Evan Romero-Castillo 20 de mayo de 2014
Las fricciones entre los
actores políticos de la oposición venezolana se acentuaron en mayo, pero aún
están a tiempo de respaldarse mutuamente y negociar con el Gobierno sin
renunciar a las protestas de calle pacíficas.
Este mes ha sido particularmente duro
para los adversarios de Nicolás Maduro, sucesor de Hugo Chávez (1999-2013) en
la presidencia de Venezuela. Los eventos registrados en las últimas semanas han
marcado un nuevo hito en el accidentado historial de la oposición. Como
muestra, un botón: el 8 de mayo, sus líderes y simpatizantes amanecieron unidos
por la indignación cuando se supo que las fuerzas de seguridad del Estado
habían destruido un campamento donde pernoctaban manifestantes pacíficos y
arrestado a los jóvenes sin mayor ceremonia. Pero la discordia que prevalece en
el seno de ese heterogéneo colectivo volvió a quedar en evidencia antes de que
cayera la noche.
La subsecretaria de Estado para el
Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, declaró que personas ligadas a la Mesa
de la Unidad Democrática (MUD) –la coalición más grande de partidos opositores–
le habían pedido a Washington que se abstuviera de imponer sanciones sobre
funcionarios del Gobierno venezolano por la violación de los derechos humanos
de quienes protestan desde febrero. Aunque Jacobson se desdijo poco después,
alegando haberse confundido, el daño ya estaba hecho: la MUD, cuyo diálogo con
el establishment chavista ya era mal visto por algunos sectores de la
oposición, fue acusada de “colaboracionismo”.
Síntesis
estratégica
El periodista venezolano Luis Carlos
Díaz, cuyo blog recibió el premio BOB de Deutsche Welle en 2013, resumió los
acontecimientos del 8 de mayo en un tweet: “Se las arreglaron para convertir un
día de represión y gente detenida en una factura contra la MUD”. Ahora cabe
preguntarse si los políticos y partidos opositores de Venezuela volverán a
apoyarse mutuamente tras el último desencuentro. “Algunos analistas creen que
todavía tienen posibilidades de crear una síntesis estratégica, perseverando en
sus negociaciones con el Gobierno sin renunciar a las protestas de calle
pacíficas, que son legítimas”, sostiene el politólogo Víctor M. Mijares.
Ese reencuentro de voluntades puede
requerir un gran esfuerzo. Después de todo, como lo explica Mijares,
investigador del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA) de
Hamburgo, la composición de la oposición venezolana es más compleja de lo que
parece. Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg
especializado en Teoría Política, opina lo mismo: “Los opositores del chavismo
no se dividen en sólo dos bandos. Hay unos cuantos descarriados que apuestan a
una solución militar para la crisis nacional, ignorando que las condiciones no
están dadas para una salida que no sea constitucional”, apunta Mires.
Mesa
de negociaciones y protestas de calle
“Existe una oposición ‘leal’,
encarnada por la MUD, que respeta las reglas de juego establecidas en la Constitución
de 1999 y está dispuesta a dialogar con el Ejecutivo. Hay una oposición
‘semileal’ que asume una posición más combativa de cara al Gobierno y llama a
protestar en las calles, pero que al mismo tiempo ocupa o aspira a ocupar
posiciones gubernamentales sin desconocer el sistema jurídico post-Chávez. Y
existe una oposición ‘desleal’ integrada por quienes aplaudirían la caída, por
cualquier vía, de lo que ellos consideran una dictadura flagrante. La MUD es la
entidad mejor organizada y tiene la base electoral más amplia”, dice Mijares.
La oposición ‘semileal’ –representada
por partidos como Voluntad Popular, Vente Venezuela y Alianza Bravo Pueblo–
atraviesa una seria crisis porque dos de sus dirigentes han sido neutralizados:
el actual alcalde mayor de Caracas, Antonio Ledezma, sigue estando
políticamente activo; pero Leopoldo López fue arrestado bajo el cargo de
‘instigar a delinquir’, tras convocar las manifestaciones del 12 de febrero, y
María Corina Machado fue despojada de su cargo como diputada mediante un
proceso controvertido. Según Mijares, la oposición ‘desleal’ está compuesta por
políticos y grupos marginales con visiones más extremas de derecha o liberales.
“Chavismo
social” y “chavismo político”
“Henrique Capriles Radonski –dirigente
de Primero Justicia, rival de Chávez y Maduro en los dos últimos comicios
presidenciales, y actual gobernador del estado Miranda– exhibe intuición e
inteligencia al concentrar sus energías en articular un discurso que atraiga a
los sectores económicamente desfavorecidos, tradicionalmente percibidos como
chavistas. El suyo es un proyecto político a largo plazo, pero yo lo celebro
porque la oposición estará perdida si no se gana la confianza del ‘chavismo
social’, es decir, de los activistas y líderes comunales excluidos de la lucha
por el poder que tiene lugar en el marco del ‘chavismo político’ ”, señala
Mires.
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