Por Froilán Barrios
Entre himnos y cánticos del
culto a la personalidad transcurre la vida de los dictadores, quienes disfrutan
de una orgía de aduladores especialistas de puestas en escena, de grandes
escenarios de majestuosas avenidas y marchas militares, donde se muestra el
arsenal disponible para advertir el trágico destino de quienes se atrevan a
desafiar el orden establecido por el régimen de turno, siendo su objetivo final
multiplicar el ego del caudillo redentor de la patria antiimperialista.
Así ha sido el guion empleado
para trazar el destino de la nación utilizando como instrumento la fraudulenta
consulta del próximo domingo 30 de julio, con la que pretenden instalar en
pleno siglo XXI –ante la comunidad internacional y ante una mayoría nacional
cercana ya a 90%– las cimientes de un Estado fascista cuyas únicas fuentes de
inspiración sobrevivientes en la actualidad son la dinastía de los Kim Il Sun de
Corea del Norte y el castrismo en Cuba.
Hoy la operación madurista
orquestada desde La Habana es un insulto y una bofetada a los valores
universales alcanzados en materia de derechos humanos en América Latina, luego
de haber sufrido en el siglo XX cruentas dictaduras de todo género, y en Europa
al ser capaces de juzgar y condenar en La Haya a los responsables del último
genocidio en los Balcanes.
Al surgir este aborto de la
historia en tierras venezolanas, que se creía superado desde que cayera el Muro
de Berlín, por los grandes fracasos que derivaron en tragedias para la
humanidad a lo largo del siglo pasado, ha suscitado la alarma general y la
exigencia al procaz y arrogante régimen madurista de suspender inmediatamente
la fraudulenta constituyente comunal, cada día caricaturizada en extremo por
los mensajes de los candidatos, quienes se ubican más como participantes de un
congreso del PSUV que aspirantes a producir otra carta magna.
El régimen madurista, a
sabiendas de sentirse minoritario, recurre a diseminar el terror en la
población siendo indiferente, tras 116 días de protestas, al centenar de
fallecidos; incluso, desconociendo la autoría de estos crímenes y anunciando en
cadenas mediáticas que estos pierden la vida por manipulación de artefactos caseros,
en lugar de las balas de los aparatos represivos del Estado.
Su postura intransigente no es
casual. Sus orígenes ideológicos les determina profesar la ideología de la
muerte, Cultivan la necrofilia como política con los métodos de sus aliados de
turno, llámese Gadafi en Libia, Saddam Hussein en Irak o Bassar Al Assad en
Siria, este último actual presidente de esa nación al que asistieron con una
delegación de la Cancillería venezolana, que fue a apoyar al denominado
“carnicero de Damasco”. Dictaduras que han dejado bajo sus mandatos a decenas
de miles de muertos, todos justificados en nombre del antiimperialismo.
Por tanto, no nos extraña su
decisión de llevar a Venezuela a un apocalipsis, a una confrontación nacional,
pues de realizarse la consulta del domingo, los venezolanos demócratas no
estamos obligados a acatarla de acuerdo con lo estipulado en la Constitución.
Esta no perderá su vigencia si se pretendiera imponer otra sin la consulta
universal previa al soberano, establecida en la carta magna.
26-07-17
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