Andrés Oppenheimer 18 de enero de 2016
En
estos días entrevisté a los jefes de departamento latinoamericano de las tres
principales instituciones internacionales que monitorean la economía de la
región, y la verdad es que salí bastante deprimido.
Los
tres –el jefe del departamento de América Latina del Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas– pronosticaron que la
economía de la región no crecerá en 2016. Será el quinto año consecutivo sin
crecimiento en la región.
Los
tres entrevistados coincidieron en que, en general, América del Sur va a tener
un mal año, mientras que América Central y México van a tener un año algo
mejor.
Mientras
que las economías más grandes de Sudamérica van a sufrir como consecuencia de
su dependencia excesiva de exportaciones de materias primas a China, cuya
economía se está desacelerando, América Central y México se beneficiarán de sus
estrechos vínculos con Estados Unidos, cuya economía está mejorando.
Estas
proyecciones para América Latina son preocupantes porque el FMI, el Banco
Mundial, y –más aún– la CEPAL tienden a ser optimistas en sus previsiones
anuales para la región. En los últimos cuatro años, han pronosticado una
recuperación regional que no sucedió.
“Las
predicciones que se hicieron desde el 2012 siempre han errado en predecir un
crecimiento mayor al que se produjo de verdad”, admitió Augusto de la Torre, el
economista en jefe del Banco Mundial para América Latina. “Creo que los
pronosticadores ahora se están volviendo más realistas, y más modestos”.
Para
Brasil, el consenso entre los tres expertos es que su economía se contraerá
entre un 2 y 2.5 por ciento en 2016, tras una contracción de casi un 4 por
ciento en 2015.
Venezuela,
cuya economía se derrumbó entre un 7 y un 10 por ciento el año pasado, se
contraerá en un porcentaje similar este año, dijeron.
Alejandro
Werner, jefe del departamento de América Latina del FMI, me dijo que la
inflación en Venezuela alcanzó un 270 por ciento en 2015, y “puede continuar
moviéndose hacia arriba en forma explosiva”. El FMI dará a conocer sus
pronósticos oficiales en los próximos días, y se espera que estimen la
inflación de Venezuela en más del 500 por ciento para el 2016.
Para
Argentina, los tres expertos coincidieron en que el nuevo presidente Mauricio
Macri ha heredado un país económicamente paralizado, cuya economía sólo crecerá
entre 0.5 y 1 por ciento en 2016.
Pero
alabaron las primeras medidas económicas de Macri, que según dijeron pueden
restaurar la confianza de las empresas y atraer inversiones, lo que haría
crecer la economía a partir de la segunda mitad del 2016 o el 2017.
“Claramente,
hay una posibilidad de sorpresa positiva importante en la Argentina en los
próximos dos años”, me dijo Werner, del FMI.
Para
México, los tres expertos económicos regionales predijeron un crecimiento
relativamente saludable de entre 2.6 y 3 por ciento este año, gracias al
crecimiento de la economía de Estados Unidos. “Dentro del contexto recesivo, a México
no le está yendo muy mal”, dijo Bárcena, de CEPAL.
Mi
opinión: Este quinto año consecutivo sin crecimiento económico en gran parte de
América Latina debería mover a la región a tomar medidas concretas para
diversificar sus exportaciones.
Todos
los países exportadores de materias primas de Sudamérica deberían exigir en sus
constituciones la creación de “fondos de compensación” como los de Chile y
Noruega, que obligan a ahorrar un porcentaje de sus ingresos de exportación en
los años buenos para seguir solventando gastos sociales en los años malos.
Y lo
que es más importante, deberían concentrarse urgentemente en la innovación, y
en producir exportaciones de mayor valor agregado y alta tecnología, que valen
cada vez más que las materias primas y las manufacturas. (Basta recordar que
Uber, una aplicación de teléfonos móviles que ofrece servicios privados de taxi
y no posee ningún vehículo, tiene un valor de mercado de $60,000 millones, más
que General Motors, que produce más de 10 millones de vehículos al año).
Si
América Latina –especialmente América del Sur– no amplía su canasta de exportaciones,
vamos a tener muchos años más de pronósticos económicos deprimentes.
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