Por Mario Villegas, 11/05/2014
¿Libre de pecados? Tal vez nadie lo esté en esta controvertida Venezuela del siglo 21. Ni siquiera los más fieles practicantes religiosos lo están y justo por eso tienen que andar confesándose de cuando en cuando para librarse de los remordimientos de conciencia.
Pero hay pecados de pecados. Comerse la flecha en una calle o una luz roja del semáforo, por ejemplo, es algo que todo conductor ha hecho alguna o muchas veces en su vida. Cualquiera sea la causa, termina siendo una transgresión que hay que reconocer y asumir como tal. Pero ese es, si se quiere, un acto venial, que “se opone levemente a la ley o precepto, y por eso es de fácil remisión”, para decirlo en sintonía con el diccionario de la Real Academia Española. Hay otros pecados de mucha mayor monta y gravedad, sobre todo cuando implican graves consecuencias no sólo para quien los comete sino fundamentalmente para terceras personas.
La mentira, en todos sus colores y tamaños, es una práctica nada aconsejable en las relaciones humanas, tanto en el ámbito personal como en el colectivo e institucional. Cierto es que cualquiera puede incurrir en la mentira por ligereza o accidente, cosa que es perfectamente explicable aunque no justificable, o bien en forma aviesa y deliberada, lo cual otorga a la falsedad una mayor gravedad dada la carga de alevosía que la motiva.
He allí precisamente la gravedad de algunas de las mentiras puestas a rodar por el poderoso aparato comunicacional del gobierno y que han envenenado deliberadamente la conciencia de muchas personas, especialmente de aquellas que, dado el grado de polarización existente, han depositado su confianza y creen ciegamente en todo lo que proviene del discurso oficialista.
Son muchas las matrices de opinión construidas por el gobierno a base de falsear la verdad en forma contumaz. Por ejemplo, eso de que ser bolivariano es ser chavista, o estar con el gobierno es ser patriota y el que no es apátrida y agente del imperialismo, o aquello de que quien está con el chavismo es de izquierda y el que está con la oposición es de derecha. Afirmaciones que no resisten el menor análisis, pero que inundan el léxico, la literatura y la liturgia oficialista.
En estos días veía en televisión al dirigente político y experto petrolero David Paravisini, en gesto que lo enaltece, desmontar las mentiras que ha propalado el ministro Rafael Ramírez sobre los volúmenes de gasolina que son contrabandeados a Colombia. Según las cuentas que saca Paravisini, se requeriría de 500 gandolas cada día de cada semana, mes y año, para poder sacar por la frontera la cantidad de gasolina que dice su compañero del PSUV, cantidad de vehículos que es perfectamente detectable y decomisable por las autoridades.
Igual tratamiento matemático y de elemental racionalidad merece otra matriz sembrada por el gobierno, según la cual la escasez imperante en Venezuela se debe a que 40 por ciento de la producción nacional de alimentos y demás rubros es desviada al hermano país. Cuántos miles de gandolas, camiones, camionetas, autobuses, automóviles, aviones, avionetas, barcos, lanchas, chalanas, ferrys, motocicletas, bicicletas y velocípedos harían falta para trasladar diaria y clandestinamente a Colombia esa descomunal cantidad de productos.
Pero hay muchas más falsedades creadas por los laboratorios gubernamentales y repetidas a la ligera por dirigentes, militantes y seguidores del chavismo. Otro ejemplo, puesto a rodar pocos días después de iniciadas las protestas y barricadas en el país, dice: “Los guarimberos talaron y quemaron más de 5 mil árboles”. ¡Caramba! ¡Una verdadera industria del talado! Pero todo el chavismo la repite sin aportar elementos que sustenten la credibilidad de semejante afirmación.
A Henrique Capriles le fabricaron la especie según la cual había convocado a sus seguidores a “descargar su arrechera” en la calle tras las elecciones que perdió el 14 de abril. En todos los videos y los audios esparcidos por todos los medios una mano peluda roja rojita mutiló la frase original en la que el ex candidato llamaba a un cacerolazo y a “descargar su arrechera en esas cacerolas”. Burda manera de un chavismo inescrupuloso de engañar a su propia gente.
