Por Luis Ugalde
Todo diálogo
tiene que ser dentro de la Constitución y para cumplirla, no desde su violación
y para eliminarla. Es falsa la propaganda que presenta la Constituyente (ANC)
fraudulenta como fórmula de amplio diálogo, cuando en realidad es una
declaración de guerra contra las instituciones democráticas, muerte para la
Constitución y eliminación de la oposición y de los derechos democráticos de la
población. Constituyente que elimina la Constitución y la expresión de la
soberanía popular en el voto libre secreto y universal, y no resuelve ninguno de los problemas, sino que bloquea las salidas. Mienten
al decir que una nueva Constitución es necesaria para que haya alimentos,
medicinas, seguridad ciudadana e ingresos suficientes sin inflación. Sin el testimonio directo de las víctimas, yo no hubiera creído en la
perversión con que el gobierno está chantajeando y obligando a votar el 30 de
julio, abusando de la necesidad de comida y trabajo. Métodos canallescos e
indignos que dejan al pobre sin alternativa. Al final darán el resultado que
quieran, triplicando el número de los que voluntariamente hubieran votado. Esta
Constituyente es anticonstitución, antidiálogo y antipobres. Faltando tres días
para la votación el régimen está atrapado: Si la suspende o aplaza, cae
en el ridículo y si proclama el triunfo con la cantidad de votantes que
invente, Maduro caerá en la trampa montada por él mismo para el enemigo. Una locura.
El diálogo no es una opción en la democracia, sino una condición
indispensable; sin él no hay democracia
participativa plural. Los demócratas venezolanos en una extraordinaria y
memorable jornada de Consulta Popular han demostrado ante el
mundo que sí es posible el cambio de régimen y que hay energías y
espíritu para ello. La inmensa mayoría no ha caído en la trampa, los venezolanos defienden la
democracia y no aceptarán la dictadura comunistoide de la ANC, a pesar de toda
forma de coacción. Sin los 100 días
de movilizaciones de calle no hubiera sido posible poner al Régimen a la
defensiva, y en evidencia su carácter dictatorial. Ahora viene una etapa más
exigente: combinar el coraje y firmeza de la movilización pacífica con la
sensatez para reunificar democráticamente la diversidad y construir un país sin
pobreza, con reconocimiento y convivencia pacífica. Sólo es posible
producir el bien común con la complementariedad de los distintos y activando
las virtudes ciudadanas de creatividad productiva, respeto y solidaridad. Hay
que vencer la tentación de la venganza; para quienes violan los derechos
humanos están los tribunales nacionales e internacionales y las sanciones
debidas, pero sería suicida tomar la justicia por la propia mano y lamentable
desatar, en un próximo cambio, linchamientos criminales y “juicios populares”,
como los que ocurren a la llegada de las “revoluciones”. Un pacto de
gobernabilidad y de unión nacional para la reconstrucción requiere un esfuerzo
sobrehumano animado por una actitud espiritual nueva y constructiva, distinta a
los comprensibles sentimientos de venganza y de retaliación. Nada se puede lograr sin un amplio acuerdo nacional para la reconstrucción
y sin un extraordinario apoyo internacional.
opini
Hay conciencia de la necesidad de desbloquear palabras como diálogo o negociación, hoy repudiadas por la mala experiencia reciente. Parece cierto que
en alguna parte se están dando los primeros tanteos entre opositores y
gobierno para la negociación y acuerdos que eviten la destrucción mutua.
No hay país democrático, ni organismo internacional que no esté recomendando el
diálogo sincero y eficaz en Venezuela. Pero no se puede ignorar que
recientemente el “diálogo” fue una trampa gubernamental usada para
engañar, desactivar y dividir a la oposición. Los demócratas deben partir de la
mala experiencia de haber sido engañados con promesas y acuerdos no cumplidos.
A mediados del
mes pasado en Roma “el Papa Francisco hizo saber a los 6 miembros de la
presidencia de la CEV( Conferencia Episcopal Venezolana) que algunos de los que
sirvieron como facilitadores en el fallido intento del diálogo del último
trimestre del año 2016, han insistido en solicitar a la Santa Sede su
participación en un nuevo proceso, sin embargo, la respuesta ha sido
contundente: La Santa Sede sólo tomará parte en una nueva iniciativa de
diálogo, siempre y cuando el gobierno cumpla con las cuatro condiciones ya
expresadas en la carta del cardenal Parolín a inicios de diciembre de 2016, es
decir: la apertura de un canal humanitario que permita hacer ingresar al país
alimentos y medicamentos, la presentación de un cronograma general de
elecciones, el respeto a la autonomía de la Asamblea Nacional y, la liberación
de los detenidos por causas políticas”( comunicado de la CEV desde el
Vaticano) . Ahora además, que el gobierno retire la fraudulenta y dictatorial
Constituyente. Esos son puntos no
negociables y sería un gravísimo error que algunos factores de la oposición
democrática dialogaran sin exigirlos o hicieran concesiones; por ejemplo
elecciones regionales, sin reconocimiento de las plenas atribuciones
constitucionales de la Asamblea Nacional.
El Ejecutivo al eliminar las plenas atribuciones
constitucionales de la AN, degüella la democracia y trata de imponer la
fraudulenta Constituyente que es el antidiálogo para afianzar e imponer un
modelo político, económico y social totalitario, eliminando toda oposición
democrática.
26-07-17
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