Por Luis Carlos Díaz
Esta es la definición de
“hambruna” en el Glosario
de Nutrición (Unicef) para comunicadores sociales:
La hambruna implica un
aumento en la tasa de mortalidad por hambre, algo de lo que aún no hemos
escuchado, algo que no se ha registrado y no sé si estemos en capacidad de
registra. Y que espero no tengamos que registrar.
Lo definición de hambruna se
ve más clara en la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad
Alimentaria:
Vamos a dejarle la
devaluación del lenguaje al Gobierno y vamos a tomarnos en serio la cosa,
porque la cosa es en serio.
Una tasa de mortalidad por
hambre de 2/10.000/día, que calificaría como una Catástrofe Humanitaria, implicaría
que en una población como la de Caracas (7,9 millones de habitantes), cada
día muriesen más de 1.500 personas, entre otros indicadores planteados por la
definición.
Aún estamos muy lejos de eso
pero hay que encender las alarmas, porque la población vulnerable es muy
grande. Más del 80% de un país con 30 millones de habitantes no gana lo
suficiente ni siquiera para comer completo. Esa es la forma más cruel de
pobreza porque fue planificada para sojuzgar y someter a la población. No es la
consecuencia de un desastre natural sino de un plan de gobierno. La alarma debe
sonar fuerte, porque la posibilidad de reactivar la agroindustria o tener
inventarios nuevamente es cada vez más lejana debido a que se están tomando
medidas contrarias a las recomendadas.
Pero entonces, ¿hay muertes
por hambre en Venezuela? Sí. Claro que sí. Ya en 2008 el anuario de mortalidad
del Ministerio de Salud reconocía 570 muertes por hambre. Cifras oficiales,
así que optimistas y quizás viciadas.
Pero eso ya era una muerte cada 15 horas
y teníamos el petróleo a más de $100, el dinero se derrochaba en misiones, había
casas de alimentación, la comida era más barata y no había colas. Para
2011, el anuario accesible más reciente,
la muertes por deficiencias de nutrición recogidas fueron 531.
El último rediseño web del
Ministerio de Salud migró los anuarios a su Intranet, así que los ocultó. La
censura de datos oficiales es tan violatoria de derechos humanos como negar
comida o restringir la participación política.
Cuando se hacen notas sobre
hambre, desmayos, viandas vacías y protestas, mostramos las alertas porque la
situación empeora. La idea es frenarla, dejar de cometer errores y resolver.
Como los gobernantes no quieren enterarse, habrá que decirlo mejor, más fuerte,
o al menos con las palabras correctas.
12-06-16
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