Trino Márquez 29 de mayo de 2014
El triunfo cómodo y categórico de
Patricia Ceballos, en San Cristóbal, y Rosa de Scarano, en San Diego, han
inducido a pensar a algunas personas de la oposición que conviene plantearse
desde ya la organización del referendo revocatorio del mandato de Nicolás
Maduro. Formalmente esa consulta podría realizarse en 2016. Creo que no
conveniente estar dando brincos con garrochas, sobre todo si está trabajándose
en una estrategia electoral. Para llegar al revocatorio hay que pasar
previamente por una estación ubicada en las elecciones legislativas, previstas
para finales del año 2015.
Me anticipo a los radicales que
desechan el “electoralismo”, señalándoles que todas las salidas a la colosal
crisis que vive Venezuela pasan, en algún momento, por la instancia electoral,
desde las alternativas pacíficas, democráticas y constitucionales previstas en
la Carta del 99 –por ejemplo, la renuncia o inhabilitación de Maduro- hasta la
violenta: asonada militar. Cualquiera sea el desenlace, habrá que realizar
votaciones en el corto o mediano plazo para elegir las autoridades de los
poderes públicos. Ningún militar, por gorila de derecha o izquierda que sea, se
aventurará a dar un golpe de Estado sin prometer que, tan pronto como sea
posible, se convocará a elecciones libres, transparentes, justas y bla,bla,bla.
La reacción internacional sería implacable. Así es que para los comicios de
2015 hay que prepararse, y lo más conveniente es llegar a ellos en las mejores
condiciones posibles.
Para las elecciones parlamentarias del
año próximo hay que comenzar a trabajar ya. Las citas de San Diego y San
Cristóbal evidencian el gigantesco peso que la gente le asigna a la Unidad.
Esta es una verdad axiomática, pero algunos díscolos tienden a olvidarla. La
Unidad no tiene sustitutos. Una organización o un candidato pueden lucir
excepcionales por su inteligencia, mística y eficiencia, pero si pretenden
desprenderse por un costado de la cancha para realizar un juego individualista
que los ponga al margen del equipo, será castigado.
Otro valor que se manifestó es el de
la protesta popular. El pueblo se solidarizó con la lucha y el heroísmo de los
estudiantes y jóvenes que salieron a protestar en esos municipios tan
combativos. Los venezolanos no quieren la violencia, pero no aceptan la
sumisión ni la resignación frente al comunismo. Reivindican la importancia del
voto como instrumento de combate, protesta y reclamo, y lo asumen como una
prolongación de la lucha por rescatar la democracia. Al pueblo le gusta elegir
a través del sufragio universal, popular
y secreto sus alcaldes y gobernadores. No acepta el Estado Comunal, donde los
“representantes” populares son electos en asambleas en las cuales la gente
“vota” con la mano levantada para que el comisario del partido sepa por quién
se pronunció cada quien. La descentralización política constituye una conquista
que el pueblo no dejará arrebatarse por un quimérico Estado Comunal, utilizado
por el régimen como pantalla en su intento por controlar la vida de todos los
ciudadanos.
La vocación de lucha de los
venezolanos y sus deseos de que los conflictos se diriman dentro de la
Constitución, hay que convertirlos en una fuerza para comenzar a organizar a
partir de ahora las elecciones legislativas. El método para seleccionar los
mejores candidatos hay que definirlo lo más pronto posible. Existe el
antecedente de 2010. Sin embargo, en aquella ocasión se venía de la desacertada
abstención. Fue relativamente sencillo seleccionar los candidatos unitarios.
Ahora habrá aspirantes parlamentarios con una pasantía de cinco años por la
Asamblea. Algunos de ellos han realizado un trabajo meritorio. Con legitimidad,
podrán aspirar a la reelección. Otros han brillado por su ausencia, pero igualmente querrán volver a
calentar sus sillas. Por estos laberintos tendrá que transitar la MUD tratando
de que la Unidad prevalezca. Que no haya fracturas, ni dislocaciones que
desaten divisiones suicidas. El régimen aprovechará cualquier fisura de la
alternativa democrática para intentar demolerla.
La propuesta opositora no se reduce a
los candidatos. Incluye toda la maquinaria que permita garantizar el triunfo
electoral, tal como ocurrió en San Cristóbal y en San Diego. Esa plataforma
cuesta tiempo y recursos construirla y habrá que levantarla combinándola con
las protestas que sean necesarias. 2015 es ya.
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