Por Roberto Patiño
Los venezolanos tenemos
conciencia de que vivimos momentos de suma importancia. Enfrentamos un régimen
dictatorial apoyado por la fuerza de las armas, que busca este próximo domingo
instaurar una asamblea constituyente que le permita mantenerse indefinidamente
en el poder. Un hecho de gravísimas repercusiones sociales, políticas y
económicas que nos amenaza a todos y que es rechazado de manera activa por la
inmensa mayoría.
La protesta multitudinaria y
el descontento en todos los sectores sociales, evidencian tanto la
impopularidad del gobierno madurista y su modelo como la exigencia fundamental
de cambio de los venezolanos y las grandes transformaciones que se han venido
produciendo en nuestra sociedad.
La consulta popular del 16 de
julio es una muestra cabal de esto. En medio de la represión y la violencia del
Estado, la sociedad civil, líderes y organizaciones sociales, políticas y
económicas, dentro y fuera del país, llevaron a cabo una consulta en la que
participaron más de siete millones y medio de personas. Una consulta sin el
apoyo de instituciones del Estado y sin la participación del ejército, que
demostró altos niveles de madurez y responsabilidad de la sociedad. Se
desarrolló con una eficiencia y orden ejemplares, resultando en una
manifestación popular, sin precedentes, nacional e internacionalmente.
El intento por parte del
régimen de desvirtuar esta realidad, llevando a cabo el mismo día un ensayo de
votación para la asamblea constituyente, terminó mostrando todo lo contrario:
por ejemplo en La Vega, según fuentes de la zona, se registró una participación
de unas 8.000 personas en el simulacro oficialista frente a más de 20.000 de la
consulta popular. Y es pertinente destacar el ambiente de festejo y celebración
que se vivió en distintos puntos soberanos de consulta así como el apoyo
espontáneo de vecinos en distintas localidades que llevaron agua y alimentos a
los voluntarios.
Más allá de la importancia de
datos como el anterior, que ilustran el descreimiento de las comunidades al
régimen y sus políticas, en oposición a su apoyo a iniciativas democráticas e
incluyentes, en esa misma jornada se produjeron hechos de enorme significación
que señalan los nuevos grados de conciencia alcanzados por los venezolanos.
El infame atentando de grupos
paramilitares en la Iglesia del Carmen, en Catia, ocurrido ese mismo día, fue
entendido como una represalia contra los habitantes de esa zona por atreverse a
manifestarse en rechazo al gobierno. Se produjo frente a la mirada indiferente
de funcionarios de la GN y la PNB y fue asesinada una mujer, produciéndose
varios heridos. La respuesta de la comunidad de Catia es un ejemplo de civismo
y valor pocas veces visto: cientos de vecinos acudieron al lugar en cuestión de
momentos, desarmados, en protesta por el suceso y asegurando la continuidad de
la consulta en Los Magallanes. Se mantuvieron hasta horas de la noche
plantándose al poder armado con el poder de la gente.
Esta situación es ejemplo de
los cambios y transformaciones que están signando estos momentos. Una muestra
del progresivo reconocimiento que las personas han venido teniendo de su poder:
y no solo de la fuerza y alcance del mismo, sino del esfuerzo, la
responsabilidad, el sacrificio y la constancia que implican ejercerlo.
Ya la semana pasada pudo verse
el efecto de esto en la presentación de la MUD de un Compromiso Unitario para
la Gobernabilidad, que coloca como norte político el logro de soluciones para
la emergencia que afecta a la población, priorizando las crisis alimentarias y
médica, así como al enorme problema de violencia desde el Estado y formalizando
la necesidad de inclusión y restitución de la convivencia, como base
fundamental para el rescate nacional.
También se vio en el paro
cívico realizado el jueves 20, que tuvo un altísimo grado de participación en
toda Venezuela, y en el que se registraron importantes señales, al sumarse
empleados de la banca y servicios del sector público.
Este empoderamiento de la
gente será vital en los próximos días. Representa el capital esencial para
articular la resistencia y el rechazo activo a la constituyente y al régimen
dictatorial de Nicolás Maduro. También es un factor que, defendiendo sus
exigencias y necesidades, debe dialogar con el resto de las fuerzas nacionales
para el restablecimiento del orden y la gobernabilidad en el país. Y debe
manejar la violencia y represión del Estado madurista, resistiendo las
tentaciones de la venganza, la rabia y la retribución, para impedir que se
generen condiciones para que esta violencia se reproduzca y se desborde,
ayudando al régimen a mantenerse.
Los venezolanos estamos
reconociendo, de manera difícil y traumática, nuestros problemas y necesidades
y la importancia de nuestra participación para transformar la realidad. La
crisis, la deriva dictatorial del gobierno y la violencia que este generado
desde el Estado, son una tragedia que afecta a todos. Pero también nos ha
servido para encontrarnos, organizarnos y participar para enfrentarla y luchar
por un país distinto, de democracia e inclusión. Ese es el cambio y
transformación en Venezuela, que tiene rato dándose y que ninguna constituyente
puede ignorar y detener.
Coordinador de Movimiento Mi
convive
Miembro de Primero Justicia
24-07-17
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