EMILI J. BLASCOEJBLASCO Día 19 de mayo de 2014
Entrevista a Casto Ocando.
El escritor y periodista
Casto Ocando explica en el libro «Chavistas en el Imperio» que las fortunas de
la revolución bolivariana aman el lujo y buscan terreno seguro
Hugo Chávez y el movimiento que creó situaron
desde el principio aEstados Unidos en
el centro de sus ataques políticos. Lo paradójico es que muchos chavistas que
se han enriquecido en estos años de Gobierno en Venezuela adoran
ir de compras a Florida y adquirir mansiones en
diversos lugares de Estados Unidos. El libro «Chavistas en el Imperio» investiga
el listado de propiedades que muchos de ellos tienen al otro lado del Caribe y
pone de relieve los «secretos, tácticas y escándalos de la revolución
bolivariana en Estados Unidos», como reza el subtítulo de esta obra del periodista Casto
Ocando. Venezolano de origen, Ocando trabaja en la unidad de periodismo de
investigación de Univisión, el gran canal hispano con sede en Miami.
—Critican a Estados Unidos, pero les
deslumbra.
—Es algo que no me he podido explicar;
parecen vivir en una contradicción a la que están tan acostumbrados que ya ni
se cuestionan. Durante quince años han difundido un discurso en favor de los
pobres y contra el Imperio, algo que doblemente vulneran. Traen sus familias
enteras para acá, compran bienes, hacen inversiones, tienen caballos... No
estoy hablando de personas al margen de la revolución, sino de su corazón
mismo. Este país les encanta porque es seguridad, protección a largo plazo.
Muchos buscan salvar su pellejo. Ven que si la revolución se llegara a
colapsar, ellos tendrían algo para el futuro en EE.UU. Unidos, no en Rusia o China ni mucho menos en Cuba.
—Son nuevos ricos.
—Ninguna de estas personas, excepto
muy contados banqueros, tenía fortuna cuando llegó Chávez. Ninguno de los
ministros era rico. Por ejemplo, en el caso de Jesse Chacón, ministro para la Energía Eléctrica, y de
su hermano, que llegó a tener un banco, ellos mismos decían que habían nacido
en una casa de latón, y de repente comenzaron a manejar fortunas de centenares
de millones de dólares.
—¿De dónde sale ese patrimonio?
—Obviamente de las relaciones con el
Gobierno, aprovechando sus posiciones de privilegio dentro del régimen. Una de
las cosas extraordinarias de Venezuela es que en estos quince años, en los que
ha habido un constante incremento del precio del petróleo, se ha movido una
enorme cantidad de dinero, como nunca antes. Esto ha generado al mismo tiempo
una de las mayores corrupciones también de la historia del país y probablemente
de América Latina. Muchas de estas fortunas tienen que ser producto del manejo
inapropiado de los recursos públicos, por decir lo menos.
—¿Hay dinero de la droga?
—Muchos operadores militares chavistas
se han enriquecido, todos los que tienen poder de manejar tropas, recursos,
vehículos y realizar controles en las carreteras del país o en las fronteras, y
esto ha representado una enorme fortuna que puede estar en las decenas de miles
de millones de dólares. Estamos hablando de cantidades completamente fuera de toda
proporción. El Gobierno hasta ahora no ha hecho ningún esfuerzo significativo
para impedir eso. En mi libro identifico por lo menos doce grandes capos
internacionales de la drogaoperando en Venezuela, además de la Guardia
Nacional, que opera como un cartel.
—¿Quiénes se han enriquecido más?
—Hay fortunas extraordinarias entre
militares. Porque el negocio de Venezuela no es solo de droga, hay también
tráfico de gasolina, de materiales robados, como el aluminio, y otras
actividades ilícitas. Luego está el segmento de los funcionarios, que también
han reunido fortunas desorbitadas, como el teniente Alejandro Andrade,
que es un caso icónico: un hombre que pasó de ser un simple oficial de la
alcaldía de Caracas a convertirse, con su nombramiento de tesorero de
Venezuela, en uno de los hombres más ricos. Andrade tiene propiedades y
caballos en Wellington, en Carolina del Norte. Y luego están los empresarios y
los banqueros, como Víctor Vargas, que también han multiplicado
extraordinariamente la fortuna, obviamente utilizando las conexiones con el
sistema, sobre todo en relación a la administración de divisas. También hay
testaferros, operadores…
—¿Se han beneficiado los Chávez?
—A pesar de que ha habido muchos
rumores, me ha sido difícil averiguar algo sobre eso. Es una familia extensa.
Adán Chávez, hermano del presidente fallecido, es gobernador. Hay un primo que
está ubicado en el puesto clave de la compañía estatal de petróleo, Pdvsa: la
oficina de comercialización, que es la que distribuye el petróleo a todo el
mundo y tiene un poder extraordinario. También hay operadores en la sombra,
como sus sobrinos. Algunos de ellos y otros familiares tienen inversiones en
Estados Unidos. Desde el principio la familia Chávez ha estado vinculada a
acusaciones de enriquecimiento.
—¿Y las fortunas tradicionales, como
la de Cisceros?
—Cuando llegó Chávez, Gustavo Cisneros
tuvo una gran dificultad y tuvo que sacar la mayoría de su empresas. Incluso la
familia vendió casi todos los bienes que tenían y se quedaron únicamente con el
canal de televisión, que ha prestado algún tipo de apoyo al chavismo. Pero ni
Gustavo Cisneros ni Lorenzo Mendoza, de Polar, la empresa de bebidas y
alimentos más grande de Venezuela, que primero tuvo un acercamiento al Gobierno
y ahora el Gobierno lo considera un enemigo, obtuvieron beneficio directo del
régimen.
—¿Tienen Nicolás Maduro y Diosdado
Cabello bienes en EE.UU.?
—Bajo sus nombres no. No actúan de esa
manera. Han sofisticado sus procedimientos, tienen gente que los representa.
Por ejemplo, Cabello usa funcionarios del Gobierno o anteriores funcionarios de
su paso por la gobernación del estado Miranda.
—¿Cree que Maduro aguantará en la
presidencia?
—Creo que las protestas estudiantiles han sacudido
no solamente a la propia oposición y al Gobierno, sino también a grupos que se
habían mantenido al margen. Noto que en las Fuerzas Armadas también hay
polarización, y eso representa una complicación para el Gobierno. La gente está
ahora en contra o a favor de Maduro, no hay una posición intermedia. La
inseguridad, la represión brutal y su impunidad lleva a mucha gente a
preguntarse hasta cuándo se podrá aguantar. Lo que no veo es que la protesta
juvenil de por sí tumbe al Gobierno o lo haga cambiar.
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