Por Roberto Patiño
Faltando pocos días para la
realización ilegal de la constituyente los venezolanos vivimos una realidad de
conflicto, profunda angustia y preocupación ante un régimen que busca
imponerse por la fuerza pese al rechazo de todo un país.
Hemos mantenido la protesta y
nuestra convicción de darle solución democrática a los graves problemas de la
crisis. Pero ante la presión de Venezuela y el mundo, el gobierno de Nicolás
Maduro ha respondido con una escalada de violencia, censura y represión. Los
días posteriores a las ya infames sentencias del TSJ que inhabilitaban a la AN,
desenmascarando la identidad dictatorial del gobierno, han estado signados por
los asesinatos a manos de cuerpos de seguridad y grupos paramilitares de más de
cien venezolanos, así como millares de detenciones y violaciones a los derechos
humanos.
La sociedad venezolana ha sido
duramente vulnerada, en medio de una situación de altísima conflictividad y
violencia, signada por la crisis histórica, con la actuación del Estado como
uno de los principales factores de perjuicio a la convivencia. Nuestra vida
cotidiana ha sido afectada de forma profunda, así como nuestros espacios más
íntimos y personales. El ánimo de estos días es de crispación, rabia y miedo,
ante los escenarios más desfavorables de agravamiento de la crisis y
consolidación de la dictadura.
Pero creemos que en el actual
momento es necesaria la toma de conciencia ante los hechos, para verlos también
como señales de transformaciones significativas en nuestra sociedad.
Cambios positivos que en medio de la tragedia señalan el proceso de surgimiento
de la Venezuela posible.
La protesta contra el régimen
y su modelo ha logrado reunir a distintos sectores del país, y se ha convertido
en un espacio de confluencia para reconocer graves problemas (el hambre, la
violencia del Estado, el empobrecimiento de la población) y necesidades
comunes. Se ha producido un altísimo nivel de participación y el surgimiento de
nuevas maneras de organización, que han sumado a cada vez más personas y
grupos, a lo largo y ancho de la nación. También encuentros por sobre
diferencias ideológicas, pero coincidiendo en el respeto a los derechos humanos
y la Constitución, como la actuación de la fiscal general y el apoyo a su
postura demostrado por líderes y sectores de la sociedad.
En el ámbito político, se ha
reconocido la necesidad de inclusión de los diversos liderazgos (de
las comunidades, espacios productivos y académicos, entre otros) y la solución
de urgentes problemas de la crisis en lo social (como pudo verse en el
compromiso unitario para la gobernabilidad presentado por la MUD) como
condición primordial para el rescate de la democracia.
La consulta popular del 16J es
una muestra innegable de estas realidades, en la que se conjugó la enorme
participación de millones de venezolanos, junto con una organización y
ejecución ejemplares, producidas gracias al trabajo y compromiso de diversos
actores sociales.
Estas señales de cambio las
hemos estado reconociendo ya en nuestro trabajo por la convivencia en el
municipio Libertador. Hemos realizado iniciativas como Alimenta la Solidaridad,
un programa que da almuerzos a más de 750 niños diariamente desde el año pasado.
Esta iniciativa no podría ser posible sin la participación organizada de las
comunidades, el apoyo de organizaciones sociales y entes privados, y la
colaboración de voluntariado. Y así como nosotros, existen diversas
experiencias que atienden los graves problemas de alimentación, salud y
violencia, hechas por organizaciones e individuos en todo el país.
Se trata de esa Venezuela
posible, que busca inclusión, respeto, valoración y bienestar. Que quiere
participar activamente en la transformación de su realidad. Una Venezuela
diversa, novedosa en necesidades y expectativas, pero que reconoce su tradición
libertaria, democrática y de igualdad. Una Venezuela de rebeldía y resiliencia
que se manifiesta en medio de enormes dificultades y contratiempos.
Frente al miedo y el desánimo
de la incertidumbre de estos días por venir, nos alienta el
reconocimiento de esta Venezuela posible. Un reconocimiento producto de lo
vivido. La certeza de que podremos sobreponernos frente a las adversidades y
que si respondemos con lo mejor de nosotros, seguiremos siendo agentes de un
proceso de cambio y transformación indetenible. Una certeza que nos permite
afirmar sin dudas que no seremos sometidos por la constituyente ni por el
régimen que pretende imponerla.
Vamos a seguir.
27-07-17
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