Luis Manuel Esculpí 07 de junio de 2016
Quien
tenía la misión de recuperar el Guaire no ha vuelto a hablar de las "colas
sabrosas". El agente del gobierno para los derechos humanos; Germán
Saltrón no coincide con Jackeline y afirma:"las colas son
premeditadas". Añadiendo que "Venezuela supera en calidad de vida a
países como Colombia, Uruguay, Argentina y Chile".
No voy
a citar de nuevo los comentarios de nuestra flamante Canciller. Sí los de
Maduro, quien aseguró en el Congreso de la Patria: " En Venezuela no hay
hambre, pasamos un momento difícil pero el pueblo tiene acceso a sus
bienes...cumpliremos la meta, para el 2018 tendremos pobreza cero".
Lo
peor es que ni ellos mismos lo creen, conocen la gravedad de la situación,
internamente la discuten. Aparentan seguridad y pretenden trasmitir confianza.
Son prisioneros de unas gringolas ideológicas, solo adoptan medidas aisladas y
con retraso por lo que al final no obtienen el efecto esperado.
Están
consciente que vastos contingentes de lo que fue su sustento social ya no los
acompaña. Ya no vocean la consigna que anunciaba la voluntad de restearse pese
al hambre y el desempleo. Fue un slogan del pasado, el hambre es ahora una
cruda y angustiante realidad. De dimensiones desconocidas en la Venezuela
moderna. Antes se trancaban las calles por la inseguridad y la falta de los
servicios públicos.
Las
protestas sociales de los últimos días son por hambre, el testimonio de madres
y padres que participan expresan esa dramática realidad, la desesperación de
conseguir alimentos para sus hijos y cuando aparecen sus precios son
inalcanzables para la inmensa mayoría.
Se
habla mucho de un estallido o una explosión social, analistas, sociólogos,
psicólogos y por supuesto dirigentes políticos han estudiado y opinado sobre
tal posibilidad. Me aproximo a una consideración que le oí a Ángel Oropeza: i
la conmoción social ya se inició! . El estallido está sucediendo de manera
progresiva y va in crescendo. Se ha manifestado, en todas las grandes ciudades,
también en poblaciones rurales de Guárico y Barinas, en Amazonas y Tucupita. La
más reciente en el corazón de la capital, en las céntricas avenida Urdaneta y Fuerzas
Armadas, estuvo especial repercusión, porque se asoció el reclamo de la comida
a la necesidad del cambio, al plantearse abiertamente la alternativa del
revocatorio, además por su carácter masivo y la proximidad a Miraflores.
En el
imaginario o el subconsciente colectivo cuando se habla de explosión social,
surgen las imágenes de el Caracazo, ese fue un fenómeno que se produjo
fundamentalmente en él área metropolitana, la explosión ahora es nacional, por
ello el gobierno para evitar la coincidencia simultánea ha optado por la
represión inmediata, a diferencia del año ochenta y nueve, porque en aquella
oportunidad la Policía Metropolitana se encontraba en huelga.
Ahora
el control gubernamental sobre los medios de comunicación y la autocensura
limita la difusión masiva de las movilizaciones, las imágenes del Caracazo se
trasmitieron en vivo y directo, sin justificar en ningún caso los saqueos o sus
intentos (se han intensificado recientemente) en el Caracazo fueron
desvalijados todo tipo de establecimientos comerciales; tiendas de equipos de
sonido, computación, ropa, licoreras etc. En esta oportunidad esos hechos solo
se han producido en las colas frente a los mercados y supermercados en la
búsqueda desesperada de alimentos.
Entre
tanto el gobierno se niega a la ayuda humanitaria para recibir alimentos y
medicinas e inventa los CLAP, mecanismo de distribución discriminatorio incapaz
de hacer el milagro de vender lo inexistente, además lo poco que existe
pretende distribuirlo entre los partidarios que le quedan al oficialismo.
La
crisis económica y social tiende a agudizarse peligrosamente, urge resolver la
grave escasez de alimentos y medicinas en el corto plazo, más allá de esta
difícil contingencia, es imprescindible una alternativa para el cambio político
lo menos traumática posible, como la planteada a través del referéndum
revocatorio.
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