Américo Martín 15
de mayo de 2014
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin
“Nuestras armas tienen que ser la
garantía de cualquier acuerdo. Es un tema estratégico que no vamos a discutir”
Manuel Marulanda (en tiempos idos)
Manuel Marulanda (en tiempos idos)
Sé que ya no se usa mucho la voz
“cachaco” para identificar al bogotano culto, liberal, elegante en el vestido y
la expresión y dado a usar casaca. Pero si alguien decidiera retomarla le
aconsejo que mire a Juan Manuel Santos. –
Acaba de soltar con insigne suavidad
una declaración que a muchos les ha parecido inaceptable.
- Espero
ver –ha
dicho- a los jefes de las FARC en el Congreso.
Álvaro Uribe, el líder que puso en el
brasero la organización militar de las FARC, podría sentir que Santos estaba
arruinando sus indudables logros contra la célebre organización fundada en 1964
por Manuel Marulanda. No obstante haber sido Juan Manuel su ministro de la defensa
y mejor intérprete en la guerra que declaró y llevó a la victoria contra los
irregulares. Uribe enfrentó con las armas empuñadas a aquella organización que
bien pudo ganar la guerra e instalar en Bogotá una revolución dura, similar al
fidelismo en La Habana y al sandinismo en Managua.
Una peligrosa resignación parecía
haberse apoderado de los gobiernos democráticos de Colombia frente a los
colosales avances de los faristas, más todavía después de la activa ayuda que
comenzaron a recibir del presidente Chávez. Los mandatarios Belisario Betancur,
Virgilio Barco, César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana habían incluido
en su agenda la negociación de paz con las agresivas huestes de Marulanda. –
Nadie llegó más lejos que Pastrana en
ese rocoso camino. Seguía siendo muy escarpada la cuesta para entenderse con
una organización tan complicada como las FARC, pero en un país como Colombia
aparecen con frecuencia rendijas que reabren posibilidades. –
En las elecciones que se realizarán el
25 de mayo en ese país tan cercano, tan hermano, supura la tensión
entre Santos y Uribe. En principio, aquel parecía cómodo porque su antiguo jefe
no pudo aspirar a la reelección y su representante, Oscar Zuluaga, no terminaba
de absorber su popularidad. En marzo el candidato de centro-izquierda, Enrique
Peñalosa, parecía destinado a ser quien lidiara con Santos en la segunda
vuelta. Pero en mayo el panorama cambió. Zuluaga desplazó a Peñalosa y se
aproximó inesperadamente a Santos. Las grandes consultoras venían dando por reelecto
al presidente Santos pero ahora, a unos doce días del combate, se insinúa un
empate técnico en la primera vuelta. No obstante, Santos sigue punteando,
aunque de no detenerse la tendencia su victoria estaría seriamente
comprometida.
Santos ha puesto toda la carne en ese
asador. Espera que antes de los comicios salga de la Mesa de Negociación algún
tipo de acuerdo que le proporcione lo que le falta para vencer sin ninguna
duda. Pero aunque personalmente estoy de acuerdo con la negociación por razones
que expuse en mi libro “La Violencia en Colombia” (cuando aún gobernaba Uribe)
no veo cómo pueda ocurrir algo con fuerza suficiente para determinar o alterar
sustancialmente el resultado. –
El país no corre peligro. La economía
va en crecimiento sostenido, diversificado y sin inflación. La violencia
urbana ha perdido mucha fuerza y el índice de homicidios, antes primero del
hemisferio, ha caído sensiblemente por debajo de los punteros Venezuela y
Honduras. El espinazo de las FARC está roto. Los sucesores de Marulanda
perdieron toda posibilidad de lograr algún día una victoria militar y su futuro
está marcado por la forma como puedan lograr –si es que lo logran- su
desmovilización, desarme e integración a la vida política. –
El horizonte económico luce despejado
en el marco de la llamada Alianza para el Pacífico, el poderoso grupo de
integración subregional que pronto desplazará sin retorno al jaqueado Mercosur.
La violencia narco, paramilitar y farista-elenista ha caído en flecha.
Adicionalmente, un examen de los candidatos y sus ofertas electorales revela
que el fundamentalismo ha desaparecido del paisaje político colombiano. Hasta
el Polo luce curado de excesos. Su candidata, Clara López, economista y
experimentada funcionaria, hace promesas bien formuladas y atractivas. ¡Nada
que ver con el descascarado socialismo siglo XXI! –
Frente a la abrumadora violación de
derechos humanos del modelo chavista, Uribe y Santos deslindaron posiciones.
Uno rechaza y el otro, lamentablemente, no. Pero eso no autoriza a considerar
que Santos sea afín al esperpento que llaman socialismo siglo XXI. Tal modelo
no tiene nada que ofrecer como no sea sangre, sudor y risa. El disparate
económico es tan absurdo como brutal, la ofensiva contra estudiantes, vecinos,
trabajadores que defienden derechos elementales reconocidos por cualquier amigo
de la libertad… y con la faltriquera vacía, tampoco recibe ya muchas loas. Así
lo evidencian UNASUR y gobiernos, movimientos, y personalidades angustiados por
Venezuela. Maduro se ha autodesignado “Presidente de los estudiantes”, cuando
hasta ayer decía serlo “de los trabajadores”. Sería de preguntarles cómo les ha
ido con semejante magistrado. –
UNASUR fue inicialmente convocada para
apoyar al gobierno y condenar la “desestabilización” opositora, pero decidió
hablar con las dos partes y postular un diálogo de iguales. La canciller de
Colombia, Ángela Holguín fue fundamental. La facilitación del Vaticano hizo de
Francisco una especie de garante de los garantes.
Después de las elecciones las FARC
seguirán en el brasero. Vencidas militarmente por Uribe fueron al diálogo para
salvar lo salvable. Actualmente discuten lo que nunca aceptó Marulanda:
desarme, desmovilización. –
Colombia, México, Perú, Chile iluminan
el futuro. Nixon dijo una vez: adonde vaya Brasil, irá la Región. Ahora es:
adonde vaya la Alianza del Pacífico irá Latinoamérica.
El futuro de la atormentada Venezuela
está también en ese lugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico