Por Ricardo
Martínez Osorio, 19/05/2014
Venezuela
se encuentra sumergida en una crisis económica, social y política como nunca en
su historia democrática. Ciertamente estamos en el peor momento de estos 15
años de régimen chavista.
Describir
en este espacio lo que sucede en el país sería un ejercicio de redundancia
innecesaria, sería restregarles lo que padecen a diario al salir de sus casas.
En lo personal nunca imaginé que llegáramos a este punto tan crítico pero aquí
estamos: pariendo para conseguir la batería del carro, haciendo colas para
comprar leche y evitando salir de nuestras casas luego de las 9 de la noche por
la inseguridad.
Lo fácil es
achacarles la culpa a los políticos e intentar buscarle una solución personal a
la tragedia de la que somos víctimas. Lo cómodo es intentar hacer nuestra
agenda personal sin mirar para los lados y decir que esto nos sucede por culpa
de Caldera que indultó a Chávez o que es consecuencia de la oposición que no se
pone de acuerdo. Nada más lejano a la realidad.
Lo primero
que debemos entender y procesar es que, con o sin Chávez, Venezuela estaba
obligada a pasar por una crisis profunda que sacudiera sus bases y la
convirtiera en una nación completamente democrática y verdaderamente
desarrollada.
La forma
como estaba concebido nuestro sistema económico, político y social estaba
caduco desde los años 80 y toda la sociedad – desde los políticos hasta el
pueblo en general – se negaron a leer los cambios.
Lamentablemente
es difícil pero es lo que nos toca, este sabor amargo iba a ocurrir tarde o
temprano. Ahora tenemos que luchar y aprender como sociedad de estos errores
para no volverlos a cometer.
¿Cuánto más
durará esta tragedia? ¿Cuánto más tendremos que soportar a Maduro y a Cabello
en el poder? No lo sé, en lo personal no le creo ni creeré jamás a ningún
profeta, me parecen unos charlatanes que se aprovechan de nuestra
desesperación. Esto va a durar hasta que Venezuela lo necesite para
evolucionar.
En España
vivieron una dictadura feroz con el General Francisco Franco que los llevó
luego de su muerte a una democracia solida, en Chile también tuvieron un
régimen opresor con Pinochet y lograron derrocarlo con unas elecciones. Cada
país tiene sus propias tareas, sus procesos históricos y sus imperfecciones que
los equilibran pero todos tienen en común que pasan por estos ciclos.
Mi llamado
es a continuar, a creer con mucha fe en Venezuela. Nuestro país es el mejor y
debemos quererlo incondicionalmente. Con esto no estoy diciendo que debemos
inmolarnos por Venezuela. Los procesos históricos de un país tienen tiempos
distintos a la vida útil y productiva de sus ciudadanos en lo individual.
Respeto y comparto la decisión de muchos de marcharse – momentáneamente o de
forma definitiva – del territorio venezolano en búsqueda de mejoras académicas
o de estabilidad económica para poder cumplir con sus metas. Ya vendrán tiempos
donde todos los que puedan regresarán y los que no serán dignos embajadores de
nuestro gran país. Lo importante es que donde estemos, sea cual sea nuestra
trinchera, grande o pequeña, luchemos día y noche por conseguir una Venezuela
con progreso y libertad. Una de las mayores frustraciones y desesperaciones del
chavismo es la capacidad que hemos tenido de levantarnos y seguir.
Siempre
sintámonos orgullosos de ser venezolano.
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