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domingo, 25 de mayo de 2014

Sobre el control de twitter, la libertad de expresión y la caza de brujas, Enrique Dans



Por Enrique Dans, 25/05/2014

Patricia Morales, de VozPópuli, me llamó hace unos días para hablar sobre la obsesión que le ha entrado a la clase política por poner bajo control los comentarios en las redes sociales, por tratar de imponer un clima “políticamente correcto” al diálogo y al intercambio de opiniones en sitios como Twitter. Hoy lo ha publicado bajo el título “La doble vara de medir en Twitter: libertad de expresión o simple caza de brujas?“.

Mi opinión sigue siendo exactamente la misma: las leyes que regulan delitos como las injurias, las calumnias, las amenazas, los ataques al honor o la incitación a delitos ya existen, están perfectamente tipificadas, y hay amplia jurisprudencia en la que los jueces pueden basarse a la hora de emitir sus veredictos. Twitter y la red no son en absoluto diferentes a otros canales.

¿Hay insultos en Twitter? Por supuesto, pero también existen herramientas para bloquearlos y reportarlos. El que insulta, el que es incapaz de mantener una actitud civilizada en la conversación, se retrata a sí mismo, y al receptor del insulto le toca decidir si es suficiente con un simple bloqueo que aleje a esa molestia de su vista o si estima que ha sido objeto de una acción que merece la intervención de los jueces. Judicializar la conversación y convertir en delito cosas que en la vida normal o en la barra de un bar no lo serían es un error. Dejemos que Twitter y que las redes sociales vayan desarrollando sus protocolos de uso, que las personas vayan dándose cuenta que lo que se expresa públicamente en la red puede – si lo merece – tener sus consecuencias con arreglo a la legislación vigente, y dejemos de obsesionarnos con el control de la red y de imaginar mundos color de rosa donde la conversación es siempre cordial y sin sobresaltos.

ACTUALIZACIÓN: Gabriel Navarro me cita hablando sobre este mismo tema (pdf) en La Verdad de Murcia. Y en La Voz de Galicia, María Cedrón, con quien mantuve también una conversación telefónica, me cita en su artículo titulado “¿Hasta dónde podemos llegar en la red?” (pdf). Y también Sònia Valiente en Las Provincias.



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