Por Luis Germán Cabrera B.
Era costumbre que en los
carnavales de Caripito, estado Monagas, se presentara el siempre recordado Alí
Pinto Machado a los salones del Club Bolívar, con una comparsa familiar
distinguida como “Los Bolsas”. Eran bolsas elaboradas de papel hasta más abajo
de las rodillas y con abertura a la altura de los ojos. Muy llamativo en el
festín pagano, además, por la identificación del disfraz: “Papá y Mamá Bolsa”,
“El más Bolsa”. “El menos Bolsa”, “El siempre Bolsa”, “El Bolsa para todo”.
Pasaron las fiestas carnestolendas de ese año; luego cesó la actividad
petrolera y quedaron los bolsas del pueblo esperando no se sabe qué, de esas
promesas electoreras que llenan de esperanzas a los ciudadanos por la solución
a sus problemas y necesidades.
Este desgobierno, que vive
en una bolsa apretujada de inventos e inconexos anuncios, ahora saca a la
venta unas bolsas con productos “alimenticios”, que expertos aducen, traerían
aumento en los riesgos de obesidad, hipertensión y diabetes. La canasta
alimentaria básica familiar la integran unos 58 alimentos y la bolsa en oferta
no contiene 12, lo que está produciendo efectos negativos sobre el estado
nutricional y la salud de la población. Los más afectados serán la población
infantil por el consumo de azucares y harinas, porque carne y pescado no entran
en la bolsa.
Esta medida muy tomada a la
ligera por el desgobierno, es más hambre para el pueblo, solo sirve para
manipular el sufrimiento y de la profunda crisis que se vive actualmente en
Venezuela. ¡Qué vergüenza! para un país bendecido por los dioses, acunado de
inmensas riquezas y que hoy tenga que recurrir a ayuda humanitaria
internacional para atender a una población como la venezolana que siente la
destitución y la privación nutricional absoluta en su organismo.
Lo que origina este tipo de
hambruna en el país, está marcada por la incapacidad, la mentira e insensatez
de un Gobierno que se la pasa culpando al otro, y no termina de entender el
fracaso de su modelo político, que se dio a la tarea de acabar con el sector
productivo expropiando las empresas consolidadas y manipulando la inversión a
su antojo; hizo que este derrumbe se diera sin detenerse a pensar, un instante
nada más, lo grave de este crimen que se comete contra el pueblo considerado de
lesa humanidad. Arderán las pailas el infierno para esta caterva de bolsas, con
mentes diabólicas que pasaron por este país, dejando una estela de seres
humanos afectados en su estado físico y mental, porque no pudieron alcanzar las
tres (3) comidas diarias cargadas de proteínas, vitaminas y minerales para
poder vivir.
Con el cuento de enfrentar
la guerra económica y a “los bachacos rojos”, cierran la venta de productos
regulados en los establecimientos comerciales y se aprestan para llevarlos
embolsados a boca de casa, por cooperantes y supuestos comuneros que cobran y
se dan vuelto por la venta de la bolsa de hambre. Como saben que rasparon la
olla y nada queda, pagarán esta improvisación socialista, los bolsas de
siempre. Dieron a entender que es un ensayo de distribución de esos alimentos,
pero que pasado el tiempo volverán a los abastos del gobierno ya sin bachacos,
pero si carcomidos de hormigas.
El pueblo está cansado de
tantas mentiras y miserables ofertas, sabe que no hay suficiente comida
para embolsar y llegar a tanta gente. Los gritos de hambre se han
generado en todos los rincones del país, también la falta de agua potable se
suma a las carencias que diario viven los venezolanos que nunca merecieron esta
desgracia que acabó con parte de su felicidad. Por tanto, soplan vientos de
cambio en el acontecer político que necesariamente amerita la unidad de todos
los sectores democráticos para darse un verdadero gobierno que sea soporte del
desarrollo y progreso nacional.
luisgermancabrera@hotmail.com
16-06-16
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