sobre el dramático atasco en que se encuentra la
nación venezolana.
Mis
comentarios son para refutar algunos de los argumentos expuestos por el colega
Magdaleno, a quien considero un intelectual de gran nivel, por lo que van con
el debido respeto y consideración. Pero también con la polémica propia de la
ciencia, producto más acabado de la racionalidad humana, único pensamiento que
se revisa y se perfecciona a sí misma, gracias al debate, como el que intento
ahora.
La
llamo doctrina Magdaleno que, entre otros, argumenta que no queda más opción
que negociar con la dictadura chavista, aceptando sus condiciones. Ya que, por
detentar el poder autoritario y no absoluto (que no es lo mismo pero que da
igual), puede imponerlas a su arbitrio. Se apoya para ello en los resultados
preliminares de una investigación coordinada por el profesor, sobre 80 casos de
transiciones políticas en el mundo. En su mayoría, sostiene, dichas
transiciones fueron pacíficas y con resultados exitosos en sistemas democráticos.
La
abstención, continúa argumentando la doctrina Magdaleno, desmoviliza a la
oposición. Y facilita a la dictadura mantenerse sin mayores costos, ni
políticos ni represivos
Me
detendré en estos dos puntos, por razones de extensión y porque concentran lo
más esencial de la argumentación del colega Magdaleno y de quienes le siguen en
esa línea.
En
primer lugar, para negociar con la dictadura es imprescindible oponerle una
fuerza política y social de gran magnitud, que la obligue a desalojar el poder
por la buenas. Abandonar el poder, se supone, es un requisito esencial para el
retorno a la democracia.
El
término negociación sólo aplica para los atenuantes de evitar más violencia y
tragedia. Implica, qué remedio queda, una dosis de impunidad para los
funcionarios de la dictadura involucrados en los diversos delitos de lesa
humanidad, corrupción y delincuencia organizada, además de entrega de porciones
de la riqueza nacional a potencias y empresas nacionales y extranjeras.
Teniendo eso claro, se supone que en ningún modo se negocia una transición
bipartita, es decir un régimen compartido entre dictadores y demócratas, pues
resultaría un sinsentido, un disparate.
Lamentablemente,
esa fuerza opuesta que obligue a la dictadura a negociar no es suficiente, de
momento. Las anteriores negociaciones han demostrado ser un cínico y
fraudulento espectáculo político. La debilidad estriba en que una parte de la
dirigencia opositora se ha negado a democratizarse internamente, ya sea dentro
de sus propios partidos o mediante consultas para decidir el liderazgo de las
alianzas de partidos y movimientos. Y este detalle, no considerado en esta
doctrina, pesa mucho a la hora de convocar la confianza y el apoyo de la
ciudadanía. Y más, cuando se nos va en ello la vida. Recordemos que, en 2017,
cada marcha pacífica nos costaba un ciudadano asesinado.
El
inmenso capital político logrado en enero de 2016 fue despilfarrado
miserablemente por la actual dirigencia opositora. La misma que ahora insiste
en ponerse al frente de una posible transición.
Y esa
insistencia debilita considerablemente la convocatoria imprescindible que
legitime el lado opositor para negociar una salida “honrosa” del régimen
El otro
punto es la abstención. No necesariamente desmoviliza, como afirma la doctrina,
si ésta se inserta en un plan de movilizaciones inteligentes, que son aquellas
que evitan el enfrentamiento directo con los asesinos aparatos represivos. Por
ejemplo, convocar consultas ciudadanas, del tipo 16 de julio de 2017, que
acompañe a una intensa presión internacional.
Por el
contrario, Magdaleno sostiene que se debe participar en cuanta elección
convoque la dictadura, haya o no condiciones, con el argumento de que cada
fraude electoral mermará considerablemente su legitimidad y estimulará un
quiebre interno del régimen, que es dónde pone toda esperanza de forzar la
transición. Temo que la vitrina de trofeos- fraudes electorales de la dictadura
es demasiada amplia.
Y que
cada fraude merma cada vez más la confianza de la ciudadanía en el movimiento
opositor. El régimen ya carece de legitimidad y aún sigue allí. Por ello, la
dictadura fomenta la abstención, no hay duda. No obstante, ésta puede ponérsele
en su contra si se sabe aprovechar. Es lo que no han logrado las incoherentes
estrategias (a veces sí a veces no) de los líderes opositores, en especial de
quienes aún insisten en participar electoralmente. Cada fraude resulta en un
desastre divisionista en la oposición. Por el contrario, el en lado de la
dictadura no se producen fracturas, sino purgas.
Mientras
esta tragedia social se alarga absurdamente, mueren a diario decenas de
venezolanos y miles emigran en condiciones infrahumanas. Mientras, la dictadura
se aferra a sus nuevas bombonas de oxígeno con las que busca un segundo aire,
con el nuevo gobierno de México y con el sorpresivo gobierno del PSEO de Pedro
Sánchez, en España.
En
otros artículos trataré otros aspectos de la doctrina Magdaleno, junto con los
diversos enfoques que logré captar del intenso seminario del Instituto de
Estudios Políticos de la UCV. Pero el llamado es a una urgente revisión de la
estrategia política que, hasta ahora, no ha funcionado. La dictadura chavista
sigue intacta, matando, robando, destruyendo al país.
Bernardino
Herrera León
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