Por Gerver Torres, 23/07/2017
Para salvarse, Maduro inventó la trampa de la Asamblea Nacional Constituyente y ahora quedó atrapada en ella. Si la hace se
hunde y si no la hace también. No es la primera vez que alguien cae en su
propia trampa.
Si Maduro logra hacer su Constituyente el mundo se le
vendrá encima, y la presiones interna y externa se reforzaran mutuamente. Empecemos por explorar lo que pasaría si la
hace. Internacionalmente, su aislamiento –ya extremo- se acentuaría. Ese
aislamiento que hasta hoy es básicamente político y declarativo, se convertiría
en acciones diplomáticas y económicas de la comunidad internacional, con graves
repercusiones para la estabilidad y supervivencia del régimen. Los países de la
región están considerando entre otras medidas no reconocer dicha Asamblea, ni
lo que surja de ella. Un eventual gobierno que emane de allí, así sea el mismo
de Maduro, padecería esa suerte: desconocimiento internacional. Estarían
considerando también retirar sus embajadores de Venezuela, e igualmente la
aplicación de otras sanciones, incluyendo económicas. La suspensión de la
compra de petróleo, o la calificación de
PDVSA como empresa criminal podrían ocurrir, como decisiones regionales. Así,
con la elección de la Constituyente, lo que hasta ahora el régimen ha querido presentar –a nivel
internacional- como básicamente un
conflicto con los Estados Unidos, se transformaría más clara y abiertamente
como un enfrentamiento con todo el continente.
Ello por no mencionar otras regiones como la Union Europea. El desconocimiento del régimen como gobierno
legítimo por parte de la comunidad internacional, le haría más difícil aun la obtención de
financiamiento externo, aun cuando sea de países como China.
En el plano interno la instalación de una
constituyente traería también serias complicaciones para el régimen. Quien la
presida será de facto el nuevo presidente del país; o al menos, otro
presidente. En los tiempos de Chavez, la Constituyente del momento estaba
totalmente subordinada a él. Chavez no enfrentaba peligro alguno de rivalidad
en el liderazgo. Tenía el gobierno y la constituyente bajo su control. Ese no
es el caso de Maduro. Su precario liderazgo en el seno de su partido y de sus
propios seguidores se debilitaría más aún. Por lo tanto, el país podría
terminar con dos presidentes y dos gobiernos, que muy pronto podrían estar
enfrentados. Pero, como las fuerzas democráticas están en el proceso de
constituir también un nuevo gobierno, podrían ser no dos, sino tres, los
gobiernos que el país tuviese en corto plazo. Este último gobierno sería el que
tendría reconocimiento internacional. El poder de Maduro –ya muy precario- estaría más diluido que nunca.
Por otra parte, la acción más contundente de la
comunidad internacional empoderaría aún más las luchas populares que se están
escenificando diariamente en las calles del país contra el régimen. En vez de
calmar las aguas, Maduro le habría echado leña al fuego. Hasta ahora la
represión no le ha funcionado y tampoco le funcionará aunque la incremente
brutalmente, en cuyo caso se expondrá a
a problemas aún más graves.
Hay que tener en cuenta que la Constituyente no le
dará a Maduro ningún poder real mayor al que ya tiene hoy. La legitimidad
institucional que se supone busca para hacer lo que haría, como desconocer la
Asamblea Nacional, no la tendría. En otras palabras, sería tan arbitrario que
la cierre o la desconozca plenamente hoy –como de hecho lo hace en alto grado-
como lo sería con el respaldo de la Asamblea Constituyente. El poder
legitimador de ésta Constituyente comenzó muy débil y ya hoy prácticamente no
existe.
Por otra parte, si Maduro suspende la convocatoria a
la Constituyente, su cuadro sería igualmente más complicado del que tiene hoy.
Para empezar, ello constituiría una contundente derrota política. Habría sido
obligado a retroceder, y tal cosa daría más fuerzas y entusiasmo a todos los
que luchan contra él. Sus cuadros y seguidores, al igual que él quedarían sin
rumbo. ¿Ahora qué? Se preguntarían todos. Tendrían razón en estar confundidos.
Es que Maduro, más que nadie, está atrapado en su Constituyente. Por ello la oposición aunque debe
continuar batallando y demandando la suspensión de su
convocatoria, no debe desanimarse para nada, si finalmente ésta se produce. Si
tal escenario complica la lucha de los demócratas, mucho más se la complicará a Maduro. El será el primero en arrepentirse de haberla
realizado.
Con o sin Asamblea Constituyente, las fuerzas
democráticas debemos seguir adelante en una lucha que no terminará hasta
conquistar la libertad y la democracia.
Twitter @gervertorres
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