Otra matriz montada sobre la ingenuidad sobre todo de los chavistas más jóvenes, es aquella de que antes de que Hugo Chávez llegara al poder los pobres en Venezuela se alimentaban de perrarina. No soy fan y más bien combatí a la llamada cuarta república, pero nací y me crié en los barrios populares, por lo cual puedo decir que jamás comí ni supe de ninguna familia que se alimentara regular u ocasionalmente con perrarina. Por lo demás, si con la actual política de “precios justos” del socialismo del siglo 21 los alimentos para animales tienen precios inalcanzables, imagínese usted, mi estimado lector, cuánto costarían en los tiempos en que en Venezuela regía el salvaje capitalismo adeco copeyano.
Ahora que se habla nuevamente de comisiones de la verdad, lo primero que todos debemos hacer, comenzando por el gobierno, es decir la verdad y nada más que la verdad.
BREVES
-Un abrazo a Eduardo Orozco
Mi abrazo solidario al apreciado colega y amigo Eduardo Orozco ante la muerte de su querida esposa, a quien tuve el privilegio de conocer y tratar personalmente. Mis condolencias también a sus hijos y demás familiares y amigos.
ENTREVISTA
Carlos Delgado Linares, periodista
“Con Chávez no había razones para reunirse con la MUD”
-¿De dónde surgió su grito de guerra radial “¡Arriba los corazones!”?
-Su primer libro fue sobre la Trova Cubana, el segundo sobre Billo Frómeta, el tercero y el cuarto sobre Caracas y el quinto sobre Hugo Blanco y su arpa viajera. ¿Alguna explicación para ese orden?
-Sí. El de la Trova cubana fue mi tesis de grado en la escuela de comunicación social de la Universidad Central de Venezuela en el año 1992 y fue publicado con mis propios recursos y el apoyo financiero del Conac. El de Billo lo publiqué en 1998 también con apoyo del Conac. Como soy caraqueñólogo, hice dos libros sobre Caracas en 1999 y en 2001, también con apoyo financiero del Conac. Y el de Hugo Blanco, con apoyo de PDVSA La Estancia.
-¿Hoy día es más fácil que antes editar un libro en Venezuela?
-Para mí sí. En la cuarta república recibí financiamiento parcial del estado, pero ahora me han reeditado dos libros, uno de ellos el de la Trova Cubana, sin costo alguno para mí.
-¿Se considera más diestro como conductor radial que como escritor?
-Las dos cosas van de la mano. Me siento a gusto en ambas facetas.
-¿Y si tuviera que escoger entre escribir y conducir su programa radial, qué dejaría?
-El programa no lo dejaría jamás porque esa es la columna vertebral para mi familia.
-¿Después de cinco obras publicadas, tiene alguna otra en proyecto?
-Tengo en proyecto un texto autobiográfico, que se va a llamar "Pateando la calle y el cheque está para la firma". Tiene que ver con mi experiencia de vida y especialmente como periodista obligado a vender pautas publicitarias para mi programa radial y la larga espera para cobrarlas.
-¿La revolución bolivariana le ha deparado más o menos pautas publicitarias que el bipartidismo adeco-copeyano?
-A mí me ha deparado muchas más pautas para mi programa, y sé que no soy el único.
-¿Con los chavistas se vive mejor?
-Sí. En educación, salud, vivienda y cultura, se han dado pasos agigantados para que la población viva mejor, sobre todo los más necesitados.
-¿Qué cosas de la llamada cuarta república preferiría no erradicar?
-No recuerdo ninguna.
-¿Tiene problemas con la memoria?
-No. Siempre he gozado de buena memoria, que es uno de mis privilegios.
-¿La exacerbada polarización política le ha hecho perder muchos, pocos o ningún amigo?
-Hasta ahora no he perdido ninguno y eso que tengo amigos muy radicales de oposición.
-¿Fue un error del presidente Hugo Chávez no reunirse con la Mesa de la Unidad y con Fedecamaras, como lo está haciendo el presidente Nicolás Maduro?
-En su momento no era prudente porque no había razones políticas para reunirse con ellos. Ahora las hay y se están dando positivamente. El gobierno ha tomado una actitud muy seria y responsable llevando la batuta y el equilibrio de la mesa de negociación.
-¿Cuál es el papel que corresponde a los intelectuales venezolanos en la presente crisis política?
-No hay crisis política. Lo que tenemos que hacer los intelectuales es seguir trabajando y aportando ideas para que el proceso siga adelante y llegar al socialismo, que es la meta que nos proponemos.
Mario Villegas
mariovillegas100@gmail.com
Twitter: @mario_villegas
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