Emilio Nouel 10 de febrero de 2019
En
días pasados el TIME decía que al fin, a la pesadilla de Venezuela, el mundo le
estaba prestando atención.
Y
ciertamente es así, a pesar de que algunos descaminados se han dedicado de
manera incomprensible a cuestionar y hasta a atacar a la Comunidad
Internacional y sus representantes.
Sin la
participación activa de esta última las acciones políticas certeras que se han
adelantado a lo interno, no habrían conducido al punto crucial en el que
estamos.
El
Frente Amplio, desde sus inicios, siempre lo subrayó. No todo dependerá de
nuestra acción doméstica, la internacional nos va a potenciar si nos
inteligenciamos con ella. Si no demostramos ante ella coherencia, la
perderemos. No haber aceptado, por ejemplo, el diálogo tramposo de Dominicana,
las fraudulentas elecciones del 20M y las municipales, nos hicieron ver consistentes,
creíbles, confiables.
El
gobierno despótico chavista, sin duda, está hoy contra las cuerdas,
desconcertado, dando bandazos, aunque manteniendo una cierta capacidad de
aguante, fingiendo que tiene la situación controlada cuando es evidente que no.
No en vano sigue disponiendo de recursos, del apoyo de algunas bayonetas
oxidadas y de grupos armados de paramilitares delincuentes.
El
mandado, como se dice popularmente, no está hecho. Pero vamos muy bien.
Hacen
falta unas cuantas cosas por hacer.
Y si
mantenemos la unidad posible, esas tareas se podrán culminar con éxito, en un
tiempo breve.
Distraernos
hacia asuntos subalternos podría poner en riesgo el curso trazado. Propuestas
disparatadas y sin viabilidad debemos desecharlas. Una promoción de candidaturas
presidenciales debe ser repudiada.
No es
la hora de los cuatriboleados, ni de los que andan buscando “tirar la parada”,
ni de aprovechar la coyuntura para intereses políticos particulares, tampoco de
los fantasiosos.
Es la
de los que actúan inteligente, responsable y fríamente. La de los políticos que
conocen y calibran bien las circunstancias presentes, la de los que echan mano
de las herramientas de comunicación modernas, la de los que no se dejan llevar
por los apasionamientos y emociones delirantes y/o suicidas.
Gran
parte del mundo occidental y más allá está pendiente de lo que pase en
Venezuela. Y no es que nos creamos ser el ombligo del planeta. Basta ver los
medios.
Juan
Guaidó, encargado de la Presidencia de la República de Venezuela, aparece en
todos los periódicos más importantes del mundo. Hay grandes expectativas sobre
lo que a nosotros nos suceda en los próximos días.
La
operación de emergencia humanitaria que ha iniciado el gobierno legítimo de
Venezuela encabezado por Guaidó, que el gobierno chavista ha querido
obstaculizar, es tema comentado en todas partes.
Y ha
sido el apoyo de gobiernos y de sectores privados del mundo a tal acción, lo
que le ha dado el carácter de ampliamente publicitado urbi et orbe.
Estamos
siendo observados muy de cerca. La preocupación y la esperanza son grandes en
las democracias occidentales, entorno cultural y mundo al que pertenecemos.
No
tenemos derecho a equivocarnos en el proceso político que hemos comenzado a
transitar. Y como lo hemos dicho antes: tampoco hay toalla que tirar. Estamos
despertando de la pesadilla.
EMILIO
NOUEL V.
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