Miguel Méndez Rodulfo 17 de mayo de 2014
El Desarrollo Social es un proceso que
a futuro pretende elevar la calidad de vida de la población de un país,
mediante la conformación de una sociedad más igualitaria, participativa,
inclusiva e integrada, potenciando el capital humano. Este tipo de bienestar
social es posible a través del ejercicio de un conjunto de derechos básicos, a
los que pueda tener acceso equitativamente la población. Dichos derechos se agrupan
en cuatro dimensiones: la económica, la social, la salud (que incluye la
nutrición) y la educación. Así el desarrollo social se calcula por medio de
varios índices: El aspecto económico, por la llamada “Línea de Pobreza”, que es
un indicador coyuntural, que se basa en la medición del ingreso, determinando
el poder adquisitivo familiar con respecto a la canasta básica y la canasta
alimentaria. El aspecto social, pero también el educativo, se evalúan por el
índice de “Necesidades Básicas Insatisfechas” El aspecto de salud se valora por
el “Índice de Desarrollo Humano”, aunque éste también incluye la esfera
educativa y la económica. El Coeficiente de Gini es un indicador complementario
que expresa la desigualdad del ingreso entre las personas.
Siendo evidente el fracaso económico
del régimen, desde sus inicios, siempre se ha ufanado de sus logros sociales.
El año pasado Venezuela fue reconocida por la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) por reducir a menos de 5% el hambre entre 2000 y 2012. Por otra parte el
PNUD de las Naciones Unidas ubicó a nuestro país, en 2013, en el ranking mundial de naciones con un alto
Índice de Desarrollo Humano, al ubicarse en el puesto 71, con un coeficiente de
0,748, cifra que la incluye en el grupo de naciones consideradas con un alto
nivel de desarrollo humano, de un total 186 países evaluados. Venezuela quedó
por detrás de Cuba, Panamá, Granada y Trinidad, pero por delante de Brasil,
Perú y Colombia. El PNUD dice que entre el año 2000 y 2012, el IDH creció en
ese lapso a un ritmo de 1,03%, sólo superado en América Latina por Nicaragua
(1,04); sin embargo, este mismo organismo afirma que entre 1980 y 1990, nuestro
país apenas pudo crecer a una tasa promedio de 0,11.
¿Cómo es posible que estos organismos
nos digan a los venezolanos una cosa y nosotros palpemos otra? Si los barrios
con su miseria abierta, los buhoneros con su trajinar penoso, los desempleados
con su ruina a cuestas, los campesinos abandonados y con su hambre endémica, los
enfermos esperando por meses una cita, las escuelas con sus deficiencias
crónicas, los hospitales con su carencia de insumos y médicos mal pagados, las
empresas con una espada de Damocles encima, etc. Si todo esto se exhibe a pleno
día y lo contemplamos a diario, ¿cómo es
que somos un modelo de sociedad del bienestar? Eso nadie lo puede entender.
Si el desabastecimiento de alimentos y
medicinas es de antes de 2011; si tenemos una inflación que desde 2008 está por
encima de 25%, algo insólito en esta era; si el campo fue expropiado, se
encuentra abandonado y nada produce; si el 60% de la población tiene un trabajo
informal, ¿De qué estamos hablando? ¿Cómo pudimos haber reducido el hambre?
Que el país tenga un desarrollo social
menor que el de Cuba y mayor que el de Brasil, es cuando menos difícil de
creer. Que Venezuela creció muy poco en la llamada “Década Perdida”, es cierto.
Eso era la realidad y eso reflejaban las estadísticas. Pero es muy dudoso que
en 12 años de este régimen hayamos crecido socialmente de una forma meteórica.
Lo que se ha demostrado es que el
régimen maquilla las cifras. El turco del INE, como lo llama Teodoro, falsea
los datos. Así los que trabajan solamente dos horas a la semana, no están
desempleados; los que están en las misiones y cumplen más de 16 años no pasan a
formar parte de la población económicamente activa; el salario mínimo se
calcula a 6,30 Bs./US$ y no al dólar libre como se importa casi todo lo que
consumimos; la canasta alimentaria no se calcula por los precios que el BCV
recoge en su informe técnico y tampoco los que muestra el Cendas, sino por los
precios de Mercal; la producción petrolera es de más de 3 MM B/D, en vez de los
2,3 que reporta la OPEP; la pobreza extrema
es de 6% y no de 9,7% como dice la Cepal y así sucesivamente. A lo que
nos lleva esta constatación es a que los organismos internacionales no pueden
ser tan incautos para dar por buena toda la data amañada que les proporciona
Venezuela. Se debe comprobar la fiabilidad de la información porque el régimen
no juega limpio.
Caracas 16 de mayo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico